Hábitos saludables y detección precoz del cáncer
La OMS cree que entre un 30 % y un 50 % de los casos de cáncer son evitables. El ejemplo más claro lo tenemos con el tabaco. Se estima que, si la gente dejara de fumar, un 30 % de los cánceres no existirían.
En la actualidad, cerca de un tercio de las muertes por esta enfermedad se deben a estos cinco principales factores de riesgo:
- consumo de tabaco
- consumo de alcohol
- índice de masa corporal elevado
- ingesta reducida de frutas y verduras
- falta de actividad física
También el diagnóstico precoz y el cribado evitan muchas muertes. Si todas las personas que son llamadas por la Seguridad Social a realizarse el cribado de cáncer colorrectal —el que más se diagnostica en España— acudieran a la cita (dirigido a toda la población entre 50 a 69 años), se evitaría el 30 % de las muertes por esta enfermedad. Este cribado se lleva realizando en la sanidad pública española desde hace más de 10 años y, sin duda, ha evitado ya muchas muertes. Pero aún podrían ser muchas más, ya que este cribado solo se lo hace el 60 % de la población con la que se contacta.
Pasa lo mismo con el cáncer de cérvix y la realización periódica de citologías, o con el cáncer de mama y las mamografías.
Proyecto GenRisk: ¿qué riesgo tengo de desarrollar un cáncer?
GenRisk cáncer es una iniciativa, patrocinada por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), que propone buscar muchos más factores de riesgo aún desconocidos y combinarlos con los que ya conocemos (tabaco, alcohol, obesidad, edad y sedentarismo) para estimar y cuantificar el riesgo de desarrollar cáncer y mejorar su prevención.
Este gran proyecto epidemiológico que se lleva a cabo en 12 provincias españolas con muestras biológicas y datos de la dieta de 6.008 pacientes oncológicos y 4.098 personas sanas (grupo de control). El objetivo es identificar indicadores clave (biomarcadores) para encontrar a las personas con mayor riesgo de desarrollar cáncer y diseñar un nuevo paradigma para el cribado.
El fin es que desde la consulta de Atención Primaria y con un análisis de sangre y algunas preguntas sobre nuestros hábitos, el médico sea capaz de indicarnos qué nivel de riesgo tenemos de desarrollar un determinado cáncer y darnos las pautas para prevenirlo.
Cáncer infantil: diferente y más complejo
El cáncer supone la principal causa de mortalidad en la infancia relacionada con una enfermedad. En los últimos años, las tasas de supervivencia han mejorado y en algunos tumores hematológicos, como las leucemias agudas linfoblásticas (un tipo de cáncer en el que la médula produce demasiados linfocitos y que es el más frecuente en los niños), llegan a superar el 90 %.
“Que esto haya sido posible es, en gran parte, debido a la caracterización molecular avanzada; es decir, el poder determinar la mutación que ha originado la enfermedad. No solo nos ha ayudado a diagnosticarla, sino que en algunas ocasiones nos permite ofrecer tratamientos personalizados. Ha mejorado la supervivencia de pacientes que tenían un pronóstico fatal”, explica Víctor Galán, médico del servicio de Hemato-Oncología Pediátrica del Hospital de La Paz (Madrid).
El cáncer infantil es diferente que el adulto. El del adulto es, en su gran mayoría, una enfermedad relacionada con el envejecimiento celular. En pediatría, en cambio, el cáncer tiene un mayor componente genético, del que afortunadamente cada vez se va conociendo más. “El desarrollo de la inmunoterapia ha significado un gran avance en la lucha contra el cáncer infantil”, comenta el oncólogo.
Sin olvidar la llegada de la protonterapia, que ha permitido mantener la eficacia de la radioterapia clásica en la que se emplean electrones, pero disminuyendo la toxicidad, lo que la hacen especialmente interesante en tumores del sistema nervioso central, muy frecuentes en pediatría. “Los niños son un organismo en crecimiento y si con la radiación tocamos estructuras sanas podemos impedir su desarrollo normal. La ventaja de la protonterapia aplicada en los niños es que vamos a conseguir eliminar el tumor con menos efectos secundarios y, sobre todo, que el tratamiento no impida continuar con su desarrollo normal”, matiza Pedro Prada, jefe de Oncología Radioterápica del Hospital Marqués de Valdecilla (Santander).