Más del 30% de las personas con más de 65 años sufren caídas y el porcentaje sube al 50% al superar los 80 años. Prevenirlas sigue siendo un reto no solucionado para las autoridades sanitarias de todo el mundo. Uno de los detonantes de las caídas es la pérdida progresiva del equilibrio que acontece con la edad, un déficit que la fisioterapia puede contribuir a paliar, según expertos reunidos recientemente en una jornada sobre caídas en Barcelona.
Las caídas pueden desembocar en importantes lesiones y tener consecuencias fatales para quienes las sufren, especialmente para las personas de la tercera edad. A menudo se habla de ello. Pero, ¿está justificado? ¿Cuál es la dimensión del problema? Los datos apuntan que tres de cada diez personas mayores de 65 años sufren caídas anualmente y al superar los 80 años, las cifras suben hasta la mitad. Éstas pueden ser la primera señal de una enfermedad que aún no se ha detectado y, cuando ocurren repetidas veces, conducen al deterioro funcional de la persona en edad avanzada.
Cifras y consecuencias
Las personas que han sufrido una caída tienen riesgo de caerse más veces y las que tienen más de tres caídas al año tienen un mal pronóstico: la tercera parte de los afectados precisa hospitalización, ingresa en una residencia o fallece dentro del año siguiente. La lista de problemas que surgen después de uno de estos episodios no termina ahí, puesto que entre el 20% y el 30% de las personas afectadas presentan lesiones que disminuyen su movilidad e independencia y tienen riesgo de fallecimiento prematuro.
Una parte importante de estas caídas están asociadas a fracturas de cadera. En ocasiones, la persona se cae debido a una fractura que se produce antes y que conduce a una caída y, otras veces, la fractura es secundaria al desplome.
El impacto que tiene una caída para las personas afectadas no se limita al plano físico ya que también acaban padeciendo otras consecuencias: pierden la confianza en sí mismos, restringen su actividad física para evitar caerse de nuevo y tienden al aislamiento social. Este es el panorama epidemiológico que se ha dibujado en la «Segunda Jornada de movilidad, caídas y ejercicio físico en las personas mayores», organizado por el Colegio de Fisioterapeutas de Cataluña, el Instituto del Envejecimiento y la Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia Blanquerna, en Barcelona.
Corregir factores de riesgo
Una caída supone para el afectado pérdida de confianza, restricción de la actividad física para evitar caerse de nuevo y aislamiento social
Según cuenta Belén Requena, fisioterapeuta de la residencia Claror, de Barcelona, los factores de riesgo de las caídas son múltiples. Entre estos figuran ciertos fármacos (como antidepresivos), problemas de la marcha y el equilibrio, barreras arquitectónicas (en calle o domicilio), osteoporosis o problemas de visión, entre otros. Así, evitando o corrigiendo estos factores de riesgo es posible evitar caídas, lo que exige identificarlos muy bien para poder contrarrestarlos adecuadamente.
En el entorno de personas con riesgo alto se colocan contenciones, como barandas en camas y baños, para minimizar el riesgo de caídas. Además, se debe evitar suelos resbaladizos, alfombras y cualquier obstáculo con el que se pueda tropezar. También hay que asegurarse de que utilicen un calzado cómodo y adecuado. Cuando el origen del problema es la visión, hay que acudir al oftalmólogo; si está tomando antidepresivos, debe acudir a su médico ya que, aunque sea imposible retirarlos, quizás se pueda ajustar la dosis o cambiar la pauta; y para prevenir la osteoporosis, es preciso seguir una alimentación sana y tomar suplementos de calcio cuando el médico lo considere oportuno, ha recordado Requena.
Además, esta fisioterapeuta añade que en el caso de personas sanas que, a priori, no tienen riesgo de caídas y que practican actividad física de forma regular, es importante no perder este hábito porque mejora la flexibilidad y capacidad de reacción, el equilibrio y, con ello, se previene el riesgo de caídas y fracturas. Ejercicio y alimentación sana son hábitos saludables, pilares para envejecer saludablemente y evitar episodios como las caídas, según esta experta. Por más que se intente prevenir, eliminar el riesgo de caídas totalmente es muy difícil, aunque es posible paliarlo: «La fisioterapia es una de las intervenciones que pueden disminuirlo», según Requena.
Tratar con fisioterapia
Un estudio del que es coautora Requena señala los beneficios de la fisioterapia. Se han valorado a 105 ancianos de una residencia con el llamado Test de Tinetti, que permite evaluar el equilibrio estático, cuando la persona está de pie y quieta, y el dinámico, al andar.
Tras una valoración inicial con este test, se aplicó a los residentes una intervención de fisioterapia durante seis meses y, al cabo del semestre, se les repitió el examen. La intervención de fisioterapia variaba en función del estado de los pacientes que se dividieron en tres grupos: un primer grupo en el que los residentes presentaban un grado de dependencia elevada; un segundo grupo, con dependencia moderada; y el tercero, que tenían una dependencia baja e, incluso, algunos eran autónomos.
Los objetivos de la fisioterapia durante este periodo de tiempo varían en cada uno de estos grupos. En los pacientes con mayor dependencia, se busca mantener y mejorar el balance articular y muscular, trabajar las transferencias (el paso de la cama a sentarse, por ejemplo) para que colabore con el cuidador y recuperar el máximo de movilidad. En el segundo grupo, de semidependencia, el objetivo es mejorar la marcha, la deambulación y la bipedestación. Y en el tercero, dentro de la marcha, mejorar todo lo posible el equilibrio.
Imagen: viajar24h La fisioterapia, aunque todavía no se haya podido validar al 100%, parece ser eficaz para mantener o mejorar el equilibrio. Los resultados de la investigación hecha en 105 residentes así lo demuestran. Al evaluarlos con el Test de Tinetti, tras seis meses de aplicación de la intervención de fisioterapia, se constató que el 50,7% de pacientes mejoraron, el 22,5% se mantuvieron y el 26,7% de residentes empeoraron. Mejorar el Test de Tinetti significa mejorar la marcha y el equilibrio y, por lo tanto, disminuir el riesgo de caídas.
En cuanto al empeoramiento de parte de los residentes, Belén Requena, fisioterapeuta, comenta que es normal y atribuible al inevitable proceso de envejecimiento, pero no a la intervención de fisioterapia. Lograr mantener a esta población -que en residencias supera los 70 años- ya debe considerarse un éxito, a juicio de la experta. En su opinión, en lo sucesivo, nuevos estudios irán precisando y permitirán validar cuál es el papel de la fisioterapia en los mayores con riesgo de caídas.