Las demencias y la enfermedad de Alzheimer son las dos patologías neuropsiquiátricas más comunes en la edad madura, a las que cabe sumar otras como la depresión o la ansiedad. Aunque en la senectud los problemas de salud mental van al alza, el acceso a los servicios especializados es dificultoso para los mayores y, cuando acceden, no siempre encuentran un servicio especial de Psiquiatría Geriátrica.
El envejecimiento podría compararse al cambio climático. Se nos ha echado encima sin haber previsto servicios y estrategias para atender a la población mayor. En España, se calcula que en breve más del 30% de la población rebasará los 65 años y que se convertirá en el país europeo más longevo. La mujer española es, tras la japonesa, la segunda del mundo con una mayor esperanza de vida, que en promedio es de 83 años. Y, a la par que el país envejece, los casos de enfermedades mentales también crecen. A juicio de Ángel Moríñigo Domínguez, médico psiquiatra delEstudio de Psiquiatría , de Sevilla y coautor del libro La salud mental de las personas mayores, resulta llamativo que siendo el de los ancianos «el sector de la población que más crece, sea al que menos servicios se ofrecen. Es importante reivindicar eso. Los mayores deben empezar a hacerlo, porque hay muchos mayores válidos. Y los políticos deben enterarse».
Gran Bretaña es, a este respecto, un país ejemplar. El único de Europa que ha creado la subespecialidad de psicogeriatría. Otros países como los centroeuropeos y los nórdicos también tienen una buena dotación de servicios para los ancianos, pero ninguno de ellos tan especializados como los de Gran Bretaña, explica Moríñigo. En España, los psiquiatras se forman en psiquiatría geriátrica durante los periodos de rotación que incluye su etapa de formación. «Al haber pocos servicios asistenciales, hay pocas oportunidades de formación. Por eso el desarrollo de estas cuestiones debe ir en paralelo», según Moríñigo. Se precisan más servicios asistenciales. El ideal sería crear unidades de psiquiatría geriátrica, pero en España «no hay ni un atisbo de que eso vaya a ser así, porque encarecería los costes de una sanidad que, de por sí, ya es cara», comenta. Pero también sería necesario formar a más psiquiatras, geriatras, médicos de atención primaria, psicólogos, trabajadores sociales y enfermeras especializadas, entre otros profesionales.
Destino: Atención Primaria
La falta de servicios especializados en psiquiatría geriátrica aboca a nuestros ancianos a las consultas de atención primaria. La formación de los médicos de este nivel asistencial es cada vez mejor, pero la realidad se impone. Y, aunque bien formados, tienen sólo unos minutos para atender a cada paciente, cuando los ancianos precisan más tiempo por visita. La masificación de las consultas hace difícil discriminar si se hallan ante un problema leve o grave. Y se puede cometer el error de considerar normal, esto es, propio del proceso de envejecimiento, un proceso que en realidad es patológico.
Ante esta situación, la Sociedad Española de Atención Primaria (SEMERGEN) ha presentado el libro La salud mental de las personas mayores en la atención primaria, que pretende ser un apoyo para los médicos que visitan a estos pacientes. Este texto forma parte de una colección que dirige Víctor Manuel González Rodríguez, médico de familia del equipo de atención primaria de Villoria (Salamanca), miembro del Grupo de Neurología de SEMERGEN y coordinador de toda la colección «Retos en la Salud Mental del siglo XXI en Atención Primaria», patrocinada por Novartis.
«Las enfermedades mentales aumentan en la tercera edad porque en esta etapa concurren enfermedades preexistentes, con unas de nueva aparición y otras muy prevalentes»
«La colección se diseñó con el objetivo de formar a los médicos de atención primaria en patologías emergentes en el área de la salud mental. Todo apunta a que, por el aumento de la población de riesgo (inmigrantes, niños adoptados, personas marginadas, las que sufren maltrato y los cambios en las condiciones de empleo), el porcentaje de consultas atendidas por los profesionales de atención primaria en la esfera de la Salud Mental irá en aumento», explica González Rodríguez. De hecho, Moríñigo apunta que alrededor del 80% de las consultas que se atienden en la primaria son emocionales, aunque este dato varía según los investigadores.
Herencias del pasado
«Las enfermedades mentales aumentan con la tercera edad porque en esta etapa de la vida concurren enfermedades preexistentes, con unas de nueva aparición y otras muy prevalentes», explica Moríñigo. El aumento de la esperanza de vida comporta que se hagan mayores personas con un trastorno mental severo y crónico, como la esquizofrenia, la paranoia y el trastorno bipolar, o personas que hayan padecido una depresión monopolar en la juventud.
Es posible que su enfermedad mental se transforme o se agrave y que, además, se demencien al llegar a la edad geriátrica. Estos pacientes ya van a las consultas psiquiátricas, pero es posible que también vayan a su médico de atención primaria por un problema de hipertensión, diabetes, efectos secundarios de la medicación que toman e, incluso, en algunos casos, aunque cada vez menos, sean institucionalizados.
Alzheimer y demencias
La salud mental de las personas mayores en la atención primaria aborda otras enfermedades psíquicas muy prevalentes en la tercera edad, como la de Alzheimer, las demencias, la depresión o la ansiedad, así como los problemas de la sexualidad en el anciano. El Alzheimer y las demencias son enfermedades neuropsiquiátricas que afectan a la corteza cerebral y que, por lo tanto, no sólo son neurológicas, sino que además tienen síntomas mentales. A la larga pueden generar un gran estrés tanto para el paciente como para la familia y el medio social. «La razón primera por la que el paciente va a una residencia es que resulta muy difícil tener a un paciente agitado en un domicilio, como los de hoy, de 60 metros cuadrados. Lo de menos es la pérdida de memoria, eso le sucede a todo el mundo con la edad y se tolera y suple bien», según Moríñigo.
La sexualidad de las personas mayores es un aspecto de la vida sobre el que existe muy poca literatura médica y del que apenas se habla. ¿Por qué, tan a menudo, se califica a un anciano de viejo verde? Para Moríñigo es un comentario desafortunado. «En la actualidad, la vejez exitosa, libre de discapacidad, es un concepto al que todos aspiramos», dice. En los mayores, la sexualidad es una faceta que se ha ignorado e, incluso, denostado, cuando forma parte de la calidad de vida de las personas y es uno de los indicadores del envejecimiento exitoso. Muchos continúan sexualmente activos más allá de los 60, 70 y 80 años. Otros tienen el handicap de que su pareja ha fallecido y les resulta difícil encontrar un compañero sexual o presentan ciertas disfunciones sexuales. Todos estos son aspectos que no siempre se contemplan ni se exploran. Y el médico de atención primaria debe estar alerta y preguntar por ellos, según Moríñigo.
Si ser o no sexualmente activo no tiene una relación con la edad, la depresión tampoco. «Estar deprimido no tiene nada que ver con ser mayor. De hecho, las tasas de depresión mayor son parecidas en todas las etapas de la vida. Es cierto que la viudedad puede influir (cabe recordar que hay más mujeres viudas que hombres viudos). Pero es clave cambiar nuestra mente, empezando por los propios profesionales, y que dejemos de pensar que el anciano tiene un estado depresivo normal, que está solo, aburrido o perdiendo la memoria», explica Moríñigo.
El experto destaca que el individuo puede sufrir depresión mayor, una enfermedad que hay que detectar y tratar y no pensar que es una condición normal de la edad. La ansiedad es también un trastorno mental muy prevalente en personas mayores y en ellas se debe tratar de forma diferente, ya que suelen ser más resistentes a los tratamientos estándar.