El hipotiroidismo subclínico puede llegar a afectar a casi el 10% de la población femenina y a un hombre por cada cuatro mujeres. La afectación retoma importancia después de que un trabajo la haya relacionado con un aumento de la probabilidad de sufrir fracturas de cadera, pero solo en la población masculina. Aunque quedan por conocer los motivos de la relación entre la glándula tiroides (productora de hormonas) y el desgaste óseo, los investigadores reclaman que este tipo de hipotiroidismo silencioso se reconozca como factor de riesgo de fractura de cadera.
Los hombres de 65 años con disfunción leve de la glándula tiroidea, sobre todo hipotiroidismo subclínico, podrían tener el doble de riesgo de sufrir fracturas de cadera que las personas sin esta anomalía. Debido a que este tipo de lesiones están asociadas de manera directa con una tasa destacable de mortalidad, la importancia de controlar las enfermedades relacionadas con la tiroides es esencial. Más si se tiene en cuenta que una gran proporción de hombres las padecen de forma silente, es decir, desconocen que las sufren. Estos nuevos datos los aporta un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California (EE.UU.), que durante 15 años han analizado a cerca de 3.500 personas mayores de 65 años. Los resultados se han publicado en la revista ‘Archives of Internal Medicine’.
Una cuarta parte de las personas que sufren una fractura de cadera fallecen a los seis meses siguientes. Otra cuarta parte acaba en una situación de gran dependencia para el desarrollo de las actividades básicas de la vida diaria. Pero a los científicos que han llevado a cabo la investigación les llama la atención que el riesgo de fractura de cadera no aumenta en mujeres con enfermedad tiroidea subclínica, pero sí en hombres.
A pesar de que se desconocen los motivos que relacionan tiroides con desgaste óseo, los investigadores reclaman que, tanto el hipotiroidismo como el hipertiroidismo, se reconozcan como factores de riesgo de fractura de cadera. No obstante, estudios con animales ya habían sugerido que una glándula tiroides «poco activa», clave del hipotiroidismo, afecta a la regeneración ósea y debilita el hueso restante.
Una enfermedad subclínica
El hipotiroidismo subclínico provoca síntomas que a menudo se atribuyen al estrés, cansancio, falta de vitaminas o exceso de trabajo
Muchas personas padecen problemas de tiroides sin saberlo -una cifra que aumenta con la edad- y estos son más destacables ante un hipotiroidismo subclínico. La enfermedad se diagnostica en general a través de la determinación de los niveles en sangre de la hormona estimuladora de la tiroides, la tirotropina (TSH).
Cuando los niveles de esta hormona son altos, indican que la tiroides está activa en exceso (hipertiroidismo). Si por el contrario los valores de actividad son bajos, la persona sufre hipotiroidismo. No obstante, esta disfunción se hace evidente cuando las anomalías de la TSH implican cambios en la producción de las hormonas tiroideas T3 y T4. Niveles altos o bajos de TSH no modifican los valores de T3 y T4, cuando los pacientes desarrollan hipertiroidismo o hipotiroidismo muy sutil (subclínico).
Silente con síntomas reconocibles
Al pasar desapercibido, el hipotiroidismo subclínico carece, en principio, de síntomas. Sin embargo, personas diagnosticadas y estudios realizados destacan con frecuencia un abanico de señales que se atribuyen a menudo, de manera errónea, a estrés, cansancio, falta de vitaminas o exceso de trabajo. Por ser molestias que padecen la mayor parte de los ciudadanos en un momento u otro, en general, los afectados no acuden al médico. Pero las anomalías en los niveles de hormonas tiroideas, aunque sean mínimas, afectan a las funciones de los órganos. También diversos trabajos coinciden en cómo ocurren: dolores musculares, cansancio o astenia, sequedad de piel, aumento de peso, somnolencia, alopecia y caída del cabello.
Detectar la enfermedad antes de que pase a ser clínica es vital para no desarrollar otros problemas relacionados con un incremento del colesterol total y de los triglicéridos y, como consecuencia, del riesgo cardiovascular, o un aumento de peso involuntario. En estados más avanzados, sin tratamiento, disminuye el sentido del gusto y del olfato, se diagnostica ronquera, hinchazón de cara, manos y pies, lentitud al hablar, engrosamiento de la piel y adelgazamiento de las cejas.
Entre las razones que justifican el tratamiento farmacológico del hipotiroidismo subclínico, en general con levotiroxina, figuran el alivio sintomático, la mejora del perfil lipídico y de la función cardíaca, los efectos beneficiosos sobre la aterosclerosis prematura y la prevención del desarrollo de hipotiroidismo clínico. Sin embargo, también tiene inconvenientes en algunos casos, como la ausencia de beneficio, la necesidad de medicación y revisiones médicas durante toda la vida, así como la posibilidad de desarrollar problemas de huesos y del sistema cardiovascular.
La mayoría de especialistas consideran que debe iniciarse el tratamiento cuando los niveles de TSH superan 10-20 mU/L, se diagnostica bocio, sintomatología (dolores musculares, cansancio, alopecia…), la anomalía se asocia a la presencia de anticuerpos antiperoxidasa (que aumenta las probabilidades de evolucionar a hipotiroidismo clínico) y cuando se detecta hipercolesterolemia y alteración de las fracciones lipídicas.
La American Thyroid Association establece numerosas causas por las que las células de la glándula tiroides no funcionan de forma adecuada:
- Enfermedad autoinmune: fallos en el organismo pueden provocar que el sistema inmune confunda las células tiroideas y sus enzimas con agentes invasores y atacarlas, además de provocar que no haya suficientes células ni enzimas para producir la cantidad adecuada de hormona tiroidea.
- Cirugía de la tiroides: algunas enfermedades conllevan la pérdida total o parcial de la glándula, como nódulos tiroideos o cáncer de tiroides. La pérdida completa supone el desarrollo de hipotiroidismo.
- Tratamiento radiactivo: algunos pacientes con enfermedades graves (cánceres de cabeza y cuello o bocios nodulares) se someten a tratamientos radiactivos que destruyen la glándula.
- Enfermedad congénita: algunos bebés nacen sin glándula o con solo una parte, otros la desarrollan en el lugar incorrecto o nacen con un mal funcionamiento de las células tiroideas.
- Tiroiditis: procesos inflamatorios que se localizan en la glándula tiroidea provocados, a menudo, por un ataque autoinmune o por una infección viral.
Otras posibles causas son la ingesta de algunos medicamentos, cantidades inadecuadas de yodo en el organismo (a través de los alimentos), daños en la hipófisis (glándula que da órdenes a la tiroides) y algunas enfermedades que causan un depósito de sustancias anormales en la tiroides (amiloidosis, sarcoidosis o hemocromatosis).