Los dulces nos gustan, ya sean en forma de bebidas frías o calientes, zumos o refrescos o postres. Pero si lo que queremos es adelgazar, y con ese fin sustituimos un producto azucarado (con azúcar) con otro que contenga un edulcorante (menos calórico), hay que saber que estas sustancias no solo pueden ser de poca utilidad para adelgazar, sino que tampoco son inocuas. Según una investigación reciente, incluso pueden perjudicar a la salud intestinal. Lo contamos en las siguientes líneas.
¿Azúcar o edulcorante? Para adelgazar, se puede barajar sustituir los productos con azúcar (con cuatro calorías por cada gramo) por otros que contengan una sustancia edulcorante con casi el mismo sabor y menos calorías. Pero ¡ojo! Los expertos advierten de que es un error asumir que un alimento es saludable solo por no contener azúcar. De hecho, «la retirada del azúcar añadido de un producto siempre implica un añadido de edulcorantes en cantidades importantes», dice el nutricionista y dietista Aitor Sánchez. Y los edulcorantes, apunta,»no son inocuos«. Las versiones edulcoradas de los alimentos tienen menos calorías, pero hacen un flaco favor al intestino, según una investigación reciente
Aunque no es cierto que los edulcorantes causen cáncer por sí mismos, la ciencia señala que tampoco son inofensivos. Los investigadores han cuestionado otros posibles efectos poco beneficiosos de estas sustancias. Mientras que algunos estudios alertan de que tomar edulcorantes puede incrementar el apetito, otros destacan que estas sustancias, al igual que ocurre con el azúcar al que pretenden sustituir, también pueden crear adicción. Y resulta, además, que tampoco son tan útiles para perder los kilos de más como pensábamos. Quienes reducen la ingesta de calorías a través del consumo de edulcorantes la compensan con otras comidas. En otras palabras: toman menos calorías en ese momento pero, según avanza el día, tienen más hambre, por lo que comen más.
Edulcorantes: flaco favor al intestino Hay muchos tipos de edulcorantes incluidos en muchos productos diferentes, desde alimentos hasta salsas o bebidas dietéticas. Su función es endulzar en lugar del azúcar, lo que significa aportar menos calorías. Los hay que, como la sacarina, la sucralosa y el aspartamo, son intensamente dulces en pequeñas dosis, lo que los hace idóneos para usar en refrescos bajos en calorías y chicles sin azúcar. El aspartamo (en Europa se etiqueta como E-951) está presente en chicles, yogures, cereales, salsas e incluso en algunas bebidas marcadas como light. Otros como el sorbitol y el xilitol aportan un mayor volumen, como el azúcar, por lo que se emplean en versiones edulcoradas de los productos de confitería.
Pero aunque es cierto que el edulcorante tiene menos calorías que el azúcar, una investigación reciente apunta que, quizás, al pedir la bebida en su versión edulcorada, le estamos haciendo un flaco favor a nuestra dieta y en concreto a la microbiota (conjunto de microorganismos) del intestino. Y resulta que estos diminutos inquilinos, sobre todo bacterias, son esenciales para nuestra salud y también para evitar problemas de tránsito intestinal.
Aunque el abuso del azúcar puede suponer daños fisiológicos y aumentar el riesgo de sobrepeso y obesidad, así como de padecer las enfermedades asociadas, algunos edulcorantes también modifican la microbiota intestinal, por lo que tampoco son inocuos para el cuerpo. Estos son los resultados de un estudio reciente publicado en Molecules.
Los investigadores de la Universidad de Negev (Israel) han concluido que la presencia de un miligramo por mililitro de sangre de algunos de los edulcorantes más comunes, como la sacarina y el aspartamo, ya tiene «efectos tóxicos» y negativos para la microbiota intestinal. En otras palabras: abusar de los edulcorantes desequilibra el importante balance de las bacterias y les impide trabajar de forma correcta.
Los científicos saben que estas bacterias que viven en nuestro cuerpo desempeñan un papel fundamental en la salud intestinal, además de que ayudan a mantener el equilibrio en el sistema inmunitario que protege contra las enfermedades. Pero los edulcorantes, dicen los científicos, pueden impedir que estos seres microbianos crezcan, además de producir desequilibrios que pueden dar al traste con la salud del intestino.
Este estudio apunta en la misma dirección de otra investigación publicada en Nature en 2014, cuyos resultados demostraron que tres edulcorantes artificiales, utilizados de manera habitual en bebidas y alimentos (sacarina, aspartamo y sucralosa), variaban las bacterias de la flora intestinal, provocando en los roedores intolerancia a la glucosa, un primer paso para la obesidad y la diabetes.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que la cantidad de energía diaria obtenida a través de azúcares añadidos no supere el 10 %, lo que se traduce en unos 25 gramos de azúcar diarios. Un envase de zumo individual contiene 11 gramos.