Además de fiebre, tos o sensación de falta de aire, hay otros síntomas que nos pueden hacer sospechar que sufrimos una infección por SARS-CoV-2. Dolor muscular, torácico, de cabeza o al tragar (odionofagia), diarrea, anosmia (pérdida de olfato) y ageusia (pérdida de gusto) están entre los más comunes. Pero una vez pasada la covid-19, como ocurre en otras enfermedades, puede suceder que aún no hayamos recuperado el sentido del olfato, con todo lo que ello supone. A continuación, te contamos más sobre este problema y qué se puede hacer para revertirlo.
Anosmia: qué es y cómo nos afecta
La anosmia es la ausencia total de olfato. En el caso de que experimentemos una reducción de este sentido, estaríamos ante una hiposmia (se pueden oler algunos aromas), y si apreciamos una distorsión de percepción olfativa, sería una parosmia (algunos aromas nos huelen de forma distinta a la habitual).
En principio, no tener olfato no parece grave, pero afecta a la calidad de vida de quien carece de él. El olfato nos permite disfrutar de una buena comida, el aroma de la naturaleza, el olor de nuestros seres queridos… Resulta clave para alertarnos de situaciones de peligro como un incendio, un escape de gas o el mal estado de un alimento o una bebida.
“A diferencia de otros sentidos, la percepción olfativa alcanza sin filtro previo el sistema límbico, la amígdala y el hipocampo, centros de emociones, sentimientos y recuerdos (memoria afectiva), desencadenado de forma refleja e incontrolable una respuesta inmediata e influyendo en la toma de decisiones, en el consumo, en la salud, en la elección de pareja…”, explica Adela González, otorrinolaringóloga, miembro de la ejecutiva de la Red Olfativa Española (ROE) y experta en alteraciones olfatogustativas.
La anosmia es síntoma de algunas enfermedades, anticipo de algunas y causa de otras. De hecho, puede provocar depresión y acortar en cinco años la esperanza de vida. Este trastorno está relacionado con el gusto, pues el 80 % del sabor proviene del olfato. Además, es un sensor precoz de enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson y el Alzheimer: “Aparece como síntoma único cinco años antes de que se desarrolle la enfermedad”, concreta esta especialista de la Clínica ORL Ciudad Gijón, en la misma localidad asturiana.
Imagen: Andrea Piacquadio
Por qué se pierde el olfato
La disfunción olfatoria es más común de lo que parece. Las estimaciones de la prevalencia en la población general antes de la pandemia, según este artículo publicado en The BMJ, sugieren que el 19,1 % de los adultos (el 80 %, en personas mayores de 75 años) sufren pérdida total o parcial del olfato.
¿Por qué se produce? Como enumera la doctora consultada, entre las causas de la anosmia están:
– Enfermedades de origen nasosinusal: rinosinusitis, pólipos, rinitis alérgicas, tumores…
– Infecciones virales respiratorias, como las que afectan al tracto respiratorio superior: resfriado y gripe.
– Afecciones postraumáticas después de sufrir un traumatismo craneoencefálico.
– Otras causas: congénitas, tóxicos inhalados, medicamentos… y hasta más de 200 enfermedades diferentes.
Pérdida de olfato por covid-19
Desde el pasado mayo de 2020, a esta lista se une oficialmente el nuevo coronavirus. El informe final del ‘Estudio Nacional de Sero-Epidemiología de la Infección por SARS-CoV-2 en España (ENE-Covid)’ señalaba que el 43 % de las personas que habían sufrido la covid-19 en nuestro país habían referido la pérdida de olfato como síntoma.
Con el SARS-CoV-2, la anosmia aparece de forma repentina, en torno al tercer día de la infección, y suele ser severa. Afecta, según informes internacionales, entre el 5 % y el 85 % de los pacientes con covid-19, y se ha visto que en uno de cada cinco contagiados empieza a notarse incluso antes que los síntomas generales. De ahí que los responsables sanitarios recomienden el autoconfinamiento, así como la realización del test de detección del virus para su confirmación, a quienes no aprecian los olores que habitualmente perciben.
De entre los datos más destacados que se conocen en la actualidad sobre este problema están los de este estudio español, que asegura que una mayor gravedad de la pérdida del olfato y del gusto se asocia a un menor requerimiento de ingreso hospitalario. Y también esta investigación española, que confirma que las mujeres la sufren de forma más frecuente y más grave que los hombres.
Cómo se diagnostica la anosmia
La anosmia no puede ser subjetiva. “Una autoevaluación olfativa es poco fiable”, sostiene Adela González. Por eso, es necesario acudir al otorrinolaringólogo, preferiblemente de una Unidad del Olfato, para que haga el diagnóstico. El especialista realizará para ello:
– Una historia clínica detallada del paciente, a nivel general, de otorrinolaringología (ORL) y quimiosensorial para medir el olfato.
– Un examen físico ORL que incluye endoscopia nasal para para valorar las distintas áreas de las fosas nasales y si hay patología estructural o inflamatoria. También se hace un examen neurológico de pares craneales (nervios craneales).
– Un test olfato-gustativo estandarizado (olfatometría) para detectar las alteraciones tanto cualitativas como cuantitativas de la percepción olfato-gustativa y quimiosensorial. Esta prueba permite estudiar la cantidad de olfato que ha perdido el paciente y la cualidad del olfato, detectando qué olores no reconoce, o si existen interpretaciones anómalas: cacosmia (olores desagradables), disosmia (distorsión de un olor) o fantosmia (alucinación olfativa).
– Y, en algunas ocasiones, pruebas complementarias como: analítica de sangre, pruebas de imagen (tomografía computada o resonancia magnética), etc.
Cómo recuperar el sentido del olfato
Imagen: monicore
Una vez determinado que hay anosmia, el tratamiento dependerá en mayor medida de la causa. En la mayoría de los procesos virales se recupera con el tiempo o se utilizan corticoides orales o intranasales para revertir la situación. Si la anosmia se debe a un medicamento que provoca la pérdida de olfato, desaparecerá en cuanto se deje de tomar el fármaco. Abandonar el tabaco también es otra opción. En problemas rinosinusales, podría optarse hasta por la cirugía. Lo más seguro es que no se pueda oler de nuevo, si se han dañado los nervios que controlan este sentido o detrás hay una causa congénita. Y en el caso de enfermedades neurodegenerativas y causas postraumáticas, la alternativa se llama entrenamiento del olfato.
¿Cuándo vuelve el olfato después de la covid-19?
Como ocurre con otras afecciones respiratorias, la recuperación se produce cuando cesa la infección o, en la mayoría de los casos, dentro del primer mes de iniciada la enfermedad. Según el primer estudio multicéntrico citado (realizado en 15 hospitales), casi el 50 % de los pacientes con covid-19 mejoraron a las dos semanas del diagnóstico y corroboraron que cuanto más grave es la pérdida de olfato, más tarde se recupera. “En general se produce una mejora de forma espontánea, pero en un porcentaje de pacientes esa alteración persiste en el tiempo, afectando el sabor, la calidad de vida y la seguridad, ya que mediante el olfato se evitan riesgos de inhalación de agentes tóxicos o consumo de alimentos en mal estado”, advierte el doctor Isam Alobid, presidente de la Comisión de Rinología, Alergia y Base de Cráneo Anterior de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) y uno de los autores del estudio.
No obstante, en un 10,6 % de los casos, como se apunta en el artículo de The BMJ, esa vuelta a la normalidad no sucede. ¿Qué hacer entonces? En un centro especializado evaluarán la situación y verán qué posibilidades de tratamiento existen. Los expertos, como Adela González, proponen como tratamiento el entrenamiento o la rehabilitación olfatoria, “que ha demostrado eficacia con un nivel de evidencia científica tipo 1 en las anosmias postvirales, para las que se lleva utilizando desde hace años. A día de hoy no se dispone de otro tratamiento ni farmacológico ni quirúrgico que haya demostrado un nivel de evidencia de eficacia científica en este tipo de anosmias”.
Cómo recuperar el olfato con entrenamiento olfativo
El entrenamiento olfativo o la rehabilitación olfatoria está indicado para personas con pérdida permanente de este sentido después de un mes padeciendo esta alteración. Pero debe estar diagnosticado. Para poder iniciar este tratamiento, el paciente debe haberse sometido antes a la exploración y la evaluación del sentido del olfato mediante el test olfatométrico estandarizado. Con el resultado de esta prueba, y una vez descartadas las lesiones endonasales, el especialista en alteraciones del olfato y el gusto prescribirá un entrenamiento personalizado con determinados aromas que se podrán ir variando según evolución durante un tiempo mínimo de 20 semanas.
Imagen: doTERRA International, LLC
Como explica la otorrinolaringóloga, “esta exposición sistematizada y estructurada a estímulos odoríferos durante un periodo de tiempo determinado se basa en el poder regenerador de las neuronas olfatorias y la gran plasticidad del sistema neural olfativo en todos sus niveles: epitelio olfativo, bulbo olfatorio y centros olfativos cerebrales cuando son expuestos a olores diferentes de forma constante y sistemática”. Con esta terapia, el paciente entrena su olfato y su capacidad cerebral para identificar olores, almacenarlos y recordarlos, acelerando de esta manera la regeneración de las células dañadas.
¿En qué consiste este entrenamiento? Es una rutina diaria de dos sesiones (mañana y tarde), de unos 10 minutos de duración, en las que se huelen distintos frascos de aceites esenciales, tratando de identificar cada aroma, tal y como explican desde la Unidad de Olfato del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico San Carlos de la Comunidad de Madrid.
Los odorantes utilizados varían según el tipo de pérdida olfato-gustativa, comenta la doctora González. Muchos de ellos los podemos conseguir en nuestro entorno para elaborar los kits necesarios para esta fisioterapia. Los aromas tradicionales son cuatro: floral (rosa), afrutado (limón, naranja), especiado (clavo) y resinoso (eucalipto). Y hasta en esta web perteneciente a AbScent, una organización benéfica de Reino Unido que ayuda a personas que ha sufrido pérdida del olfato, explican cómo fabricarlos de manera artesanal. Pero también pueden comprarse hechos en las farmacias dependiendo de las necesidades específicas de cada caso.
Pero siempre será el especialista en estas alternaciones olfativas quien asesore cómo llevar este tratamiento, pues se personaliza en función de los resultados. Como detallan en el hospital madrileño, se complementa con un cuadernillo que el paciente debe rellenar y entregar al finalizarlo, con el fin de mejorar el cumplimiento, evaluar la mejoría olfativa y valorar una posible modificación de la pauta de olores entrenados. En algunos centros están trabajando en el desarrollo de una aplicación en el móvil para poder llevar este control.
Tras completar la rehabilitación, se realiza una nueva olfatometría con el objetivo de ver el grado de mejoría que ha conseguido el paciente. Desde la Unidad de Olfato del hospital madrileño señalan que “con este entrenamiento se consigue acelerar la recuperación del olfato en gran medida, hasta tal punto que los pacientes pueden mejorar en varios meses lo que sin tratamiento podrían tardar muchos años en recuperar”.