Ya no solo es posible tener alergia al polen, al polvo, al pelo de la mascota o a ciertos alimentos. El abanico se ha extendido, y mucho. Nuestro estilo de vida, todo lo que respiramos, comemos o tocamos se ha transformado en las últimas décadas y ha generado nuevos alérgenos patógenos en lugares insospechados, como una botella de plástico o un colgante que adorna nuestro cuello. Incluso las mejoras en el aislamiento de los hogares y la poca ventilación han aumentado la presencia de alérgenos en viviendas, oficinas y comercios. ¿Cuáles? En las siguientes líneas explicamos qué sustancias, materiales y microorganismos están dándonos más guerra como nuevos alérgenos.
Las últimas décadas han incorporado nuevas afecciones al listado de las ya conocidas al polen, al polvo o al pelo de las mascotas. Pero aunque las sustancias que originan una reacción alérgica pueden ser debidas a «cosas de toda la vida» o a hábitos recién adquiridos, los síntomas son prácticamente idénticos para el afectado. Así, las provocadas por alérgenos (la sustancia que provoca la alergia) que respiramos (ácaros, sustancias químicas, hongos…), traen como consecuencia picor, obstrucción y goteo nasal, estornudos consecutivos, rinitis, dificultades respiratorias, asma, migrañas…; mientras que las que provienen de los alimentos que ingerimos causan problemas intestinales, hinchazón abdominal, dolores de cabeza, picores locales, ronchas y urticarias epidérmicas, como ocurre con las denominadas alergias de contacto (provocadas por tejidos, metales y productos cosméticos y de higiene).
¿Cuáles son los nuevos enemigos? Estas son las alergias «de vanguardia»:
Antifúngicos
Una sustancia empleada en la fabricación del calzado provoca en algunas personas una dermatitis tóxica. Hablamos del dimetilfumarato, un antifúngico y antibacteriano que también se utiliza en las famosas bolsitas antihumedad que se incluían en las cajas de zapatos. En Europa se prohibió en 2009, pero los expertos temen que se siga empleando de manera ilícita. Una investigación del Hospital Universitario de Malmö (Suecia) analizó diferentes calzados en busca de dicha sustancia. Esta se encontró en varios productos (algunos de marcas españolas), y todos tenían en común haber sido fabricados en China.
Según otro estudio de la Universidad del Mar (Barcelona), en colaboración con el Hospital General Universitario de Alicante y el Hospital General Universitario Morales Meseguer (Murcia), la mayor parte de este compuesto llega a los zapatos por las bolsitas antihumedad. Esta sustancia es muy volátil y, en condiciones de calor extremo, puede impregnar el calzado durante su transporte. Además, a pesar de su prohibición en Europa, se continúan viendo casos de esta alergia, ya que muchas personas guardan el calzado de temporadas anteriores en cajas con bolsitas antibacterianas. Sin embargo, en esta investigación se encontraron también casos en los que este componente estaba integrado en el zapato, en concreto en la parte más dura. Solo con una prueba de laboratorio, la cromatografía de gases, se puede saber si un zapato contiene esta sustancia, por lo que es labor de los fabricantes controlar que no se utilice este compuesto en la fabricación ni las bolsitas antihumedad.
Si se presenta irritación en la piel, hay que deshacerse del objeto que haya estado en contacto directo con esas bolsitas.
Níquel
La moda de los pírsines ha desatado un gran número de alergias de contacto a este metal. Se halla también en objetos como cubiertos, monedas, cremalleras, teléfonos móviles, llaves y tizas. La solución pasa por no ponerse ningún abalorio que no sea de un metal noble: platino, oro o plata. En cuanto al resto de objetos, algunos, como los móviles, incluyen la información de los materiales en sus especificaciones. Otros, como las llaves, las cremalleras o las tizas, dependerán del fabricante. Lo recomendable es preguntar y, si se desconoce la información, no comprar.
Látex
Presente en los guantes quirúrgicos y profesionales, tetinas, juguetes, globos, chupetes, zapatos y en infinidad de productos de uso cotidiano, según la Asociación Española de Personas con Alergia a Alimentos y Látex (AEPNAA): «Se ha incrementado esta alergia debido a un mejor conocimiento y diagnóstico de la misma, a la utilización masiva de utensilios de látex y a un descenso en la calidad de los productos sanitarios para bajar el precio y aumentar la rapidez de producción». Ante el menor síntoma de hinchazón, picor o ronchas, hay que acudir al dermatólogo y sustituir el material por otros como el neopreno o el vinilo. Para saber de qué está elaborado un objeto, basta con buscar la información en la etiqueta o en el envase.
Hongos y esporas
Ocultos en sistemas de aire acondicionado y calefacciones, adheridos al polvo o a las hojas caídas de los árboles, son más prolíficos que los pólenes y pueden desarrollar enfermedades mucho más graves que una rinitis. El mayor riesgo lo tienen los asmáticos. La solución pasa por controlar los síntomas con antihistamínicos y la vacuna adecuada. A los afectados por esta patología se les recomienda mantener seco el cuarto de baño, no usar esponjas, dar preferencia a las fibras sintéticas sobre el algodón y limpiar con frecuencia los filtros del aire acondicionado.
Tintes capilares
La culpa es de la parafenilendiamina, una sustancia muy utilizada en tintes y tatuajes temporales. Según el British Medical Journal, se ha detectado un aumento del 7 % en las consultas de dermatología debido al abuso de los tintes capilares. Los síntomas van desde erupciones en el cuero cabelludo hasta hinchazón facial. ¿La solución? Emplear pigmentos bio e hipoalergénicos. Los alérgicos tienen que fijarse en la etiqueta y no comprar los que tienen entre sus compuestos la parafenilendiamina (bajo las siglas PPDA) o sus derivados (m-aminofenol o el tolueno-2,5-diamino sulfato).