El dolor de espalda constituye, según la Sociedad Española de Columna Vertebral (GEER), un “problema sanitario de primera magnitud”. Los datos así lo confirman: ocho de cada diez españoles han sufrido o sufrirán en algún momento de su vida dolor de espalda. Y las estadísticas también muestran que afecciones como el lumbago -dolor en la zona lumbar- van a más. Además, padecer una alteración de la estructura ósea de las vértebras, si no se trata bien desde el principio, puede desestabilizar la columna vertebral e incluso comportar lesiones de la médula espinal. El artículo explica cuáles son las principales lesiones de la columna vertebral y los factores de riesgo de la lumbalgia. Además, describe qué son las fracturas vertebrales por osteoporosis.
Lesiones de la columna vertebral
Para los traumatólogos, es muy importante atender a cualquier dolor relacionado con la columna. Tal y como indica Imanol Vega, líder de la Unidad de Traumatología y Columna del Hospital Vithas San José, de Vitoria-Gasteiz, «si se diagnostica a tiempo puede tratarse con éxito desde el principio». De ahí que un diagnóstico rápido sea primordial.
Las afecciones varían en función de la edad. Según Vega, los más jóvenes tienen sobre todo lumbalgia funcional, seguida de contusiones y hernias discales. La mayoría de las personas sufrirán a lo largo de su vida una de ellas, el lumbago, una patología relacionada con la vida sedentaria o las malas posturas en los puestos de trabajo, entre otros.
Por su parte, las patologías más habituales de las personas mayores son las fracturas vertebrales (ocasionadas por golpes, caídas e incluso estornudos), escoliosis degenerativa y estenosis de canal. Según Vega, las fracturas vertebrales pueden pasar desapercibidas y se curan solas con el tiempo, aunque no es lo deseable, porque la columna se desestabiliza hacia delante, lo que provoca una serie de posturas incorrectas que a la larga pasarán factura. De ahí que el experto insista en la importancia de un diagnóstico precoz.
Factores de riesgo de la lumbalgia
La lumbalgia ocupa el segundo lugar entre las enfermedades reumáticas que peor calidad de vida provocan por sus limitaciones físicas
La lumbalgia puede describirse como una sensación dolorosa centrada en el área de la columna lumbar, lo que repercute en la movilidad normal de la zona debido al dolor, según la Sociedad Española de Columna Vertebral. Esta afección reumática provoca dolor de espalda, en concreto entre las últimas costillas y la zona glútea, y está relacionada con degeneración del disco vertebral, artrosis de las vértebras, fracturas por osteoporosis o escoliosis.
Según la GEER, la lumbalgia inespecífica es un proceso lumbar cuya causa no puede determinarse y sucede en el 90% de los casos, para los cuales «no hay ningún tipo de lesión demostrable». En la mayoría de los casos, esta situación se produce cuando se ha sometido la zona baja de la espalda a «malos tratos» durante un periodo prolongado.
Según el estudio EPISER, auspiciado por la Sociedad Española de Reumatología (SER), la lumbalgia ocupa el segundo lugar entre las enfermedades reumáticas -el primero es para la artrosis de rodilla- que peor calidad de vida provocan en cuanto a las limitaciones físicas. Detrás de la lumbalgia hay un proceso inflamatorio que se resuelve con el tiempo. Aunque, tal y como indica Vega, no hay nada que acelere la recuperación de este proceso benigno. Algunos aspectos que ayudarán a mejorar esta situación son «mantenerse activos y evitar el sofá durante largos periodos de tiempo».
Las causas de la lumbalgia son varias, entre las que destacan el sobrepeso, la falta de ejercicio, la carga de mucho peso o el trabajo sedentario. Este último lleva, en muchos casos, a adoptar malas posturas mantenidas durante un tiempo, lo que deriva en dolor de espalda o de cintura.
Esta afección la sufren más las mujeres, a las que se les añade la osteoporosis. Pasada una edad, que ronda los 55 años, el proceso menopáusico reduce la capacidad de absorber el calcio, lo que a largo plazo puede provocar más problemas debido a malas posturas que, mantenidas en el tiempo, pueden acabar en microfacturas óseas.
También las actividades domésticas, como hacer la cama, planchar, limpiar estanterías que están por encima de los hombros o cargar peso, pueden ser desencadenantes del dolor lumbar, según la SER. Algunos consejos para ayudar a minimizar este mal son dormir sin almohadas y de lado o boca arriba.
Las fracturas vertebrales son uno de los tipos más comunes de fractura por fragilidad ósea y son consecuencia de osteoporosis. Esta ruptura de la vértebra se produce muchas veces por un traumatismo banal, según el Grupo Español de Neurorradiología Intervencionista (GeNI). Estas fracturas, que por lo general son muy dolorosas, sobre todo en la zona dorsal o lumbar, pueden surgir tras realizar una actividad “normal”, como agacharse. A la larga, la aparición de múltiples fracturas vertebrales puede provocar incurvación y deformidad de la columna (cifosis). Cuando esta última es severa, se produce un efecto de compresión en los órganos que afecta a la capacidad de respirar, caminar, comer o dormir.
El tratamiento de las fracturas vertebrales puede ser conservador o quirúrgico. El conservador incluye reposo, analgésicos y uso de corsés con los que es posible reducir el dolor (este proceso dura de dos a tres meses), aunque ni estabilizan la fractura ni corrigen la deformidad. Si con el tratamiento conservador no se mejora, y el dolor es tan intenso que limita llevar una vida normal, y cuando el reposo prolongado conlleva otros riesgos en ciertos pacientes, como pérdida de masa muscular, trombosis venosas o desmineralización ósea, se aplica el tratamiento quirúrgico abierto.
La cifoplastia y la vertebroplastia logran mejorar la sintomatología dolorosa. La primera se hace en personas con fracturas con cierta deformidad o pérdida de altura, porque permite restaurar la altura de la vértebra y evitar la cifosis. Consiste en introducir unos balones deshinchados a través de unas agujas guiadas por rayos X. Una vez en el interior del cuerpo vertebral, se hinchan y se logra recuperar la altura perdida. Después, se desinflan y retiran y se rellena el hueco con cemento líquido. Cuando este se seca, se mantiene la altura del cuerpo vertebral y disminuye o elimina el dolor.
La vertebroplastia consiste en inyectar cemento líquido dentro del cuerpo vertebral fracturado con unas agujas guiadas por rayos X. Al cabo de unos minutos, cuando el cemento se seca, disminuye o desaparece el dolor e impide que se acentúe la pérdida de altura de la vértebra.