Un falso rumor sanitario se extiende inexorablemente. El uso de Internet y las redes sociales puede multiplicar las noticias falsas sin evidencia científica y las falsas alertas sanitarias que dañan la salud de las personas. El coronavirus no se ha librado de bulos y fake news. Médico especialista en Medicina Familiar y Comunitaria, miembro del Consejo Científico del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM), Jaime Barrio (Madrid, 1986) participa en el recién creado Observatorio digital del ICOMEM, una iniciativa para evitar la desinformación sanitaria que cuenta con la colaboración de la Agencia EFE, Maldita Ciencia, la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
El Observatorio del que usted es miembro colabora con medios que se dedican a desmentir falsas noticias. ¿Cuál es su objetivo?
Estos medios buscan información, detectan temas de salud incorrectos o falsos y, entonces, nos contactan. Nosotros la contrastamos, buscamos la información en instituciones oficiales y en literatura científica y, más tarde, les pedimos que desmientan si realmente hay pruebas de que lo dicho no es verdad. También aclaramos ciertas informaciones que, sin ser bulos, no se sabe su veracidad real porque no hay estudios suficientes en el momento actual.
¿Por ejemplo?
Por ejemplo, con el coronavirus hay que tener cuidado con datos todavía desconocidos pero que tampoco se pueden descartar al 100 %, como los relacionados con su transmisión, fisiopatología o tratamiento, ya que hay que esperar a más estudios. Otras veces, hay que aclarar informaciones que, más que bulos en sí mismos, pueden ser excesos de celo de algunas actuaciones o medidas excesivas de seguridad, como cuando se difundió que no se podía entrar en casa con los zapatos tras volver de la calle. Esto, sin ser un bulo, fue una actuación que no se consideró necesaria.
¿Y cuál es el papel de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APETP) y la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM)?
Son asesores y consultores. A veces detectan un fake y nos piden difusión; otras, que les ayudemos a contrastar las fuentes. Contamos con ellos porque hay mucha información falsa en las redes e Internet en temas de tratamientos y en temas de cáncer. Por ejemplo, hay bulos como que el MMS (el hipoclorito de sodio) cura el cáncer o que la vitamina C cura todos los males, que deben de ser desmentidos. Esta información falsa puede perjudicar la salud de las personas también al demorar los diagnósticos de patologías como el cáncer.
¿Cuáles son los bulos más repetidos?
En general, los de tratamientos milagrosos de enfermedades. En el caso del nuevo coronavirus, sobre el origen artificial del virus: que «ha salido de un laboratorio», que» tiene intereses comerciales» o que «se ha creado para desestabilizar países». Sin embargo, lo que dice la OMS es que es un virus de origen animal. Luego, hay bulos sobre los mecanismos de contagio: que «la picadura de un mosquito puede transmitir coronavirus» o que «se transmite por el aire». El contagio se produce por secreciones de otra persona (de ahí la necesidad de la distancia de seguridad) o por llevarnos las manos a la boca o los ojos tras tocar objetos contaminados (por eso son fundamentales las medidas de prevención e higiene). También se dice que puede permanecer unas horas en el aire por aerosoles, pero esto no está del todo claro y por eso hay dudas con las mascarillas y no terminan de dejar claro cuándo hay que usarlas y cuándo no. De momento, solo es necesario su uso en profesionales sanitarios, personas enfermas y cuidadores de enfermos, mientras que es aconsejable en casos de grandes congregaciones como el transporte público o los supermercados.
¿Cuáles son los bulos que han tenido más éxito?
Los que más han triunfado están relacionados con la COVID-19, y tienen que ver con alimentos y con líquidos, como que deben consumirse abundantemente durante el día bebidas calientes, como infusiones o caldos, porque supuestamente matan el virus. También, que puedes hacer gárgaras con alcohol o beber vino para prevenirlo. O que el MMS (suplemento mineral milagroso) o hipoclorito de sodio, que es un compuesto tipo lejía, cura el coronavirus en 24 horas, el cáncer o el autismo, cosa que no es verdad. Además, han tenido éxito los bulos sobre que no era seguro usar el ibuprofeno y que debía prohibirse, aunque la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios sacó un comunicado diciendo que era seguro. Y se ha difundido bastante que el virus se mata con exposición al sol, lo que no es suficiente porque el coronavirus solo muere a partir de los 60 ºC. Esto explica la necesidad de lavar la ropa a esa temperatura.
¿Qué bulos son los más peligrosos?
Todos tienen cierto peligro. Por un lado, están los que buscan aumentar el caos y el miedo de la población, y que generan mucha ansiedad. Pero los más peligrosos son los que afectan a la salud de las personas, que están relacionados con el diagnóstico, la prevención o con tratamientos de enfermedades. También aquellos que fomentan la búsqueda de likes sin importarles la veracidad de sus palabras.
¿De qué modo las personas de a pie podemos detectar una noticia falsa?
Tenemos que ser críticos. Hay que identificar el medio y la fuente de la noticia, y no reenviar esta clase de bulos, ya sean mensajes escritos, audios o vídeos, sin contrastar antes la información en instituciones. No hay que fiarse de la información sin firma, puesto de trabajo y cargo, ni de imágenes o vídeos impactantes que creen alarma social, ya que muchas veces están sacadas de contexto o son de otra fecha. Hay que desconfiar de los datos que difieren mucho de las cifras oficiales y de las recomendaciones que no coinciden con las consejerías o Ministerio de Sanidad y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Y, sobre todo, si se ven informaciones contrarias a los organismos oficiales.
¿Cómo podemos frenar los bulos si quienes los propagan son, a veces, los presidentes de los gobiernos?
Con sentido común, desconfiando siempre de información de gente no experta en la materia. Hay que intentar buscar siempre las recomendaciones de profesionales e instituciones sanitarios oficiales. En el caso de Trump, por ejemplo, tras las declaraciones, sus asesores gubernamentales y el personal sanitario aclararon sus desafortunadas palabras y pidieron a los ciudadanos no seguir sus recomendaciones.
¿Dónde podemos cotejar la información que nos llega?
Les ofrecemos a los ciudadanos recursos de webs y organismos de control oficiales de interés [ver aquí]. De arriba abajo: comprobarlo siempre en la OMS, en la CDC y en la ECDC (que son los centros para el control de la enfermedades americano y europeo). Y luego en el Ministerio de Sanidad, en la Consejería de Sanidad y en otras fuentes en las que participan también pacientes, como Guía Salud.