La migraña afecta a una de cada seis mujeres y a uno de cada doce hombres. Este tipo de cefalea es algo más que un dolor de cabeza más intenso de lo normal. Es una enfermedad que puede afectar seriamente la calidad de vida de quien la padece, condicionar su actividad laboral, familiar y personal. Todavía no están claras sus causas. De los factores ambientales a la genética, nuevos estudios aportan más información a este verdadero rompecabezas
La meteorología como desencadenante
Imagen: Amanda G
Los afectados saben, de manera probable, que el precio por una buena cena con vino, queso curado y chocolate será un día siguiente de migraña. Pero la lista no acaba aquí, ya que hay numerosos factores que se relacionan como desencadenantes. La meteorología es una de las causas clásicas implicadas en las crisis. Hasta ahora, la evidencia ha sido algo contradictoria, con datos a favor y en contra. Distintos estudios efectuados sobre la influencia de los cambios atmosféricos como desencadenantes del desarrollo de una crisis de migraña arrojan resultados muy dispares, con cifras que varían del 7% al 78%.
Esta gran dispersión hace presuponer una dificultad para recoger todas las variables de forma objetiva. Dos aspectos sí parecen quedar claros a la luz de las distintas investigaciones. Uno de ellos es el viento como claro implicado. Estudios efectuados en zonas que registran de manera periódica vientos intensos, como el cierzo -de componente noroeste- o la tramontana -un viento fuerte y frío que viene del norte, de origen polar-, recogen una mayor incidencia de crisis en los días en que estos soplan con fuerza.
Pese a que el viento suave, los días soleados o las altas presiones atmosféricas parecen implicados en las crisis, los estudios no lo sostienen
Otro aspecto claro es que, a pesar de que no haya un fenómeno meteorológico al que pueda etiquetarse de forma clara como culpable -excepto el viento-, muchos pacientes coinciden en el hecho del «cambio de tiempo» como factor implicado. No obstante, un estudio reciente parece desmentir que los cambios meteorológicos disparen una crisis. Para su realización, un grupo de 238 adultos con migraña llevaron a cabo un registro de sus crisis durante tres meses. Además de anotar los episodios de dolor intenso de cabeza, detallaron los factores a los que habían estado expuestos y que están potencialmente asociados a este tipo de cefalea, incluidas siete preguntas sobre las condiciones meteorológicas.
Los datos se cotejaron con los de un instituto meteorológico de Viena para intentar medir de forma objetiva la relación entre los cambios de tiempo y los síntomas de los participantes. A pesar de que a primera vista algunas variables meteorológicas, como el viento suave, los días soleados y las altas presiones atmosféricas, parecían implicadas en las crisis, el análisis estadístico no las consideró significativas.
El mayor estudio realizado
El conocimiento de la migraña ha dado un paso importante con la publicación de la «Encuesta PALM». Éste es el mayor estudio que se ha llevado a cabo en España sobre la migraña y está respaldado por los neurólogos Jorge Matías-Guiu, Jesús Porta-Etessam, Valentín Mateos, Samuel Díaz-Insa, Arturo López-Gil y Cristina Fernández, del Comité Científico del Programa PALM (Plan de Acción en la Lucha contra la Migraña). El trabajo se basa en una encuesta realizada a 5.668 contactos válidos, cuyas conclusiones se han publicado en la revista ‘Cephalalgia’, la publicación oficial de la International Headache Society.
La encuesta corrobora una mayor prevalencia de esta afección en mujeres, algo más del doble que en los hombres. Por rango de edad, el mayor número de afectados tiene de 30 a 39 años de edad. Dado que en esta franja se está en plena actividad laboral, es fácil suponer el gran impacto que la patología implica en el ámbito laboral.
El 38% de los afectados se ven obligados a abandonar la tarea que realizan mientras sufren una crisis. Se calcula que se pierden casi 4 días de trabajo al año en el caso de los hombres y algo más de 8 en el de las mujeres. Un dato curioso es la distinta prevalencia geográfica. De esta manera, Navarra registra la tasa de incidencia más baja (un 7,6% de los encuestados había padecido un episodio de migraña en el último año) y Canarias la más alta, con un 18%. Estas diferencias resultan interesantes ya que podrían permitir un mayor conocimiento de los factores que provocan las crisis.
El estudio también pone en evidencia que casi un tercio de los encuestados no habían sido diagnosticados, a pesar de que la migraña es un tipo específico clasificado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una de las cefaleas que más discapacidad provoca. Otra conclusión que se extrae es que muchos de los pacientes consultados no recibían el tratamiento adecuado. También se constata el frecuente consumo de fármacos sin indicación médica, mayor sobre todo en las personas que no han consultado nunca a su médico.
El Programa PALM tiene como finalidad abordar y mejorar la problemática de la patología e implica tanto a neurólogos y médicos de Primaria como a los pacientes y a la propia Administración.
En el extremo contrario, un estudio reciente ha identificado un factor genético denominado TRESK que, si no funciona de manera apropiada, aumenta la predisposición a sufrir crisis de migraña. Según los autores, esta variable genética podría actuar sobre los niveles de glutamato, uno de los neurotransmisores implicados en la transmisión de información entre las neuronas. De esta manera, se podría hablar de “cerebros hiperexcitables”, con mayor sensibilidad a los factores que pueden provocar este tipo específico de dolor de cabeza.
La investigación se efectuó mediante el análisis del genoma de acerca de 3.000 individuos con migraña. Los datos se compararon con otra muestra de 10.000 personas sin la patología para identificar las diferencias genéticas entre ambos grupos. Con el fin de confirmar los hallazgos, se volvieron a comparar los genomas de otro segundo grupo de más de 3.000 pacientes migrañosos con otros 40.000 individuos sanos.
El estudio lo ha efectuado un equipo internacional de científicos, con miembros de la Unidad de Genómica Funcional del Consejo de Investigación Médica (MCR) de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Este descubrimiento, publicado en la revista ‘Nature Genetics’, podría abrir nuevas opciones terapéuticas para esta enfermedad.