El vértigo o “alucinaciones del movimiento” se manifiesta diferentes formas: falta de estabilidad, pérdida del equilibrio, náuseas y vómitos. ¿Cómo diferenciar un vértigo de un mareo? Los médicos advierten de la dificultad para diagnosticar este mal sin haber realizado con anterioridad una exploración completa del oído del paciente. Este trastorno del equilibrio puede aparecer tanto en niños como en adultos y su tratamiento dependerá de la naturaleza del vértigo: periférico, central y mixto. Una vez detectada la causa del mal se puede tratar a través de medicamentos y de otras prácticas como la cirugía. No obstante, los especialistas en otorrinolaringología recuerdan que además de los tratamientos puntuales, existen una serie de medidas que el paciente puede desarrollar y que contribuyen a que los episodios o crisis de vértigo se mitiguen.
Síntomas y causas
El vértigo, pese a lo que pueda parecer, es un síntoma, no una enfermedad en sí misma. Concretamente, es el indicio de que algo no funciona bien en el oído interno o en alguna de las conexiones del mismo con el sistema nervioso central del cerebro. En ocasiones se confunden vértigo y mareo, sin embargo, “el vértigo hace referencia a una alteración del sistema vestibular (alojado en el oído interno y cuyo centro neurológico está en el tronco del encéfalo), mientras que el mareo es una alteración del equilibrio que no tiene por qué estar relacionado con el vértigo Se suele decir que siempre que hay vértigo existe sensación de mareo, pero no siempre que tenemos sensación de mareo existe vértigo”, explica el doctor Nicolás Pérez, director del departamento de Otorrinolaringología de la Clínica Universitaria Navarra. Y es que como comenta el doctor Andrés Soto, miembro de la Sociedad Gallega de Otorrinolaringología y del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Clínico Santiago de Compostela, “enfermedades muy diferentes y de distinta gravedad pueden tener como uno de sus síntomas el vértigo”. De ahí la importancia de un correcto diagnóstico que determine el problema y sus causas.
“El vértigo aparece cuando en el oído interno se produce un trastorno orgánico o funcional que hace perder la coordinación en el mantenimiento del equilibrio que debe existir siempre entre los dos oídos”, explican el doctor Pérez y la doctora María Soledad Boleas, de la Clínica Universitaria Navarra. El sistema vestibular, encargado de mantener el equilibrio, se encuentra formado por un laberinto posterior, el nervio vestibular y las vías vestibulares centrales. Dependiendo de si la zona lesionada es una u otra, se diferencian tres tipos de vértigo: los conocidos como periférico, central y mixto, éste último el más complejo al tratarse de una mezcla de los dos anteriores.
El vértigo periférico es el más frecuente, tiene lugar cuando la alteración está localizada en el laberinto (oído interno) y nervio vestibular. En estos casos, los pacientes notan presión y dolor en el oído, pierden audición y aprecian molestos zumbidos. Los especialistas señalan que normalmente este tipo vértigo aparece en épocas de primavera y otoño y las crisis que provocan son breves y aisladas. El vértigo central, por su parte, se produce cuando la lesión está localizada en el sistema nervioso central y es muy común que los pacientes sufran al andar, al colocarse en determinadas posturas, tengan visión doble, dolores de cabeza intensos y crisis de mayor duración.
Las causas que provocan el vértigo son múltiples y de distinta naturaleza. Entre las más comunes se encuentra el desplazamiento de los otolitos “partículas microscópicas de carbonato cálcico que se encuentran en una determinada zona del laberinto posterior, oído interno. Cuando se desplazan de su ubicación habitual, el paciente en el momento de levantarse, acostarse o tumbarse de lado siente sensación de vértigo. Esto se conoce como vértigo posicional paroxístico benigno“, explica el doctor Soto. No obstante, infecciones de oído, traumatismos cráneoencefálicos, tumores en el nervio vestibular o enfermedades neurodegenerativas también pueden ocasionar su aparición.
Los síntomas de las crisis de vértigo, que pueden durar desde segundos hasta horas o días enteros, son muy similares en todas las personas, aunque la intensidad y percepción puede variar de unas a otras. Sensación de movimiento rotatorio, desplazamiento anteroposterior o lateral, vómitos, náuseas y otros síntomas vegetativos como palidez, sudoración o palpitaciones, pérdida de agudeza auditiva, ruidos en los oídos, alteraciones de la fuerza o parálisis faciales, son algunas de las más habituales, según donde se localice la lesión.
En cualquier caso, como recomiendan los doctores Pérez y Boleas lo importante es “realizar una historia clínica para conocer qué padece el paciente y, sobre todo, si los síntomas se localizan en el oído o se trata de otros más neurológicos, para lo que debe hacerse un reconocimiento físico en profundidad”. Concretamente, en los niños, pese a que los episodios suelen ser esporádicos, es fundamental llevar a cabo una exhaustiva exploración auditiva y del equilibrio para descartar posibles lesiones a nivel cerebral. “Se puede hacer con una resonancia nuclear magnética cerebral”, explica el doctor Soto. Además, es muy importante conocer los antecedentes familiares y personales, puesto que la mayor parte de las lesiones que llevan a que el paciente acuda al médico son de carácter ocasional, por lo que es difícil encontrar signos o síntomas en una primera exploración.
Medidas de prevención y tratamiento
El tratamiento más adecuado para combatir este trastorno será diferente en función de la causa que lo origine, ya que “el vértigo es un síntoma y los síntomas se atenúan, pero no se curan”, recalca el doctor Soto. Con todo, hoy en día existen tratamientos efectivos que, en algunos casos, permiten solucionar definitivamente el problema y en todos ellos controlar los síntomas que padece el enfermo.
En el caso del vértigo posicional, la curación se consigue sometiendo al paciente a una serie de maniobras o movimientos que permiten reconducir los otolitos a una parte del oído donde no generen vértigo. La inestabilidad se elimina o corrige y se reduce significativamente por medio de una rehabilitación del equilibrio. “Se denomina Rehabilitación Vestibular y busca mejorar los reflejos y condiciones posturales y de equilibrio de la persona”, comenta el doctor Pérez. Esta técnica ha ido cobrando protagonismo en los últimos años gracias a sus buenos resultados.
Los medicamentos también son muy efectivos, aunque no siempre están indicados. “Diuréticos, betahisina, trimetacidina, nimodipino o piracetan son algunos de los tratamientos médicos que se emplean en casos de vértigo espontáneo”, explica el doctor Pérez, quien añade que con ellos “se elimina el vértigo, mejora la audición y desaparece el ruido”. Quienes no puedan recurrir a estos tratamientos por contraindicación médica, pueden someterse a una intervención quirúrgica, asegura el doctor Soto.
Además de todos estos tratamientos, existen una serie de medidas que contribuyen a que los episodios o crisis de vértigo se mitiguen:
- Acudir al médico para tratar lo antes posible cualquier infección de nariz, oídos o garganta.
- Evitar introducir objetos en el conducto auditivo externo.
- Llevar casco al realizar actividades deportivas en las que pueda producirse un golpe en la cabeza.
- Evitar situaciones que puedan crear cambios de presión súbitos o intensos en los oídos.
- Evitar permanecer en sitios mal ventilados mientras se utilizan productos de limpieza potencialmente tóxicos.
- No tomar medicación sin consultar al médico. Éste debe conocer sus problemas de vértigo a la hora de recetarle cualquier medicación.
Enfermedad de Ménière
El vértigo es una de las características principales de esta enfermedad, producida por una alteración en el oído interno, debido a la acumulación de líquidos que lo ocupan por una excesiva producción o una defectuosa reabsorción. Sus síntomas son muy similares en todos los pacientes: sordera, ruido, presión en el aparato auditivo y vértigo. “El vértigo aparece en crisis espontáneas, esto es, sin un desencadenante preciso, y se acompaña de un deterioro evidente de la capacidad auditiva en uno o ambos oídos, de un intenso ruido, así como de una sensación de presión o vacío”, explican los doctores Pérez y Boleas de la CUN. En algunas personas, estos síntomas van acompañados de gran palidez, sudoración fría, taquicardia y descenso de la presión arteria.
Las crisis de la enfermedad de Ménière, que debe su nombre a Prosper Ménière, un otorrinolaringólogo francés del siglo XIX que fue quien la describió, no se suelen repetir frecuentemente y su duración media es de tres o cuatro horas. Pasado este tiempo la sensación de vértigo va desapareciendo para dar lugar a una inestabilidad que puede durar hasta un día, aunque la audición mejora y el ruido o zumbido desaparece. No obstante, con el paso del tiempo “las crisis se repiten sin una periodicidad concreta en la mayoría de los pacientes y se produce una pérdida progresiva de la audición, ya que después de cada crisis no se experimenta una mejoría completa”.
“Es una enfermedad que afecta tanto a hombres como mujeres y puede aparecer en cualquier momento de la vida, siendo más frecuente entre los 30 y 40 años”, asegura el doctor Soto. A pesar de ello, en el 80% de los casos se desconoce la causa que lo provoca, “de todas formas, esto no quiere decir que no pueda ser tratada o que haya que dejar que la enfermedad evolucione sin intentar corregirla”, tranquiliza el doctor Pérez, quien añade que el especialista en Otorrinolaringología es el profesional más capacitado para llevar a cabo un estudio preciso y completo de estos pacientes.
Como sucede en otras enfermedades, la predisposición hereditaria también juega un papel importante en la de Ménière. “Aproximadamente entre el 5% y el 14% de los casos tienen antecedentes familiares claros y evidentes”, constata la doctora Boleas.