Para mejorar la atención de los afectados de enfermedad arterial periférica (EAP) y prevenir males mayores, los especialistas recomiendan realizar exámenes médicos a partir de los 40 años. Así se detectaría una posible propensión al desarrollo de esta patología, que limita la capacidad de caminar y hacer ejercicio, con un riesgo alto de complicaciones médicas graves, como enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular o posible amputación de miembros inferiores.
Imagen: Richard Styles
La enfermedad arterial periférica se diagnostica, de manera habitual, en personas con otras enfermedades vasculares. Está provocada por un estrechamiento de las arterias que suministran sangre a piernas y pies, debido al desarrollo de placas de grasa. El dolor que algunos pacientes experimentan en los miembros inferiores equivale al que se siente al sufrir una angina de pecho. Dado que la constricción de las arterias de la pierna suele implicar estrechamientos similares en el corazón y las arterias cerebrales, la EAP es un fuerte marcador de enfermedad cardíaca y accidente cerebrovascular. Es tan grave como la enfermedad del corazón y su prevención y tratamiento son similares. La única diferencia es que ésta se manifiesta en las piernas.
Con síntomas muy leves
Experimentar dolor leve en las piernas o ligeras dificultades para caminar no son siempre signos que reflejan el paso de los años
El investigador Ross Tsuyuki, de la Heart and Stroke Foundation of Canada, advirtió en fechas recientes en el Congreso anual sobre Cardiología celebrado en este país, que el índice de sospecha entre los médicos de familia debería ser mayor. Muchas personas con EAP apenas tienen síntomas o estos se manifiestan de forma muy leve. Sólo la mitad de las personas experimentan dolor al caminar y pocas relacionan los calambres al andar con la dolencia. Además, una vez diagnosticada la enfermedad, afirma Tsuyuki, los médicos deberían considerar si los estrechamientos de las arterias importantes se reproducen en el corazón y en el cerebro.
El equipo de Tsuyuki, de la Universidad de Alberta (Canadá), detectó en un estudio que el 80% de las personas diagnosticadas con EAP desconocían que padecieran esta condición. Sin embargo, es fundamental saberlo para establecer un tratamiento más agresivo de los síntomas de la pierna y para prevenir ataques en el corazón y en el cerebro.
Otros síntomas, pocos y leves, pueden ser:
- Dolor en la pierna cuando se practica ejercicio (síntoma más común).
- Úlceras que no cicatrizan.
- Sensación de frío o entumecimiento en una o ambas piernas.
- Dolor en los dedos de los pies durante la noche.
- Malestar en las pantorrillas o en las piernas que mejora con reposo (claudicación).
- Cambios de color en la piel, sobre todo, en brazos o piernas.
En una fase avanzada de la enfermedad, estos mismos síntomas adquieren un estado de reposo, mientras que en la fase más aguda se originan lesiones en la piel, muy dolorosas y susceptibles de infección.
Fácil diagnóstico
Como afirmó José María Mostaza, del Hospital Carlos III de Madrid, en el XXII Congreso Nacional de la Sociedad Española de Arterioesclerosis celebrado el pasado junio en Pamplona, «es fácil saber si un individuo padece esta enfermedad o no; el problema es que dos de cada tres afectados se encuentran asintomáticos», es decir, experimentan un dolor leve en las piernas o ligeras dificultades para caminar, pero creen que son signos que reflejan el paso de los años. Por este motivo, esta dolencia también se denomina «enfermedad del escaparate«: el paciente camina una cierta distancia y, cuando siente dolor, se para; tras unos minutos vuelve a andar, para detenerse de nuevo.
Según los investigadores canadienses, las cifras subrayan la importancia de establecer programas de detección y guías de tratamiento. En la actualidad, para diagnosticar EAP basta un simple procedimiento no invasivo que compara la presión arterial de la pierna con la del brazo (índice de tobillo-brazo). Si la presión de la sangre en la parte baja de la pierna es menor que la del brazo, es muy posible que se padezca EAP (una relación inferior a 0,90 indica que se padece la patología). Este test, además de detectar la enfermedad, tiene valor pronóstico para la extremidad afectada y para el desarrollo de infarto de miocardio durante el seguimiento.
También se ha avanzado mucho en técnicas de imagen que permiten visualizar las arterias coronarias y saber en qué situación se encuentran: posibles estrechamientos o bloqueos, el grosor de la pared arterial u otros detalles.
El Hospital Royal Freede de Londres será pionero en la implantación de una novedosa arteria artificial (a partir de un polímero elaborado mediante nanotecnología) que imita el comportamiento de los vasos sanguíneos naturales y facilita el transporte de los nutrientes hasta los tejidos corporales. Su uso ayudará a reducir el número de infartos de miocardio y de amputaciones y, si se demuestra su eficacia, constituiría un gran avance para la cirugía cardiovascular.
El objetivo es que esta arteria, fuerte, flexible y resistente a la coagulación, pueda utilizarse como puente en la cirugía de arterias coronarias y de las extremidades inferiores. Así mejoraría la técnica del “bypass” tradicional, para el cual se usan tejidos del propio paciente extraídos de la pierna o injertos artificiales de plástico para segmentos de mayor tamaño. Estos últimos no son capaces de reproducir la pulsación y tienden a propiciar coágulos.