El verano parece ser la mejor época del año para fomentar los deseos sexuales, los encuentros de pareja y la profusión de relaciones. El lado negativo de todo ello reside en que a mayor número de relaciones íntimas, sobre todo con parejas no habituales, mayor será el riesgo de aparición de Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Los datos indican que el 85% de los casos aparece en jóvenes con edades comprendidas entre 15 y 30 años. Gonorrea, sífilis y otras más comunes como la vaginosis y candidiasis se pueden prevenir utilizando preservativo en las relaciones sexuales y con una correcta higiene en las partes más íntimas.
El 85% de los casos aparece en jóvenes de entre 15 y 30 años
Los doctores Sara Rivero y Juan José Borrás, del Instituto de Psicología, sexología y Medicina Espill, explican el 85% de los casos de ETS aparecen en una población de entre 15 y 30 años. En parte, tal circunstancia obedece a que los jóvenes tienden a cambiar de pareja con mayor frecuencia, no manejan información adecuada sobre el sexo, no toman las precauciones debidas y, en más ocasiones de las debidas, a que carecen de la concienciación suficiente ante la posibilidad de contagios.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se dan 250 millones de infecciones por Enfermedades de Transmisión Sexual, alrededor de 500 casos por minuto. Sin ir más lejos, en 2004 se infectaron casi cinco millones de personas por el VIH, de los que la mitad fueron jóvenes de entre 15 y 24 años.
Al respecto, en España no existen datos concluyentes sobre el número de afectados por las enfermedades venéreas ya que sólo están obligadas a declararse al sistema sanitario las más virulentas -sífilis, gonorrea, Sida y hepatitis-. Ahora bien, tal y como apuntan Jokin de Irala y Crsitina López, del departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, parafraseando estadísticas del INE publicadas el pasado ejercicio, al 5,4% de la población que mantiene relaciones sexuales en España le han diagnosticado una ETS.
Más deseo sexual en verano
Es un hecho que durante los meses de verano las hormonas que intervienen en la realización del acto sexual activan notablemente su actividad. Lo hacen por meras cuestiones fisiológicas que determinan, por sí mismas, que en los meses estivales el deseo sexual sea mayor. Así, el riesgo de contraer una infección indeseada también crece en la misma proporción. El incremento de relaciones puede tener como consecuencia, si es que no se toman las medidas de protección necesarias, que se contraigan alrededor de una treintena de enfermedades por vía sexual, algunas simplemente molestas, pero otras incluso mortales.
Según la psicóloga Trinidad Aparicio, las hormonas encargadas de las sensaciones de placer responden mejor a los estímulos de la luz, entre otras circunstancias, y por ello su funcionamiento está muy ligado a la primavera y el verano -reducirán su influencia en otoño e invierno, hasta el punto de poder incidir en episodios de depresión y de falta de apetito sexual ligados a los meses más fríos-.
Además, Aparicio explica que las hormonas responsables de la atracción sexual hacia otras personas -ferhomonas- se segregan en mayores cantidades cuanto mayor es la cantidad de sol que recibe el organismo.
Sin precaución: infecciones molestas y/o mortales
Al respecto, hay que recalcar que cualquier persona que mantenga prácticas sexuales de riesgo -sin medidas contraceptivas- puede ser susceptible de infectarse por una enfermedad venérea. Éstas pueden ser provocadas por diferentes virus, bacterias, microbios y gérmenes. Las mayoría de estos microorganismos requieren de unas determinadas condiciones vitales para poder subsistir y propagarse, como lugares tibios y húmedos. Por ello, no es anormal que tiendan a infectar mucosas que están en uretra, boca, vagina y ano.
Entre las bacterianas destacan, según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, las siguientes:
- Gonorrea, que puede llegar a infectar la garganta, los genitales y los ojos. Sin embargo, sus síntomas pueden pasar inadvertidos, o en forma de dolor pélvico en las mujeres, y como micción dolorosa y con sangre en los hombres. Puede degenerar en impotencia.
- Sífilis. Su vía de acceso al organismo es, preferentemente, la sexual, aunque también puede devenir de contactos intersanguíneos o del feto a través de una madre infectada. Su presencia en un organismo se traduce en la aparición de pequeñas heridas tanto en los genitales como en la boca, que pueden derivar en la afección de órganos internos e, incluso, en la muerte, aunque, en un primer momento dan la impresión de desaparecer por sí mismas, tal y como relata Bartolomé Arias, de la Universidad de Granada. Sin embargo, en la actualidad esta enfermedad es poco frecuente en nuestro país gracias a los tratamientos con antibióticos. De no tratarse, podría aparecer lesiones en la piel, así como cardiacas y neuronales.
- Otras bacterias, como la hemophilus, también provocan úlceras. La donovania, por su parte, es la causante de granuloma inguinal.
- Por su parte, la chancroide provoca heridas en genitales y en la boca, y la clamidea, con irritaciones diversas en los órganos genitales.
Todas las enfermedades mencionadas en este apartado se asocian generalmente con la pobreza y con países del tercer mundo. Aparte de las referidas, están las patologías que se pueden transmitir a través de artrópodos, como las ladillas, que provocan un intenso picor.
Otras infecciones comunes:
- La candidiasis, provocada por un hongo, con síntomas concretos que se traducen en un flujo vaginal espeso y blancuzco, que llega acompañado por molestias en los labios y en la vagina de la mujer o en escozores y secreciones uretrales en los hombres. Puede ser causada por una ingesta previa de antibióticos.
- La vaginosis, causada por bacterias como la Gardnerella y que se caracteriza por una sintomática especial, con un flujo vaginal maloliente. También afecta a hombres. Acostumbra a ser indolora.
- En este tipo de patologías, también se encuentra la tricomoniasis, causada por los denominados Tricomonas. Ésta deviene en un flujo vaginal espumoso, amarillento, verdoso o grisáceo. Suele ser una infección muy dolorosa. En los varones, la sintomatología se centra en la uretra.
Estas infecciones suponen entre un 15% y un 20% de las consultas al ginecólogo. Son muy habituales por el hecho de que tanto la vagina como la vulva femenina son órganos en los que residen microbios beneficiosos para las funciones de ambos. Cuando se rompe el equilibrio de los microorganismos es cuando se pueden producir las molestias. Todas ellas se pueden tratar con antibióticos.
Aparte, se pueden diagnosticar infecciones de carácter vírico. Son las siguientes:
- El papiloma humano. Es un virus que provoca la aparición de verrugas en la garganta y en las mucosas. Con posterioridad, esta infección puede ayudar a la aparición de patologías más severas, como diversos tipos de cáncer. Esta patología se trata con diferentes medicaciones.
- El VIH, responsable de la enfermedad del Sida. Se contagia a través de la sangre, el semen, los flujos vaginales y la leche materna. Su infección afecta a todo el organismo, con el debilitamiento de las defensas del organismo. Los únicos tratamientos que se conocen sólo retrasan la eclosión de la infección.
- Además, en este epígrafe se encuentran patologías como el Herpes simple, que provoca úlceras en genitales, ano, boca e, incluso, ojos. Estas heridas desaparecen para salir más tarde. No existe cura, sólo medicamentos para limitar el dolor y las úlceras.
- La hepatitis B, que afecta al hígado. Se transmite principalmente por vía sexual o sanguínea. Puede llegar a provocar la muerte. Se la puede reconocer por hinchazón en los ganglios.
Prevención
Para prevenir la aparición de las citadas enfermedades es conveniente el buen uso del preservativo en cada penetración y cuando exista contacto entre mucosas. Aparte, es conveniente mantener una correcta higiene en los genitales y realizarse frecuentes revisiones urológicas y ginecológicas.