Las lacas semipermanentes de uñas llegaron para quedarse. Esta técnica de esmaltado, mucho más duradero y resistente que el habitual, se ha impuesto con éxito en nuestro país, donde supone un negocio multimillonario. La variedad de colores, el acabado impecable, el auge del nail art y la comodidad de lucir unas uñas perfectas durante más tiempo ha convertido esta técnica en un lujo al alcance de cualquiera. Pero no es oro todo lo que reluce: según los podólogos, el abuso de esmaltes permanentes y semipermanentes puede provocar alteraciones y daños irreparables en las uñas de los pies.
El cuidado de las uñas no se limita a las manos. Hacerse la pedicura es cada vez más habitual, sobre todo en los meses de calor, cuando usamos sandalias o chanclas y los pies quedan a la vista. Sin embargo, bonito no es sinónimo de sano. Algunas técnicas de esmaltado, como el permanente y el semipermanente, pueden ser perjudicial para las uñas cuando abusamos de ellas. Así lo advierte el Consejo General de Colegios Oficiales de Podólogos (CGCOP), que estima que el 7 % de la población presenta intolerancia a los compuestos de las lacas y que subraya que algunos de los daños pueden ser «irreparables».
Por qué el esmaltado semipermanente daña las uñas
Estos esmaltes «dificultan la transpiración, dañan la lámina ungueal y hacen que la uña se haga más fina, pierda brillo y se rompa con más facilidad», describe Juan Dios, el secretario general del CGCOP. Los problemas más habituales cuando se abusa de esta técnica son los siguientes:
- Pérdida de brillo y roturas. Se producen al pulir la lámina ungueal para dejarla porosa y facilitar la adhesión de las capas de gel que se aplican para dar forma y endurecer las uñas.
- Debilitamiento y pérdida de grosor. Retirar el gel y el esmalte es un proceso agresivo que requiere de un nuevo limado y del uso de acetona concentrada. Al hacerlo, las uñas se debilitan, pierden grosor, son más propensas a la rotura y pueden sufrir la aparición de manchas amarillas y granulomas de queratina (manchas blancas), además de infecciones por hongos.
- Infecciones y pérdida de uñas. Estas lacas, al ser más duraderas, impiden el crecimiento natural de las uñas. Entre los problemas potenciales está, incluso, la pérdida de las uñas. Como explica Elena Carrascosa, presidenta del Consejo General de Colegios de Podólogos, esto se debe a que generan una oclusión total de la uña. Dicha oclusión favorece «la aparición de infecciones por bacterias u hongos, que hacen que la uña se ablande y se despegue».
Más hongos en las uñas en verano
Los podólogos advierten de que el problema de los hongos aumenta durante el verano. Por un lado, porque se incrementan estos tratamientos estéticos agresivos y, por otro, porque el calor y la humedad crean una capa húmeda entre el esmalte y la uña que propicia la aparición de hongos.
«Algunas señales que pueden mostrar la presencia de hongos son la aparición de rugosidades en las uñas, el aumento de sudor y piel escamada entre los dedos, un cambio de color en las uñas o en los dedos y la aparición de mal olor o pequeñas ampollas», explican.
Atención al tipo de esmalte
Además de la técnica, la calidad del esmalte es muy importante para cuidar la salud de las uñas. Algunos contienen sustancias muy agresivas que impiden mantenerlas sanas y fuertes. De hecho, los podólogos remarcan que la regulación europea prohíbe la elaboración de cosméticos formulados con el llamado «trío tóxico»: el tolueno, el formaldehído y el ftalato de dibutilo.
«Conviene fijarse bien en el origen y en la composición del esmalte. Comprobar la composición es imprescindible, ya que estas sustancias se relacionan con trastornos reproductivos, lesiones en el sistema nervioso e incluso cáncer. Por tanto, se aconseja comprobar siempre el origen y los ingredientes del esmalte», afirma Elena Carrascosa.
La pedicura semipermanente tiene sus riesgos cuando se abusa de ella, pero está especialmente contraindicada cuando las uñas no están sanas (por ejemplo, para disimular hongos, tonos amarillos, etc.). Como explican los expertos, las lacas ungueales y geles cada día son más duraderos y, por lo tanto, más duros. Cuando los aplicamos, creamos una capa cerrada sobre la uña sin dejar el curso natural de su crecimiento. Estos productos son químicos y se usan con adhesivos para prolongar su duración, por lo que aún son menos adecuados en uñas alteradas.
En suma, el consejo de los especialistas es no abusar de estos esmaltes: hay que evitar llevarlos durante mucho tiempo, nunca más de 15 días, si no se quiere perjudicar la salud de la uña.