El estreñimiento no es una enfermedad, es un síntoma. Es el trastorno digestivo más común entre la población española y afecta, de manera significativa, a las personas mayores de 65 años. Pero son pocos los que acuden al especialista y en la mayoría de los casos suelen automedicarse. Los datos indican que los laxantes, junto con el ácido acetilsalicílico, son los medicamentos de uso común más consumidos por los ciudadanos españoles. Y los últimos estudios revelan que un alto porcentaje de afectados muestran descontento por las pocas soluciones disponibles y su insuficiente eficacia.
En la práctica clínica se define estreñimiento crónico por dos razonamientos: que la defecación sea de menos de tres deposiciones semanales o que el esfuerzo defecatorio sea excesivo, en más del 25% de las ocasiones. Algunos pacientes declaran una sensación de evacuación incompleta. Aunque afecta a un gran número de personas, y principalmente al colectivo de la tercera edad, se le da poca importancia y no se acude lo suficiente a la consulta. Por esta razón y por la automedicación que se deriva, los datos epidemiológicos nunca reflejan de forma veraz el alcance del problema.
Muchos afectados recurren al autoconsumo llegando, incluso, a la utilización desmedida de laxantes. Los datos revelan que entre un 30% y un 50% de los mayores de 65 años los toman de manera habitual o esporádica. Según los expertos hay que empezar modificando los hábitos en la alimentación, en la ingesta de líquidos y en el ejercicio y, si no da resultado, el especialista indicará el uso de laxantes durante un tiempo limitado. El abuso de estos medicamentos puede crear adicción, interferir en la asimilación de ciertos nutrientes además de obstaculizar la capacidad del colon para contraerse.
Iguales con diferencias
Con la vejez, el organismo sufre cambios en el tracto intestinal que pueden ocasionar alteraciones. La motilidad (contracciones musculares organizadas que ocurren a todo lo largo del tubo digestivo) y el peristaltismo (función automática que moviliza los alimentos a través del aparato digestivo) del intestino delgado, con la edad, disminuyen. Pero no disminuye sólo la cantidad de vellosidades sino también la funcionalidad de las que permanecen intactas. Esta alteración ocasiona que la absorción de grasas, de hidratos de carbono, de vitaminas y minerales como el calcio y el magnesio, sea, aparte de pobre, lenta. Además, también hay una disminución del flujo de sangre hacia el intestino grueso, y por ello, la motilidad y el peristaltismo de esta porción intestinal están disminuidos.
El abuso de laxantes puede crear adicción, interferir en la asimilación de ciertos nutrientes además de obstaculizar la capacidad del colon para contraerse
Asimismo, la señal de impulso neuronal para la defecación pierde intensidad y el esfínter anal interno pierde tono. La suma de estos factores junto con los medicamentos, la deshidratación y una dieta deficiente y pobre en fibra da como resultado estreñimiento y hasta una impactación fecal. La valoración de los pacientes ancianos puede verse dificultada porque habitualmente los síntomas son vagos y pueden representar más de una patología crónica tales como apendicitis, presencia de cálculos biliares o abdomen agudo.
Nuevos datos sobre laxantes
Los laxantes tienen como función el vaciado intestinal y algunos, además, regular el ritmo defecatorio. Hay que usarlos en situaciones puntuales y bajo prescripción médica ya que todos ellos pueden ocasionar complicaciones. Hipersensibilidad a excipientes que incorporan los laxantes, insuficiencia renal, cardiaca o hepática, alteraciones de la absorción en la mucosa intestinal o con tratamientos de quimioterapia pueden aumentar el riesgo de complicaciones. Todos los laxantes están contraindicados en caso de obstrucción o sintomatología intestinal no diagnosticada (con dolor, vómitos o náuseas), igual que en casos de estenosis esofágica, pilórica o ileal ya que pueden ocasionar obstrucción en el tubo digestivo.
Un estudio reciente publicado a principios de 2007 en Alimentary Pharmacology and Therapeutics, realizado en el servicio de Gastroenterología de la Universidad de Alabama, EEUU, revela la seguridad del polietilenglicol 3350, usado habitualmente en el estreñimiento ocasional, en tratamientos de un año de duración. Con una muestra de 311 pacientes de los que 117 eran mayores de 65 años, los efectos secundarios a largo plazo se resumían en problemas gastrointestinales moderados como diarreas, flatulencias y náuseas. No se apreciaron cambios significativos en los electrolíticos en sangre, sobre todo en pacientes de más edad, ni presencia de tolerancia al medicamento (no había que usar una mayor cantidad para obtener el mismo efecto).
En otros dos estudios simultáneos cuyos resultados completos se publicarán en marzo de este año en The Canadian Journal of Gastroenterology y en Alimentary Pharmacology and Therapeutics se concluye que el estreñimiento crónico es un problema muy común en la población general, y que los síntomas son frecuentemente severos y muy molestos, interfiriendo acusadamente en la vida diaria de los afectados. En el estudio canadiense, además, un 75% de los pacientes afectados muestra descontento con las opciones tradicionales de tratamiento por su poca eficacia en la resolución del problema.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre el 65% y el 90% de los ancianos toma algún tipo de medicamento. Son muchos los fármacos que se prescriben de forma habitual y que pueden producir, como efecto secundario, estreñimiento en personas de edad avanzada. Se calcula que casi el 50% de los mayores de 65 años padece este problema. Los fármacos que favorecen el estreñimiento son diversos y muy numerosos, incluidos los considerados de uso común. En este grupo se incluyen los antiácidos que contienen sales de aluminio, antiepilépticos, antiarrítmicos, antiparkinsonianos, ansiolíticos, antidepresivos tricíclicos y antipsicóticos, algunos medicamentos para tratar la hipertensión, suplementos vitamínicos (de calcio y hierro), fármacos para tratar las dislipemias y diuréticos si existe deshidratación previa.
Asimismo, tratamientos con quimioterapia, o la codeína, que se incluye en jarabes para la tos, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y la morfina son otros de los medicamentos que pueden provocar también este molesto trastorno digestivo. En estos casos los fármacos afectan la actividad muscular y nerviosa en el colon (intestino grueso), que produce el retraso y la dificultad para el paso de las heces. Según los expertos, se trata de uno de los trastornos más comunes entre la población española, como lo corroboran los datos de estudios epidemiológicos recientes: cerca del 20% de los españoles sufre estreñimiento, de los cuales el 35% son crónicos. El 75% son mujeres y el 40% tiene más de 65 años.