Una situación laboral que provoca estrés de forma continua supone un factor de riesgo importante para la salud cardiovascular, según ha confirmado un estudio realizado por la University College de Londres, que sigue a miles de funcionarios en el Reino Unido.
El estado de salud de más de 10.000 funcionarios que viven y trabajan en Londres es seguido, desde 1985, en el estudio Whitehall II. Como parte de éste, se ha investigado durante los últimos 12 años la relación entre el mayor o menor grado de estrés laboral crónico y el desarrollo de trastornos cardiovasculares. Los resultados indican cómo influye un alto nivel de estrés en los mecanismos cardiovasculares y proporcionan las mayores pruebas hasta la fecha de que el estrés puede provocar enfermedad coronaria.
Existen dos mecanismos por los que puede actuar: de forma directa, al activar las rutas controladas por la interacción entre el sistema nervioso, las glándulas endocrinas y sus hormonas, o, de manera indirecta, por la asociación del estrés con estilos de vida poco saludables.
Nivel de estrés y enfermedad coronaria
Los investigadores recopilaron datos sobre la incidencia de la enfermedad coronaria y las muertes asociadas a ella, así como de otros fenómenos, como casos de infarto de miocardio no mortales, de angina de pecho, de taquicardia, de niveles matutino elevados de la hormona del estrés -cortisol-, de síndrome metabólico, además de factores de riesgo en el estilo de vida, como la dieta, el ejercicio, fumar y beber alcohol.
El sistema nervioso autónomo regula las acciones involuntarias, como el funcionamiento del corazón, y es clave en la respuesta endocrina al estrés
«Durante los 12 años de seguimiento, encontramos que el estrés laboral crónico está asociado con la enfermedad coronaria y que esta asociación es más fuerte entre hombres y mujeres de menos de 50 años, cuyo riesgo de desarrollar esta patología fue superior en un 68% al de las personas que manifestaron no sufrir estrés alguno», ha explicado Tarani Chandola, director de esta investigación, que se publica en la revista ‘European Heart Journal’. Entre los 50 y los 60 años, a medida que se acerca la edad de jubilación, el efecto disminuye, suponen los expertos, porque los trabajadores sufren menos estrés o porque se han jubilado durante el periodo de seguimiento.
Los empleados declararon su nivel percibido de estrés mediante cuestionarios en los que puntuaban cuestiones relacionadas con las demandas que se les hacían en el trabajo y el control que tenían sobre su labor, así como sobre su mayor o menos sensación de aislamiento laboral (si disponían de compañeros y jefes que les apoyaban).Las declaraciones de los encuestados sobre su nivel laboral de estrés reveló que los más altos funcionarios son los que menos estrés sufren.
El sistema nervioso autónomo
Lo más importante que se ha obtenido como resultado en el estudio es el mecanismo biológico implicado. El sistema nervioso autónomo es la parte del sistema nervioso que regula las acciones involuntarias, como el funcionamiento del corazón, y juega un papel clave en la respuesta endocrina al estrés. Las señales mandadas al corazón por el nervio vago, que le indican cómo funcionar y controlan la variabilidad de su latido, están mediadas por el sistema nervioso autónomo, explican los médicos.
Y el estrés provoca cambios en él y en el componente más importante del sistema neuroendocrino, como lo prueba el hecho de que los trabajadores más estresados tienen niveles más altos de cortisol al levantarse de la cama que aquéllos menos estresados. Se ha visto que estos resultados no dependieron de los comportamientos más o menos saludables de los trabajadores, pero sí se ha comprobado que un nivel alto de estrés laboral crónico provoca comportamientos poco saludables, como una dieta pobre en fruta y verduras y menos ejercicio del recomendado.
Otros estudios lo han relacionado con beber en exceso. En éste, casi un 32% del efecto del estrés laboral sobre la enfermedad coronaria podría explicarse por sus consecuencias sobre el comportamiento y el síndrome metabólico, que es una combinación de factores negativos como la tensión alta, el colesterol alto y la diabetes.
El estrés laboral no es el único que se relaciona con los problemas cardiovasculares a medio y largo plazo. Los sucesos traumáticos también pueden tener efectos. En este caso se trata de las consecuencias no inmediatas del estrés agudo, no del crónico. «Acontecimientos muy estresantes pueden precipitar procesos biológicos que aumentan el riesgo de desarrollar trastornos cardiovasculares», señala la experta Alison Homan, de la Universidad de California.
El estrés agudo puede disparar respuestas cardiovasculares inmediatas potencialmente mortales, pero tanto el estrés agudo como el subagudo y el crónico pueden aumentar de manera paulatina el riesgo cardiovascular a través de la activación de un mecanismo neurohormonal. «Esta reactivación fisiológica puede repetirse al recordar el trauma, de forma que los individuos sean vulnerables a sus efectos perjudiciales», añade Homan. Entre los síntomas del estrés postraumático están la ansiedad, los síntomas de disociación (sentirse separado de uno mismo o del mundo) y revivir los sucesos que han provocado el trauma.