La hiperhidrosis o transpiración excesiva ocurre sin que se presenten factores desencadenantes, como ejercicio o calor ambiental, y tiene un gran impacto en la calidad de vida de los afectados tanto a nivel físico como emocional. Aunque parece un trastorno sin importancia, en las formas más generalizadas hay que descartar enfermedades sistémicas como trastornos de tiroides o diabetes. Desde hace años existen varias opciones para tratarlo, desde alternativas más sencillas como la aplicación de productos tópicos hasta el más reciente como el uso de la toxina botulínica.
La sudoración es un líquido salado producido por las glándulas sudoríparas cuya función es la de mantener la temperatura del organismo. Es debido a esta función reguladora que, cuanto más calor hace, más se suda, y cuando la transpiración se evapora de la piel reduce el exceso de calor. Lo que llega a sudar una persona depende de cuantas glándulas sudoríparas tenga y suele presentarse en axilas, en pies o en la palma de las manos. Una persona nace con aproximadamente de dos a cuatro millones de estas glándulas, que se vuelven totalmente activas en la pubertad, siendo las mujeres superiores en número, que no en actividad, que es donde destacan los hombres.
Causas del exceso
La sudoración está controlada por diferentes sistemas neurológicos interrelacionados que van desde el hipotálamo hasta la médula espinal, los nervios periféricos y las glándulas sudoríparas, todos ellos interconectados por el sistema autónomo simpático. Desde el punto de vista psicológico el sistema nervioso simpático nos prepara para la acción y está asociado con la psicopercepción de un estímulo de carácter emocional. Por esta razón, aparte de producirse más sudor frente temperaturas altas o en respuesta al ejercicio físico, también se induce más transpiración en respuesta a situaciones que provocan reacciones de vergüenza, furia o temor. Cuando la sudoración excesiva afecta a manos, pies y axilas se denomina hiperhidrosis primaria o focal, y afecta entre el 1,5% y el 2,8% de la población, aunque los expertos señalan que menos del 40% de los afectados busca consejo médico.
Pese a que en la mayoría de los casos no se conocen las causas que provocan hiperhidrosis, sí existen situaciones patológicas que relacionan hiperactividad de las fibras simpáticas con un aumento de la respuesta periférica sudomotora. Esta forma de sudoración excesiva, que puede llegar a afectar a varios miembros de una misma familia, suele localizarse en zonas concretas del cuerpo, como son las palmas de las manos, las plantas de los pies, las axilas, las regiones submamarias y las ingles. En la mayoría de los casos estas zonas suelen tener un color de piel rosáceo o blanco-azulado y, en las formas más graves, puede aparecer macerada o fisurada, especialmente en los pies.
La solución más sencilla es la aplicación de compuestos de sales de aluminio presentes en la mayoría de desodorantes comercializados en farmacias
Ansiedad, estrés, fiebre, hiperactividad de la tiroides, menopausia, consumo de drogas, abstinencia de alcohol y la ingesta de comidas condimentadas son algunas de las causas que explican la aparición de hiperhidrosis. En este último caso, lo que se denomina sudoración gustativa, el consumo de alimentos como el queso y el chocolate se relaciona con sudoración excesiva en cuero cabelludo y cara, sobre todo en casos de lesiones medulares y parotidectomia. En otros casos, como en patologías oncológicas, el problema es el efecto de una alteración de la termorregulación.
Tratamiento
La primera acción es pedir consejo al dermatólogo. En el pasado se optaba por la no intervención pero desde hace años existen numerosos tratamientos para resolver o, en cualquier caso, reducir este trastorno. No obstante, los especialistas recalcan, mayormente en las formas generalizadas, descartar enfermedades sistémicas como diabetes o trastornos de tiroides. Una de las soluciones más sencillas es la aplicación de compuestos de sales de aluminio presentes en la mayoría de desodorantes comercializados en farmacias. Los expertos señalan que estos desodorantes es mejor aplicarlos cuando la piel está bien seca después de una ducha más bien fría, antes de acostarse. Al inicio deben utilizarse cada noche durante unas semanas y después sólo dos veces a la semana. El problema reside, en los productos más concentrados, en que un uso habitual puede provocar reacciones cutáneas, especialmente en zonas sensibles como las axilas.
Los fármacos anticolinérgicos, usados para el control de la rigidez o debilidad muscular, temblores o problemas para deglutir y hablar, administrados de forma oral, ayudan a reducir la sudoración. Sin embargo, su función es a expensas de algunos efectos secundarios como visión borrosa, sequedad de boca, retención urinaria y problemas de estreñimiento, debilidad, mareos o somnolencia, entre otros. Recientes estudios revelan la utilidad del glicopirrolato tópico, que carece de efectos indeseables.
La iontoforesis reduce la hiperhidrosis mediante una corriente eléctrica de bajo voltaje a través de la superficie cutánea. Esto provoca una reducción de la producción por parte de las glándulas sudoríparas. Este tratamiento se realiza por sesiones diarias de media hora durante varias semanas hasta que es efectivo. La opción más novedosa es la inyección subcutánea de toxina botulínica, que produce un bloqueo de la transmisión nerviosa con resultados esperanzadores sobre todo en hiperhidrosis axilar y palmar, aunque los dermatólogos advierten que no es definitivo y que hay que repetirlo de forma periódica, y aún existe poca experiencia.
En casos de hiperhidrosis axilar rebelde puede plantearse la extirpación quirúrgica de las glándulas sudoríparas mediante liposucción o extirpación del área afectada. La simpatectomía, de elección en casos de hiperhidrosis palmar y axilar intensa, es el tratamiento más radical. Consiste en la extirpación o electrocoagulación, mediante laparoscopia y bajo anestesia general, del ganglio simpático. El efecto de la intervención es inmediato, con una eficacia del 90% que se mantiene a largo plazo. Aunque los expertos señalan que, en un elevado porcentaje, se da un fenómeno conocido por sudoración compensatoria, que es el cese en las manos pero el aumento en otras partes del cuerpo y que tiene difícil solución.
La anhidrosis, definida como ausencia anormal de sudoración en respuesta al calor, no es un trastorno habitual. Normalmente pasa inadvertida y no es peligrosa. No obstante, si existe una ausencia total de la sudoración, el organismo no puede regular la temperatura y puede llegar a ser mortal. Por ello, de darse el caso, los expertos recomiendan consultar de forma inmediata al profesional de salud correspondiente.
En ocasiones es secundaria a enfermedades dermatológicas (como eczema vulgar psoriasis, liquen ruber, eritrodermias o displasias ectodérmicas, entre otras) o grandes quemaduras. La diabetes mellitus puede causar un aumento de la sudoración en extremidades superiores y una disminución de las inferiores. Puede formar parte de un síndrome poco frecuente que cursa con insensibilidad congénita al dolor (anodinia). La anhidrosis secundaria a la ausencia congénita de glándulas sudoríparas es también excepcional y también algunos medicamentos como los anticolinérgicos pueden ser una de las causas de aparición.