Aproximadamente el 30% de la población española presenta alteraciones relacionadas con el sueño que, junto a la mala calidad de vida, la alta probabilidad de presentar accidentes y el bajo rendimiento laboral que se le supone al mal dormir, cuesta al Sistema Nacional de Salud español aproximadamente 36.000 millones de euros anuales. Recientes investigaciones señalan que un buen descanso es altamente beneficioso para la salud, ya sea evitando la obesidad en los niños o disminuyendo el estrés a través de la siesta.
Aproximadamente el 30% de la población española presenta trastornos relacionados con el sueño que suponen un gasto farmacéutico de 2.400 millones de euros anuales, según datos aportados por el conseller de Sanidad de la Comunidad valenciana, Rafael Blasco, en un curso sobre «Atención Farmacéutica sobre Trastornos del Sueño». Los expertos están de acuerdo en que la primera medida que se debe adoptar frente al trastorno del sueño es el seguimiento de unos hábitos como seguir un horario de sueño y unas rutinas regulares antes de acostarse, evitar comidas copiosas, alcohol o sustancias estimulantes. También recomiendan no ingerir líquidos en exceso unas tres horas antes de acostarse, hacer una siesta corta y realizar ejercicio físico durante la mañana para evitar el insomnio.
Para Blasco, la figura del farmacéutico comunitario es básica para el sistema sanitario porque «puede detectar los problemas relacionados con el medicamento en los trastornos del sueño, como el autoconsumo, la prescripción inadecuada, las interacciones farmacológicas y sus reacciones adversas, así como para participar en la educación sanitaria de los pacientes y sus familiares». La falta o la mala calidad del descanso nocturno provocan deterioro del estado de alerta, de la memoria y del estado de ánimo que pueden converger en una disminución del rendimiento laboral hasta provocar accidentes domésticos, laborales y de tráfico. Según datos del Sistema Nacional de Sanidad, sus costes indirectos se estiman en aproximadamente 36.000 millones de euros al año.
La siesta y el corazón
La revista Archives of Internal Medicine ha publicado recientemente una investigación en la que señala los beneficios de la siesta para la salud del corazón. Esta investigación, dirigida por Androniki Naska, epidemiólogo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Atenas (Grecia) y Dimitrios Trichopoulos, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EEUU), evalúa de forma prospectiva una población de más de 23.600 personas que, al principio del estudio, no presentaban signos de patología cardiaca, ictus o cáncer.
Dormir de forma regular una siesta de 30 minutos como mínimo tres veces a la semana podría disminuir la tasa de mortalidad cardiaca hasta un 37%
Entre otros hábitos, como la alimentación o el ejercicio físico, se valoró la costumbre de dormir la siesta, definida por los autores como un periodo de sueño a mediodía de 30 minutos que se realiza, como mínimo, tres veces por semana. Durante el seguimiento se produjeron 792 muertes, 133 de ellas debidas a enfermedad cardiovascular. Los resultados entre mujeres trabajadoras no fueron significativos como para poder extraer conclusiones.
Los resultados del estudio mostraron que las personas que regularmente dormían la siesta tras el almuerzo presentaban una tasa de mortalidad coronaria un 37% más baja que aquellos que se mantenían despiertos durante toda la jornada. Quienes dormían ocasionalmente o los fines de semana presentaron una reducción estadísticamente no significativa del 12%. Los datos también pusieron de manifiesto que la siesta repercutía positivamente en los hombres activos laboralmente y disminuía su efecto en los jubilados. Según señalan los autores, esto se debería a que el efecto protector de la siesta actúa frente al estrés, factor de riesgo cardiovascular demostrado a largo y corto plazo, que se presenta en menor nivel en las personas jubiladas.
El sueño contra el sobrepeso infantil
Los datos de un estudio realizado por investigadores de la Universidad Northwester (EEUU) apuntan que dormir una hora adicional por la noche ayudaría a mantener a raya la obesidad infantil, con un índice de masa corporal (la relación entre peso y estatura) más bajo y a estar menos expuestos a la obesidad los cinco años posteriores. El estudio, publicado hace unos días Child Development, revela que sólo una hora de más disminuiría hasta un 36% la posibilidad de que los niños sufran sobrepeso.
Mediante la encuesta Suplemento de desarrollo infantil de la encuesta de panel de dinámica de ingresos realizada a aproximadamente 2.300 niños de edades comprendidas entre tres y doce años, se recogieron datos durante un periodo de cinco años. También los padres registraron información relacionada con los hábitos de sueño de los niños, como la hora de acostarse y levantarse. Los resultados revelaron que los niños que dormían menos tenían un IMC más alto, pero influía más negativamente el hecho de acostarse más tarde entre los niños menores de ocho años, y de levantarse más temprano entre los ocho y 13 años.
Para Emily Snell, principal autora del estudio, acostarse más temprano parece importar más y, asimismo, es algo que los padres pueden controlar, aunque añadió que tampoco puede concluirse que los muy madrugadores acabaran siendo gordos. Sin embargo, las evidencias señalan que un horario de inicio muy temprano, sobre las siete de la mañana, sobre todo para preadolescentes y adolescentes, rompe el ritmo de su reloj biológico. Los expertos están de acuerdo en que un niño que no duerme lo suficiente está cansado y menos activo y, además, estar despierto durante más horas da más tiempo para comer. Desde la National Sleep Foundation se recomienda que los niños entre los 5 y los 12 años duerman entre 10 y 11 horas cada noche y los adolescentes, entre 8 y 9.
Existen alimentos y plantas que, lejos de igualarse a los fármacos sedantes e hipnóticos, pueden ayudar a conciliar más tranquilamente el sueño o obtener una descanso de mejor calidad. Por ejemplo, los alimentos ricos en vitamina B, C, en calcio y magnesio podrían favorecer el sueño. Las vitaminas del grupo B se encuentran mayoritariamente en cereales integrales, en frutos secos, verduras y levadura de cerveza, entre otros. Entre las principales fuentes de vitamina C están los cítricos, el kiwi y alimentos como el pimiento rojo, la acerola o el escaramujo. Los minerales recomendados se obtienen de legumbres, vegetales verdes o frutos secos, en el caso del calcio, y de judías, espinacas o germen de trigo, el magnesio.
Entre las plantas que favorecen el sueño, usadas tradicionalmente, los expertos en fitoterapia recomiendan la valeriana, la lechuga o la pasiflora, el azahar, la melisa, la menta, el limonero o el espliego. Pese a que la Fitoterapia es una disciplina científica que estudia la utilización de las plantas con finalidad terapéutica para prevenir, atenuar o curar un estado patológico, hay que tener en cuenta que muchos de los usos de estas plantas están basados en la tradición, teorías científicas o investigación limitada. Por lo tanto no se ha probado su completa seguridad y eficacia. En determinadas afecciones se hace necesaria la recomendación de un profesional de salud.