Los expertos en salud visual insisten en que al menos una vez al año acudamos al oftalmólogo o al profesional óptico-optometrista para revisar nuestra visión. Este consejo es especialmente recomendable a partir de los 40, pues en torno a esta edad aumenta el riesgo de padecer disfunciones visuales, como la presbicia o vista cansada. Para compensar este defecto fisiológico, hay varias alternativas. Además de técnicas quirúrgicas, las lentes progresivas son la mejor solución. Pero adaptarse a estas gafas lleva su tiempo. En las siguientes líneas te contamos qué síntomas alertan de que sufres de vista cansada y cómo puedes acostumbrarte a los progresivos, si es que es la opción más adecuada para resolver este problema de visión.
Síntomas de presbicia o vista cansada
El 45 % de la población española padece presbicia o vista cansada. Este defecto fisiológico no patológico comienza a partir de los 40 años y afecta, tarde o temprano, a toda la población. De hecho, los especialistas aseguran que el 98 % de las personas con más de 65 años padecerá este problema.
Consiste en que la capacidad de acomodación del ojo (el enfoque) es insuficiente para realizar cualquier tipo de actividad a distancias próximas, como leer. Una vez que aparece, la visión de cerca empeora de forma paulatina. ¿Por qué? El músculo ciliar y el cristalino no hacen tan bien su función a medida que pasan los años.
¿Cómo saber que padecemos vista cansada? Estos son algunos de los síntomas que presentan las personas con presbicia (présbitas):
- Necesitan cada vez más luz para hacer cualquier actividad que precise una visión próxima: leer, escribir, coser, limar las uñas, pelar fruta, revisar la cabeza de los niños…
- Tienen que separarse de lo que están leyendo o de lo que están haciendo para verlo mejor. De ahí que también se conozca como síndrome de los brazos largos.
- Si usan gafas, las inclinan o las acercan o separan, o hasta se las quitan, para ver mejor.
- Sienten que las letras se amontonan o bailan.
- Padecen dolores de cabeza, cansancio, picor de ojos…
Gafas para la presbicia
No solo se usan gafas para corregir este defecto visual. La cirugía para tratar la presbicia está en continuo avance. Otra de las herramientas para mejorar la vista cansada son las lentes de contacto multifocales, pero solo el 10 % las emplea.
Pero sí que lo más común para compensar la presbicia es utilizar gafas. Mientras las lentes monofocales son adecuadas para quienes no necesitan una graduación de lejos, las progresivas resultan la mejor solución no solo para quienes estén empezando a tener presbicia, sino sobre todo para quienes tienen otros problemas visuales como miopía, hipermetropía o astigmatismo. Y es que las gafas progresivas permiten para conseguir una visión nítida a cualquier distancia con solo inclinar los ojos o la cabeza; el paso de una zona de visión a otra (cercana, intermedia o lejana) es suave y dinámico (a diferencia de las bifocales y trifocales).
Imagen: StockSnap
Las que no son para nada recomendables para la visión de cerca son las gafas premontadas, las conocidas como gafas de farmacia, es decir, aquellas con diferentes graduaciones ya preasignadas de manera estándar. Desde el Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas en más de una ocasión se ha alertado de no optar por ellas de manera continua, pues su empleo puede favorecer, por ejemplo, «el desarrollo o el aumento de problemas visuales, la incapacidad o errores en el cálculo de las distancias, lagrimeo, cefaleas y vértigos, imposibilidad de concentración, fatiga visual prematura, futuros problemas para adaptarse a lentes progresivas, pérdida de visión…”. De hecho, según los últimos datos disponibles, uno de cada tres présbitas tiene peor visión de lo que podría tener por el uso de este tipo de gafas.
Consejos para adaptarse a las gafas progresivas
Pero, a pesar de un mayor conocimiento del sistema visual y del desarrollo de las técnicas y materiales de fabricación, la adaptación del présbita a las lentes progresivas requiere entrenamiento. ¿Cuánto tiempo se tarda en acostumbrarse a las gafas progresivas? Por lo general, el periodo de adaptación se alarga unos 10-15 días, pero todo dependerá de la persona, la graduación y del tipo de progresivo escogido.
¿Cómo hacerlo rápido y de manera satisfactoria? Estos son algunos trucos para facilitar la adaptación:
- Deja tus viejas gafas. No alternes su uso con las lentes progresivas.
- Llévalas puestas todo el tiempo que te sea posible, a no ser que te marees o notes fatiga visual.
- En posición frontal, mueve la cabeza un poco para arriba o para abajo hasta ver bien.
- Para mirar lo que tienes a tu izquierda o derecha, o seguir movimientos laterales de objetos, mueve con suavidad la cabeza. No mires de reojo por los laterales, ya que verás borroso.
- En la visión de lejos, es sencillo: mira de frente por la parte superior con la cabeza recta. Por ejemplo, si quieres ver la tele, hazlo sentado o en una posición lo más recta posible, y con la parte de arriba de la gafa (estas gafas no son apropiadas para hacerlo tumbado en la cama o el sofá).
- El suelo, a efectos de las gafas progresivas, también se considera lejos. Así que, si tienes que mirarlo, lleva la barbilla al cuello para enfocar bien.
- En una visión intermedia, como la que necesitas con el ordenador, apunta con la nariz el objeto que quieres mirar; así coincidirá la zona intermedia de enfoque.
- Para mirar objetos cercanos, utiliza la parte inferior de las gafas. Baja los ojos hasta encontrar el punto de enfoque.
- Al leer, sigue la lectura con la cabeza, y no solo con los ojos. Y si lees en la cama, hazlo sentado.
- Empieza los ejercicios de entrenamiento en casa, sentado en el sofá. Practica los cambios de enfoque entre la televisión (lejos) y el móvil (cerca). Repítelo mientras te sientas y te levantas mirando un punto fijo. El cerebro se aclimata así a los nuevos campos de visión.
- Subir y bajar escaleras. Baja la cabeza para enfocar los peldaños o el bordillo de la acera con la parte superior de las lentes. Para bajar los escalones, mira de frente. Si lo haces con la parte inferior, puedes perder el equilibrio.
- Trabajar con el ordenador. Adapta la altura de la pantalla para que esté a la altura de tu enfoque medio: su centro debe estar a 15-20 cm por debajo de la línea de tus ojos.
- Conducir. Es una actividad de riesgo, así que hasta que no termines el proceso de adaptación y te sientas seguro, no conduzcas.
¿Qué pasa si no me adapto a las gafas progresivas? En este periodo puedes sentirte algo mareado, como que pierdes el equilibrio, o hasta tener náuseas o dolor de cabeza. Tómate un descanso, pero no abandones. Si pasa un mes, y aún has logrado adaptarte, consulta con tu óptico-optometrista.