La gripe española está considerada como una de las pandemias más terribles y letales de la historia: acabó con la vida del 5 % de la población mundial. Han pasado 100 años, pero los expertos en esta enfermedad ven ciertas similitudes entre la gripe de 1918 y la COVID-19 a la que ahora nos enfrentamos. Uno de ellos es Anton Erkoreka, especialista en grandes “plagas” y director del Museo Vasco de Historia de la Medicina. En las siguientes líneas analiza las más importantes.
La gripe española y la COVID-19: similitudes
En 1918 se contagiaron con el H1N1 cien millones de personas en el planeta. El virus de la llamada gripe española acabó con la vida del 5 % de la población mundial. En el comportamiento de la epidemia, Anton Erkoreka, médico y etnógrafo, experto en la gripe española de 1918, encuentra paralelismos con la de la COVID-19: “La velocidad con la que se ha extendido y la virulencia con la que se ha cebado en un grupo de población es muy similar; en 1918 las víctimas fueron jóvenes adultos y ahora han sido personas mayores”.
La gripe española se denominó así porque España fue el primer país en informar de la enfermedad a la O?cina Internacional de Higiene de Ginebra (la OMS de la época), pero su origen se cree que estuvo en Estados Unidos. Los soldados que combatían en la I Guerra Mundial fueron los primeros en pasar la infección.
En su primera fase, la gripe se centró en Madrid (ciudad), donde ocasionó la muerte de casi dos personas por cada 1.000 habitantes. En otoño el virus mutó y esa onda epidémica ocasionó 40 millones de muertes en todo el mundo. “El virus apareció de forma simultánea en la India, Boston y en la frontera hispano-francesa, uno de los grandes misterios para los que no tenemos respuesta”, puntualiza el también director del Museo Vasco de Historia de la Medicina.
En España, la letalidad se disparó en provincias que en la fase anterior no habían resultado afectadas. En Burgos, Palencia o Zamora murieron entre el 15 % y el 20 % de los enfermos. ¿Y en Madrid? “El virus de primavera ya tenía las características inmunológicas del de otoño y eso hizo que en la capital la mortalidad fuera mucho menor, alcanzó al 3,5 % de los enfermos”, explica Erkoreka.
En el caso de que el calor no acabe con la COVID-19 y reaparezca de nuevo la temporada que viene, podría repetirse la situación de Madrid en la segunda ola de la gripe de 1918: buena parte de la población ya estaría inmunizada frente al virus.
El confinamiento, el mejor freno al virus
Imagen: Getty Images
Tanto en la gripe de 1918 como ahora, la estrategia más eficaz para evitar la propagación del virus fue confinar a la población. Ante la aparición de la COVID-19, la OMS recomendó hacerlo en China el 7 de enero, y la aplicación drástica de la medida limitó los efectos de la infección. En 1918 el aislamiento hizo que la mortalidad de la gripe en San Luis (EE.UU.) fuera de 0,55 casos por cada 1.000 habitantes, mientras que en Filadelfia, que no adoptó la medida, la tasa se disparó a 2,5 fallecidos por 1.000 habitantes.
Por contra, las aglomeraciones de personas han demostrado ser el ámbito ideal para la difusión de una infección. En 1918 el mayor número de muertes se concentró en Madrid entre el 20 de mayo y el 20 de junio, justo después de las fiestas de San Isidro, que reunieron a miles de personas.
Las cuarentenas, recuerda Anton Erkoreka, “ya se aplicaban en el siglo XIV en el Mediterráneo y el Adriático con las tripulaciones de los barcos en los que había habido enfermos; al llegar a puerto se les obligaba a permanecer en la nave 40 días antes de pisar tierra, para evitar los contagios”.