La glucosa es fundamental para el buen desarrollo de la actividad humana. El cerebro recurre a ella para su correcto funcionamiento y su importancia es tal que un nivel bajo de azúcar en la sangre puede llevar al enfermo a padecer graves síntomas: desde una simple sensación de hambre o frío, a comportamientos agresivos y pérdida de la consciencia. Pero la hipoglucemia, o bajada del nivel de glucosa, no es exclusiva de las personas diabéticas. Puede llegar a sufrirla cualquier persona en algún momento de su vida -es habitual que se desencadene una crisis por una ingesta insuficiente de alimentos- y si no se trata rápida y correctamente puede provocar, en los casos más graves, el estado de coma.
Causas
Se considera que, en términos generales, una persona presenta un caso de hipoglucemia cuando su nivel de glucosa (glucemia) en la sangre es bajo, es decir, cuando es menor de 60 mg/dl. Lo más difícil de aceptar para los afectados es, a menudo, la rapidez con que la hipoglucemia hace su aparición y que supone un paso brusco, de apenas unos minutos, desde que el paciente se encuentra bien hasta que comienzan los primeros síntomas de malestar.
La hipoglucemia afecta generalmente a las personas diabéticas, pero también puede afectar a quienes no tienen diagnosticada la enfermedad. En ambos casos, según la Fundación para la Diabetes, el origen y las causas de la hipoglucemia responden a las siguientes situaciones: demasiada insulina, comer menos de lo habitual y/o cambiar el horario de las comidas y realizar más ejercicio de lo acostumbrado.
En cuanto al incremento del nivel de insulina, éste puede deberse a un error en la medición de la cantidad que se debe administrar o a la confusión en el tipo de insulina que se tiene que inyectar. Además, si las comidas no coinciden con las horas de mayor acción de la insulina o se obvian las tomas intermediarias de alimentos -media mañana y media tarde- se favorecen los episodios de hipoglucemia.
Respecto al ejercicio, aún siendo importante y necesario para mantener una vida sana y controlar mejor la diabetes, hay que tener en cuenta que un gran esfuerzo físico puede desembocar en una bajada de azúcar porque se produce un importante consumo de glucosa.
Cuando se trata de niños, el nivel de glucosa ante una hipoglucemia también se sitúa por debajo de los 60 mg/dl, si bien las consecuencias pueden ser más graves puesto que las necesidades de azúcar de los menores son mayores, y sus reservas inferiores a las de una persona adulta. Un exceso en la producción de insulina o un ayuno prolongado, provocado a veces por el retraso en la hora del desayuno, puede dar lugar a una hipoglucemia, sobre todo en los niños. Por su parte, las causas de que una persona no diabética padezca una hipoglucemia pueden deberse también a ciertos tipos de tumores, la ingesta de alcohol o la escasez de comida ingerida.
Síntomas
Según su grado de afección, la hipoglucemia puede dividirse en dos tipos: leve o moderada y grave. Por ello, recuerdan desde la Fundación para la Diabetes, “es importante que cada diabético aprenda a reconocer sus propias reacciones ante la hipoglucemia para que pueda actuar de la mejor manera y lo más rápido posible”.
Así, ante hipoglucemias leves o moderadas, el diabético suele ser capaz de solucionar por sí mismo el problema sin ayuda de otras personas, una vez que conoce los síntomas de este tipo de malestar: sudor frío, temblores, nerviosismo, hambre, debilidad, palpitaciones y hormigueos.
En el caso de hipoglucemias graves, el enfermo requiere la ayuda de otros para superar la bajada de glucosa. Por ello es muy importante que las personas más cercanas -familiares, amigos, compañeros de trabajo?- sepan cómo actuar y que, en todo caso, tengan a mano el número de teléfono de urgencias. Los síntomas que pueden aparecer son dolor de cabeza, alteración de la palabra con habla lento o entrecortado, cambio de comportamiento e, incluso, agresividad, trastornos visuales con visión borrosa o doble, convulsiones y, en casos extremos, pérdida de la consciencia y posible estado de coma. “Son situaciones en las que el diabético no sabe bien lo que dice ni lo que hace”, afirma un portavoz de la Fundación.
Cómo actuar
Cuando una persona se percata de que está sufriendo un episodio de hipoglucemia, debe detener la actividad que esté realizando. Si es alguien que está cerca del afectado quien percibe los síntomas de la bajada de glucosa, debe actuar con rapidez y hacer que éste cese la actividad. A continuación es muy importante que el afectado ingiera algún alimento dulce, como un vaso de refresco con azúcar, un zumo de frutas o dos terrones de azúcar. También se puede tomar un vaso de leche o comer algunas galletas.
Pasados algunos minutos, de cinco a diez, es conveniente repetir la toma anterior y, si aún así el paciente no reacciona y la hipoglucemia se vuelve más fuerte, será necesario que reciba ayuda de otra persona -en caso de que se encuentre sólo- ya que probablemente se trate de un caso de hipoglucemia grave.
Si durante la bajada de glucosa el enfermo quedara inconsciente y no pudiera tragar alimentos o líquidos, no hay que forzarle. Lo más adecuado es avisar de inmediato al servicio de urgencia y, si éstos lo recomiendan, inyectarle Glucagón, una hormona que aumenta la cantidad de glucosa en la sangre, produciendo el efecto contrario que la insulina. Sólo una vez que el paciente esté recuperado, se le podrán administrar por la boca alimentos o líquidos azucarados, pero nunca mientras esté inconsciente o con convulsiones.
Resulta adecuado, por ello, que los enfermos de diabetes lleven siempre consigo algún caramelo o alimento dulce, como dos terrones de azúcar, para hacer frente a una inesperada bajada de azúcar o ingerirlos nada más detectar que ésta se está produciendo. Además, el educador sobre la diabetes, un profesional encargado de prestar una atención más directa y personalizada al paciente, deberá informar a éste sobre todas las dudas que tenga respecto a la enfermedad y la mejor manera de hacerle frente.
Cómo evitarla
Las reglas básicas para evitar episodios de hipoglucemia pasan por ser regulares en las cantidades y horarios de las comidas, así como en la administración de insulina y la práctica del ejercicio, que preferiblemente deberá ser aeróbico (que permite la toma de oxígeno) y de intensidad moderada, como caminar o andar en bicicleta.
Asimismo, la Asociación de Diabéticos de Madrid (ADEMA) recomienda seguir siempre el consejo del médico o educador en diabetes y preguntar a éste sobre la necesidad de tomar suplementos de azúcares o bajar la dosis de insulina antes de realizar un ejercicio físico más fuerte de lo habitual.
Por otro lado, hay que mantener una correcta administración de la dosis de insulina, no olvidar nunca guardar en el bolsillo algo dulce, disponer de Glucagón ‘a mano’ y aprender a realizar un autoanálisis del nivel de azúcar. La prueba es una sencilla manera de controlar el nivel de azúcar en la sangre que permite comprobar si éste sube o baja durante las comidas, así como la respuesta del paciente al tratamiento. En concreto, es el propio diabético quien mediante un sencillo aparato analiza su nivel de glucosa en la forma y horas que le haya aconsejado el especialista, que suelen ser antes del desayuno, la comida y la cena, además de unas dos horas después de cada una de estas comidas.
En cuanto al aparato, se trata de un dispositivo que contiene una pequeña aguja con la que se debe pinchar en la yema del dedo hasta extraer una gota de sangre, sobre la que se coloca una tira conectada al aparato y que es la que analiza el nivel de glucosa. Posteriormente, el propio aparato guarda en la memoria las diferentes cantidades para que, más tarde, el enfermo se las traslade al médico y éste compruebe el estado del diabético.
Apoyo psicológico
En ocasiones la nueva situación a la que se enfrenta la persona que sufre episodios de hipoglucemia -generalmente diabética, aunque no siempre- requiere la intervención de profesionales de la psicología que le ayuden a comprender su situación. “La ansiedad ante lo que pueda pasar provoca que cuando se afronta una bajada de glucosa se reaccione de mala manera debido al estado de nerviosismo, lo que hace aumentar la ansiedad anticipatoria para la próxima vez y, así, el círculo vicioso se autoalimenta”, explica la psicóloga Ana Tejedor.
De esta manera, el especialista puede influir de forma positiva a la hora de hacer comprender al paciente que la diabetes y, en este caso, la hipoglucemia, es una enfermedad sin mayores complicaciones si se lleva el control adecuado, a la vez que debe transmitir la sensación de que el bienestar psicológico deriva también en el bienestar físico.
Este extremo es vital cuando la hipoglucemia se acompaña de los mismos síntomas que un ataque de pánico (ahogo, mareo, palpitaciones, temblor o nauseas), porque el enfermo en estos casos suele ser una persona no diabética que se enfrenta a una situación totalmente desconocida. “Basta con pararse a pensar que tenemos un problema que puede tener solución, en lugar de dejarnos llevar y adaptarnos a situaciones incómodas. Es importante afrontar los problemas cuanto antes y saber que hay personas que nos pueden ayudar a encontrar la solución”, precisa Tejedor. “Lo importante es atajar el problema lo antes posible”, concluye.