Algunas estimaciones apuntan que al menos dos millones de españoles tienen hongos en las uñas, muchos sin saberlo, ya sea en forma de ampollas, escamas, úlceras o zonas blanquecinas. Los hongos viven a expensas de un huésped y algunos pueden provocar infecciones en la piel: se trata de las micosis dérmicas. Estos seres sobreviven mal en las aguas cloradas pero se desarrollan con facilidad en zonas húmedas, cálidas y sombrías. En la mayoría de ocasiones basta con un tratamiento de limpieza para que el hongo desaparezca y ante picores, enrojecimiento o descamación entre los dedos, conviene acudir al médico.
Temperatura y humedad
Los casos de hongos o micosis cutáneas aumentan hasta un 30% durante los meses de verano. Aunque las estadísticas son “engañosas”, según afirma José Luis Díaz Pérez, presidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Hay que tener cuidado todo el año para no contraer estas infecciones, aunque estos microorganismos encuentran en el verano las condiciones de humedad y temperatura óptimas para desarrollarse.
Las patologías producidas por hongos son “muy vulgares”, algo muy común, y el verano suele ser un revulsivo. Tres son las claves que se concatenan en las también llamadas dermatomicosis o tiñas: falta de aire, falta de luz y humedad.
Falta de aire, falta de luz y humedad son clave para el desarrollo de dermatomicosis
Los hongos encuentran su hábitat idóneo en los sitios húmedos y umbríos donde la temperatura oscila entre 20 y 28 grados. Por ello proliferan en saunas, gimnasios y piscinas. Por sus características, estos pequeños seres vivos son capaces de permanecer encerrados en sus esporas en un estado vegetativo durante mucho tiempo, a la espera de que se den circunstancias propicias para poder crecer y extenderse.
Los lugares en los que se corre mayor riesgo de contraer hongos son aquellos en los que se anda sin zapatos y se dan las condiciones señaladas. Las saunas, vestuarios y las piscinas donde los bañistas se duchan antes de entrar en la piscina pueden convertirse en un hervidero de hongos si no se observan las condiciones de higiene adecuadas.
Los hongos sobreviven mal en aguas cloradas. En España es la normativa sanitaria de piscinas de uso público, de carácter autonómico, la que está destinada a garantizar las condiciones de higiene y salubridad de estas instalaciones. Por lo general no hay problemas, porque se realizan revisiones periódicas y es obligatoria la dispensación de productos contra la contaminación del agua como el cloro. No obstante, hay que observar unas mínimas normas de higiene y secarse muy bien, en especial los pliegues de la piel y entre los dedos.
Pero los hongos están presentes en otros muchos lugares. Tal y como informa Carlos Aragón, instructor de buceo, el ambiente que se crea al utilizar un traje para bucear es muy propenso a la aparición de micosis dérmicas provocadas por esa microfauna que se genera si el material se mantiene en las condiciones de humedad y temperatura idóneas para la vida de estos microorganismos.
Cuidado e higiene
Para evitar los hongos los buceadores saben que es muy importante el mantenimiento, cuidado y conservación del equipo, así como la limpieza y desinfección de las zonas en las que se cambian y equipan. El material debe mantenerse limpio, sin olor y bien cuidado cuando se guarda o almacena entre inmersión e inmersión. Es necesario que esté seco por completo antes de guardarlo.
Tareas como éstas e incluso más sencillas son suficientes para prevenir la aparición de estos inquilinos que, por lo general, se presentan en los pies. Hay algunas medidas de precaución:
- Conviene calzarse unas chanclas o zapatillas de goma para pisar sobre los lugares húmedos, sobre todo en los que el sol no incida de modo directo.
- Una ducha antes y después de bañarse en una piscina ayuda a eliminar gran parte del cargamento de gérmenes que todos portamos.
- Hay que procurar secarse bien después de un baño, y poner especial cuidado en los espacios interdigitales de los pies y en los pliegues de la piel.
- Vigilar el exceso de sudoración. Este es otro de los factores que contribuyen a la generalización en verano de esta afección. Para las personas con mayor volumen de sudor hay productos farmacéuticos antitranspirantes como las sales de aluminio en spray y otros muchos en polvo o crema que disminuyen la humedad. Sobre todo para quienes sudan demasiado es aconsejable llevar calzado que facilite la transpiración y calcetines de algodón.
- Muchas personas son portadoras de hongos y no lo saben ni los desarrollan hasta que encuentran el ambiente propicio. Suelen hallarse entre el cuarto y quinto dedo del pie (el pequeño y el contiguo), donde es frecuente que haya algo de descamación y grietas. Cuando se dan las condiciones apropiadas puede sobrevenir una infección con aparición de sintomatología a partir de los hongos existentes de antemano. Si se produce picor, enrojecimiento o maceración (ablandamiento de la zona) habrá que acudir al especialista.
- Tanto el médico de cabecera, como el podólogo puede prescribir los antifúngicos precisos, pero habrá que valorar la conveniencia de acudir al dermatólogo. El especialista de la piel es el más cualificado para identificar si se trata de hongos, ya que sus manifestaciones varían. Pueden ir desde cambios en el olor corporal a modificaciones en la queratina, y a veces pueden confundirse las infecciones causadas por dermatofitos (hongos que crecen en la piel de forma similar al moho) con otras producidas por levaduras y bacterias, inmunes al tratamiento antihongos.
- Si un paciente es propenso a las infecciones por hongos, es decir, si ya ha sufrido micosis alguna vez, debe estar atento a una posible reaparición. Es importante que haya tratado también su calzado con productos fungicidas. No es necesario tirar los zapatos por que se haya tenido hongos. Lo que sí es preciso, según los expertos, es caminar con ese calzado y utilizarlo mientras se aplican los tratamientos, incluso impregnarlos de esos polvos para que penetren bien en la piel y en el material del zapato.
- Si alguien ha contraído hongos ha de iniciar cuanto antes el tratamiento. En la mayoría de ocasiones es suficiente con un tratamiento tópico. Si son hongos superficiales -han atacado a la piel sin llegar al folículo piloso-, será suficiente aplicar un tratamiento de un mes a dos meses y medio. Sin embargo, si la infección micótica afecta al folículo sebáceo o a las uñas, erradicar estos hongos puede costar más de un año.
- Los hongos son muy contagiosos. La persona que los ha contraído debe evitar intercambiar su calzado, toallas y calcetines para evitar la transmisión. De igual modo deberá tener cuidado de no “autotransportarlos” al rascarse, por ejemplo, entre los dedos de los pies y luego en las manos, las ingles etc. Podría extender esa pequeña plaga.
Hay que secarse bien después de un baño y poner especial cuidado en los pliegues
El dermatólogo es el especialista más cualificado para identificar los hongos
Los niños tienen mayor riesgo de contagio porque andan más tiempo descalzos y se secan peor los pies. También son susceptibles las personas jóvenes y de edad mediana, porque frecuentan más las instalaciones deportivas en las que abundan estos microorganismos y utilizan con más frecuencia calzado oclusivo.
Tipos de micosis
Los hongos que parasitan el cuerpo humano reciben el nombre de tiñas. Con este apelativo común, aunque con connotaciones peyorativas, se refieren los profesionales de la salud a las enfermedades micóticas originadas por dermatofitos, por hongos que aparecen en estructuras con queratina: la epidermis o capa más superficial de la piel, el pelo y las uñas.
Los médicos distinguen múltiples tiñas (capitis, barba, corporis, cruris -zona genital-, pedis, manum, ungueal-de las uñas-…). Las más frecuentes son las siguientes:
- Tinea corporis. Su nombre engloba a casi todas las infecciones dermatofíticas (de hongos que colonizan los tejidos queratinizados) en el cuerpo, excepto las de las ingles, las palmas de las manos y los pies.
La conocida como “pie de atleta” es la micosis más común, y afecta al pie
Tinea pedis también llamada “pie de atleta”, por la profesión de las personas a las que más afecta, en clara alusión al calzado deportivo que utilizan. Es la más común. Afecta al pie y puede presentarse de diversas formas (ampollas, escamas, úlceras o zonas blanquecinas…) pero casi siempre se acompaña de enrojecimiento de la piel, grietas y picazón. En algunos pacientes puede aparecer también fuerte olor. Pero el “pie de atleta” puede englobar infecciones también por hongos no dermatofitos, como las cándidas (levaduras), y por bacterias.
- Tinea ungueal y onicomicosis. En la mayoría de los casos no produce otro síntoma que la pérdida de trasparencia de las uñas, que pasan a ser de un color amarillento junto con zonas blancas. También aparece una especie de serrín blanco entre la uña y la piel, que, en ocasiones, puede llegar a despegarla. Si no se ataca la colonia de hongos se convierte en crónica. Algunas estimaciones apuntan que al menos dos millones de españoles tienen hongos en las uñas.