Incontinencia urinaria masculina, un problema prevalente a partir de los 65

A pesar de su frecuencia, son pocos los hombres que acuden a la consulta del médico por asociarse al proceso de envejecimiento
Por Montse Arboix 5 de marzo de 2010
Img hombres

La incontinencia urinaria se relaciona, de forma errónea, sólo con mujeres. Pero aunque son ellas quienes más sufren este problema, no hay que menospreciar la tasa de afectados. A pesar de que los hombres, por su anatomía, están más protegidos frente a esta patología, los datos disponibles señalan que es la segunda causa de ingreso en residencias geriátricas y que el 50% de pacientes institucionalizados en España sufre algún tipo de incontinencia urinaria. Esta pérdida involuntaria de orina constituye un gran inconveniente social, afecta a la calidad de vida y supone un importante problema higiénico, ya que favorece las infecciones urinarias. Los tratamientos disponibles van desde un cambio de hábitos, ejercicio físico o medicación, hasta inyecciones de silicona, colágeno o grasa del propio paciente y la cirugía.

Imagen: Sarah Dawn Nichols

La incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina a través de la uretra (conducto excretor de la orina que va desde la vejiga al exterior). Es prevalente en la población adulta masculina mayor de 65 años y los casos aumentan de forma considerable con la edad debido a una larga lista de factores. Los cambios fisiológicos en la vejiga y en la uretra a medida que pasan los años, asociados a otras causas, como alteraciones en la próstata y sus tratamientos, son los más frecuentes. Tanto es así, que se estima que hasta un 30% de los pacientes a quienes se ha practicado prostactectomía radical (intervención quirúrgica para la extracción total de la próstata) sufren incontinencia urinaria en algún grado.

Hay otras circunstancias que favorecen su desarrollo, como determinadas patologías en ambos sexos: accidentes cardiovasculares, demencia, enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple, cáncer de vejiga o de próstata o envejecimiento. Los hombres con un largo historial de diabetes mellitus pueden sufrir alteraciones en el sistema nervioso que controla la función de la vejiga y en su función sexual.

A pesar de que las cifras son elevadas y tiene un gran impacto en la calidad de vida del afectado -llega a desencadenar depresión- sorprende que sea uno de los problemas menos consultados con el médico. La mayor parte de las personas utilizan una larga lista de productos absorbentes disponibles en el mercado, sin la orientación previa de los profesionales de la salud, que ayudarían a adoptar estrategias para mejorar la calidad de vida y realizar sus actividades diarias sin tantos contratiempos.

¿Cómo se diagnostica?

El tratamiento depende del tipo y de la gravedad del problema, del estilo de vida y de las preferencias del paciente

Para diagnosticar la incontinencia, el especialista realizará una historia médica general del paciente con sus antecedentes patológicos y la medicación que toma (con y sin prescripción médica). Luego le pedirá que registre cada día todos los líquidos que bebe -incluso si tomara bebidas con alcohol y cafeína– y la cantidad que elimina, además de episodios de pérdidas de orina. Con el examen físico, se determinará el tamaño y la condición de la próstata, sensaciones de hormigueo o entumecimiento, falta de tono muscular o alteración en los reflejos.

Se realizarán distintas pruebas exploratorias, como un electroencefalograma (que buscará disfunciones cerebrales) y un electromielograma (que mide la actividad muscular y de los nervios que los inervan). Con un dispositivo de ultrasonidos, se obtienen imágenes de la vejiga, de los riñones y de la glándula prostática. El examen urodinámico consiste en medir la presión en la vejiga a medida que se llena de líquido mediante una sonda pequeña. Con esta prueba, se identifica qué tipo de contracciones tiene el órgano, si son efectivas y adecuadas, su capacidad, si hay hiperactividad o hipoactividad, la intensidad de los músculos del esfínter o una obstrucción urinaria.

Tratar la incontinencia urinaria

No hay un tratamiento exclusivo que sirva para todos los hombres. Dependerá del tipo y de la gravedad del problema, del estilo de vida que lleve el paciente y de sus preferencias. Pero siempre se empezará con el tratamiento más sencillo. Muchos afectados vuelven a controlar la micción sólo al modificar determinados hábitos y al practicar ejercicio para fortalecer los músculos del suelo pélvico, que retienen la orina en la vejiga. Si con estos tratamientos de comportamiento no se experimenta mejoría, se utilizan fármacos, sondas o inyecciones para la uretra.

Esta última opción se recomienda en casos de incontinencia por deficiencia del esfínter, más frecuente en mujeres. Las sustancias que se utilizan son: grasa del propio paciente, colágeno, teflón, silicona o hidrogeles, entre otros. Se inyectan bajo la mucosa de la uretra y del cuello vesical y, aunque sus complicaciones son escasas, el procedimiento tiene diversos inconvenientes. Ante la reabsorción de la grasa, la degradación de la silicona y colágeno o la migración del teflón, hay que repetir la técnica.

Para algunos hombres, la cirugía es la elección. Ésta se fundamenta en un soporte para la uretra que mantiene una presión constante para que no se abra hasta que el paciente, de manera consciente, así lo quiera.

EJERCICIOS DE KEGEL

El propósito de los ejercicios de Kegel, recomendados para ambos sexos, es fortalecer los músculos de la zona pélvica y mejorar la función del esfínter uretral o rectal e, incluso, las relaciones sexuales. Deben su nombre a Arnold Kegel, quien los desarrolló para sus pacientes incontinentes en 1940. Lo primero que se debe hacer es localizar los músculos correctos. Para ello, hay que imaginar que se quiere evitar expulsar un gas y tener consciencia de los músculos que se aprietan: estos son los correctos para realizar los ejercicios pélvicos. Mientras se contraen, hay que relajar el resto ya que, a menudo, se tiende a aguantar la respiración y a contraer otros grupos musculares como los glúteos, los cuádriceps (piernas) y el abdomen. Sólo hay que apretar los músculos del piso pélvico.

El ritmo aconsejado para la contracción se controla al contar despacio hasta tres. Después se relaja con la misma cadencia. Es recomendable empezar con los ejercicios en posición tumbada y realizar tres series de diez repeticiones, tres veces al día. Cuando se tenga más práctica, se pueden pacticar en posición sentada e, incluso, de pie. La tabla de ejercicios no precisa más de 15 minutos repartidos en todo el día. Los expertos recomiendan ser constantes, ya que las primeras mejoras se notan entre tres y seis semanas después.

TIPOS DE INCONTINENCIA
  • Incontinencia de esfuerzo: las pérdidas de orina -intermitentes- se deben al aumento de la presión abdominal, como sucede al estornudar o toser, coger a los niños en brazos o las bolsas de la compra y reír, entre otros. Es la más frecuente en mujeres.
  • Incontinencia de urgencia, urgencia miccional o vejiga hiperactiva: la necesidad de miccionar aparece de manera súbita antes de la micción voluntaria. Puede suceder, incluso, cuando se está tumbado. Es la más frecuente en mayores de 75 años de ambos sexos, aunque entre un 40% y 80% de los afectados son hombres.
  • Incontinencia mixta: pérdida que se siente con urgencia y al hacer un esfuerzo.
  • Incontinencia por rebosamiento, que se debe a una distensión exagerada de los tejidos de la vejiga, provocada por obstrucción o lesión neurológica.
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