Un estudio reciente derriba el mito que los distinguía. Un fuerte y opresivo dolor en el pecho es el síntoma principal del ataque al corazón y se presenta por igual en ambos sexos. Saber identificar las señales y no asumir como verdad absoluta que el infarto es solo cosa de hombres ayudarán a evitar que sigan muriendo el doble de mujeres por insuficiencia cardíaca. Y es que la razón de esta alta mortalidad no es biológica sino social. Las mujeres han sido excluidas de los grandes estudios cardiológicos durante décadas y, a día de hoy, todavía persiste la idea de que casi no sufren infartos. Los síntomas, de hecho, se confunden con frecuencia con los del ataque de ansiedad. En las siguientes líneas ahondamos en las razones de esta creencia errónea y, a la luz de la última investigación al respecto, conoce los signos de un infarto femenino y cómo se diagnostica.
La cardióloga estadounidense Sharonne Hayes, fundadora de la Clínica Mayo de Enfermedades Cardíacas en Mujeres (Mayo Clinic Women’s Heart Clinic), aseguraba recientemente en una entrevista en la revista Time que, a finales de los ochenta, cuando estudiaba la especialidad en la universidad, le enseñaron que las enfermedades cardíacas eran muy poco comunes en las mujeres.
Era algo asumido: la cardióloga Antonia Sambola, coordinadora del grupo de trabajo Mujeres en Cardiología de la Sociedad Española de Cardiología y especialista en el Hospital Vall d’Hebron (Barcelona), confirma que, efectivamente, durante años se ha trasmitido la idea de que “el infarto era cosa de hombres”. Por ello, esta doctora española, que en más de una ocasión se ha encontrado con mujeres que habían sufrido un infarto y les habían recetado ansiolíticos al acudir a su centro de salud con molestias en el pecho, pide concienciación por parte de todos: “Desde la misma facultad de Medicina y pasando por los servicios de atención primaria, de medicina interna y cardiología”.
Infarto de mujeres: por qué es tan letal
Esta creencia errónea ha llevado a excluir de los grandes estudios durante décadas a las mujeres en sus muestras. Aunque estas directrices cambiaron en los noventa, y ahora mismo se exige que los investigadores justifiquen de manera específica cualquier estudio que se haga sobre un solo sexo, lo que está claro es que la larga historia de investigación científica centrada en ellos ha aventajado notablemente a la salud cardíaca masculina. Pero, sobre todo, ha transmitido un mensaje en la sociedad tan equivocado como perjudicial: que pidiéramos ayuda cuando viéramos a un hombre llevándose la mano al pecho, pero que recomendáramos calma y reposo cuando lo hacía una mujer, a la que, por molestias parecidas, casi siempre se le diagnosticaba (sin pruebas) el recurrente ataque de ansiedad.
Hoy sabemos, con la estadística en la mano, que el infarto no es cosa de hombres. Lo sufren más, es cierto, pero las mujeres mueren casi el doble que ellos por este motivo (12.201 mujeres, frente a 6.964 hombres en 2017, según el Instituto Nacional de Estadística). ¿Por qué es tan letal para la mujer? “No se debe a motivos biológicos, sino sociales”, explica Antonia Sambola. Según datos de la cardióloga, las mujeres tardan más en pedir ayuda (60 minutos frente a los 44 de los hombres) por esa idea errónea de que ellas no pueden sufrirlo. Al principio, no suelen dar importancia a los síntomas del infarto, los minimizan y aguantan más el dolor (o lo definen de una manera menos intensa que los hombres).
“Muchas veces, cuando llegan a urgencias, el infarto ha evolucionado a insuficiencia cardíaca, por lo que ya no duele. Además, este retraso en pedir ayuda tiene consecuencias. Muchas veces suele resultar demasiado tarde para realizar el tratamiento de reperfusión (una angioplastia, técnica importantísima para la supervivencia tras el ataque, que consiste en abrir la arteria que está cerrada y poder restaurar el flujo sanguíneo obstruido que ha provocado el infarto) o para el uso de fármacos como betabloqueantes, que se han demostrado muy efectivos si se usan durante las primeras 24 horas”, explica Sambola.
Síntomas del infarto en las mujeres
Entonces, ¿las mujeres no tienen síntomas distintos a los de los hombres? “Es un mito. Las diferencias están en la interpretación que se hacen de esos síntomas”, contesta Antonia Sambola. Las mujeres comparten con los hombres el síntoma principal, que es un fuerte dolor en el pecho, que puede irradiar a uno o a los dos brazos, al cuello y a la espalda. Lo que sí presentan distinto es una serie de síntomas complementarios más intensos: sudoración, náuseas, mareos, fatiga o vómitos.
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La idea que se ha trasmitido de que hombres y mujeres tenemos síntomas diferentes procede de la interpretación que se hizo de un estudio publicado en Journal of the American Heart Association (JAHA) en 2012. Pero, con el tiempo, se observaron datos que podían haber llevado a la confusión, como, por ejemplo, el hecho de que muchos de los pacientes explicaron cuáles eran sus síntomas una vez había pasado el infarto (las mujeres aguantan más el dolor y su forma de describirlo; una vez estaban estables, era más suave) y que en la muestra había bastantes pacientes diabéticas (que, por características de su enfermedad, casi no presentan dolor torácico).
“Asumir incorrectamente que las mujeres que sufren un ataque cardíaco presentan síntomas diferentes a los de los hombres a lo único a lo que conduce es a un diagnóstico erróneo, a un retraso en el tratamiento y a que se ofrezcan intervenciones médicas menos intensivas”. Es la conclusión del equipo de cardiólogas de la Universidad de Edimburgo (Escocia), liderado por la doctora Amy V. Ferry, en un nuevo estudio más extenso y preciso que se acaba de publicar en JAHA.
Estas investigadoras decidieron, tras observar los sesgos de los anteriores estudios, registrar los síntomas de 1.941 personas que acudieron a emergencias de un hospital escocés (desde junio de 2013 a marzo de 2017), antes de que se conociera el diagnóstico. De todos ellos, 274 (90 mujeres y 184 hombres) fueron diagnosticados con infarto agudo de miocardio. Al preguntarles cuál era el síntoma más común, el 93 % de ambos sexos contestó que era un fuerte dolor en el pecho, mientras que un 48 % de hombres y un 49 % de mujeres apuntaron, además, un dolor que se irradiaba a su brazo izquierdo. Asimismo, un porcentaje mayor de mujeres tenían dolor que se irradiaba a la mandíbula o a la espalda y también se observó que las mujeres eran más propensas a experimentar náuseas (33 % frente a 19 % de los hombres).
Cómo se diagnostica un infarto
Sambola es tajante al afirmar que la clave para la supervivencia tras un infarto es el diagnóstico precoz (a partir de la segunda hora rara vez se producen recuperaciones completas), ya que, cuanto más tiempo pasa, más probabilidades hay de que el paciente termine teniendo complicaciones graves e incluso fallezca. “Cuando llega una persona a urgencias o a su centro de salud con sospecha de infarto, se debe hacer siempre un diagnóstico basado en la evidencia. Es decir, no se puede suponer que una persona padece un ataque de ansiedad, hay que confirmarlo con pruebas”, sostiene la cardióloga.
Lo primero que hay que hacer es un electrocardiograma, que ayuda a determinar cuál es la zona del corazón afectada. A partir de ahí puede comenzar a establecerse el tratamiento más eficaz. También es preceptivo realizar una analítica de sangre, que mide los niveles de las triponinas, unas proteínas que se segregan cuando el músculo cardíaco resulta dañado, y en ocasiones se manda una ergometría o prueba de esfuerzo. Una vez confirmado que el paciente está sufriendo un infarto, hay que proceder urgentemente a realizar una angioplastia.
Al mínimo dolor en el pecho, concedámosle la importancia que se merece. No lo olvidemos.