Puede parecer una contradicción, pero no lo es: vivir en plena era digital y con acceso a una cantidad de información masiva no garantiza tomar las mejores decisiones. Esto queda en evidencia al considerar las infecciones de transmisión sexual (ITS), que han experimentado un crecimiento alarmante, hasta el punto de casi cuadruplicar el número de casos en la última década. Solo entre 2012 y 2017, la gonococia (gonorrea) casi se ha triplicado (de 3.044 nuevos casos a 8.722), mientras que la clamidiasis ha crecido más de un 800 % (de 1.022 casos a 9.865) y la sífilis ha pasado de 763 casos en 1997 a 4.941 en 2017, según datos del Instituto de Salud Carlos III. Junto a ellas, encontramos otras como el virus del papiloma humano (VPH) o el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En las siguientes líneas analizamos el porqué de este fenómeno y cómo ponerle freno.
¿Por qué, en pleno siglo XXI, crecen así estas infecciones? «Fundamentalmente, por una relajación en el uso del preservativo, sobre todo en las personas jóvenes», sostiene el doctor Alejandro Martín, miembro del Grupo Español de Investigación en ETS (enfermedades de transmisión sexual) y Sida de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV). Este organismo afirma que la mitad de los casos diagnosticados cada año se encuentran entre los 15 y los 24 años, y según el Barómetro Control 2017 ‘Los jóvenes y el sexo’, solo un 71 % de los encuestados utiliza siempre preservativo.
«Ellos no vivieron todo el miedo que hubo con la epidemia del sida, y ahora, con los tratamientos que hay, se le tiene respeto, pero no miedo», reconoce. Y si la sociedad deja de usar el preservativo, las ITS se disparan. A su juicio, también influye el cómo «ha cambiado nuestra propia concepción de la sexualidad, que ha evolucionado. Ahora es más frecuente tener parejas sexuales diferentes». Todo ello aumenta la posibilidad de contraer una ITS.
Aunque de momento no es algo determinante en España, en países como EE.UU. el crecimiento de ITS viene también condicionado por el consumo de drogas estimulantes o desinhibidoras para practicar sexo (el chemsex), incluso por vía intravenosa (slam), lo que incrementa el riesgo de desarrollar hepatitis C y VIH.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las ITS tienen un enorme impacto en la salud de jóvenes y adultos, y si no se tratan, «pueden desarrollar efectos graves y crónicos sobre la salud, como enfermedades cardiovasculares y neurológicas, infertilidad, muertes fetales y un mayor riesgo de VIH, entre otros». Este organismo estima que cada día aparecen en todo el mundo más de un millón de nuevos casos de ITS curables entre personas de 15 a 49 años y que una de cada 25 personas tiene, al menos, una de las ITS citadas.
¿Cómo protegerse de las ITS?
De acuerdo a la AEDV, que celebró su 47º congreso nacional el pasado mes de junio en Barcelona, algunas de las ITS carecen de síntomas y pueden pasar desapercibidas (como es el caso, por ejemplo, de dos de cada tres clamidias), pero transmitirse de una persona a otra si se mantienen relaciones sexuales sin preservativo. Cuando la ITS se manifiesta, lo hace con síntomas genitales o «extragenitales, a través de úlceras, verrugas o exantemas (erupciones cutáneas)», afirma la doctora María Ubials, dermatóloga del Hospital Universitario Vall d’Hebron, en Barcelona.
Para protegerse ante un posible contagio, es fundamental utilizar el preservativo, que nos protegerá de una proporción considerable de infecciones; mantener conductas sexuales saludables (en un entorno controlado en el que se evite el consumo de sustancias que interfieran con ese control); y llevar a cabo revisiones periódicas con el especialista en dermatología y venereología.
Además, hay que distinguir entre ITS transmitidas por fluidos (como la clamidia, la gonorrea y el VIH) y por contacto (piel con piel, piel con mucosa o mucosa y mucosa, como la sífilis, el VPH y el herpes). En las primeras, «las infecciones pueden prevenirse mediante el uso consistente del preservativo, es decir, durante toda la penetración, y no solo previamente a la eyaculación», afirma el doctor Martín. Sin embargo, en las segundas, este método de prevención «puede reducir su transmisión, pero no de forma completa, por lo que se recomienda consultar con el médico ante signos o síntomas locales». El aumento de las ITS y el abuso de los antibióticos han dado lugar a cepas multirresistentes, especialmente en la infección gonocócica (gonococia).
La clamidiasis es más frecuente en jóvenes (sobre todo mujeres), mientras que la gonorrea, la sífilis y el VIH lo son en hombres que tienen sexo con hombres. En el caso del VIH, la AEDV y otras múltiples sociedades y agrupaciones científicas proponen la PrEP (pre-exposure prophylaxis), una estrategia de prevención para personas con alto riesgo de contraer la infección por VIH, en la que las personas con VIH negativo (no infectadas) inician un tratamiento antirretroviral (anti-VIH, que requiere controles médicos periódicos) antes de entrar en contacto con el virus, con el objetivo de reducir el riesgo de infección.
Para el VPH (la ITS con mayor prevalencia a nivel mundial), los dermatólogos recomiendan ampliar la vacunación (por calendario, a los 12 años, pero con indicaciones ampliadas en algunas comunidades autónomas), para que tenga efecto tanto en mujeres como en hombres antes de que se inicien en las relaciones sexuales. No obstante, esta infección por lo general no da signos o síntomas evidentes, aunque algunos tipos (hay más de 200 diferentes, de los que unos 40 pueden afectar al área genital) pueden provocar verrugas genitales y algunos tipos de cáncer, entre los que destaca el cáncer de cérvix (cuello de útero), motivo por el cual las mujeres requieren revisiones ginecológicas periódicas.
Un coste de salud… y económico
Según el reciente ‘Estudio sobre el impacto económico de las infecciones de transmisión sexual en España’, de la Universidad de Cantabria y patrocinado por Durex, incrementar la prevención en ITS ahorraría a las arcas públicas estatales más de 500 millones de euros de aquí a 2021. Si, por el contrario, se mantienen las cantidades destinadas en la actualidad a la prevención de ITS, se estima que el coste para el sistema público de salud aumentaría un 40 % en tres años, pudiendo llegar a los 1.400 millones de euros anuales (frente a los cerca de 1.000 de 2018). El informe pone a su vez de manifiesto la importancia de desarrollar políticas públicas preventivas a través de campañas de prevención o de talleres de formación.
En esta evaluación se analizaron las que tienen mayor incidencia e impacto económico: sida/VIH, VPH, hepatitis B y C, infección gonocócica (gonorrea), sífilis y clamidia. Y se tuvieron en cuenta no solo los costes directos, sino también los indirectos (pérdidas de salarios y productividad), en tres escenarios posibles: optimista, intermedio y pesimista.
Según la hipótesis intermedia (manteniendo el actual presupuesto de prevención), los costes medios por infección se incrementarían en 43 millones de euros de 2018 a 2021. En un escenario pesimista (con menor inversión), los costes por infección podrían aumentar de 1.089 millones de euros en 2018 a 1.681 millones en 2021. Y en uno optimista (con mayor inversión), se produciría un ahorro acumulado próximo a 539 millones de euros entre 2019 y 2021.