El síndrome de Ulises es una metáfora atribuida a Joseba Achotegui, psiquiatra del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR) de Barcelona, para caracterizar la salud de personas expuestas a situaciones límite y en tierra extraña. Insomnio, cefaleas, ansiedad, pérdida de orientación, fatiga crónica, molestias osteomusculares e irritabilidad, son sus síntomas más característicos.
Imagen: Cristina M. Ueno
El Canto V de la Odisea, del poeta griego Homero, relata que Ulises «pasaba días sentado en las rocas a la orilla del mar, consumiéndose a fuerza de llanto, suspiros y penas». Joseba Achotegui, psiquiatra del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados (SAPPIR), de Barcelona, especifica en su definición del síndrome que no se trata propiamente de una depresión, sino de un trastorno en el límite entre la salud y la enfermedad. Vivir en un país lejano hablando una lengua distinta, practicando otros ritos y luciendo unos rasgos físicos diferentes a los de la población residente, no es fácil.
Recalar en los nichos sociológicos más marginales, acceder al mercado del trabajo por los puestos más despreciados y trabajar con salarios irrisorios o sin vacaciones, no ayuda, insiste el especialista, a estar sano.
Un problema sanitario
Se trata de un reto social que en España tiene todavía mucho camino por delante, pero los médicos advierten de que ya supone un problema asistencial. En los últimos cuatro años se ha incrementado en casi un 4% el número de pacientes inmigrantes atendidos en las consultas de atención primaria por infecciones respiratorias, problemas gastrointestinales, dolores musculares o heridas por accidentes, casi siempre ligados a su precaria situación sociolaboral.
El pasado 9 de noviembre, en Valladolid, la sociedad profesional española de médicos de familia hizo público un informe en el que se especifica que los centros de salud y los servicios de urgencias son los primeros puntos de acceso a los servicios sanitarios de los inmigrantes, y que el idioma y las diferencias culturales exigen que el médico invierta más tiempo en estas entrevistas clínicas que en las demás.
Los expertos aclaran que, aunque una mala calidad de vida condiciona por igual la salud de un nacional que la de un inmigrante, es este último quien enferma haciendo frente a problemas como una situación irregular de residencia, condiciones laborales de alto riesgo, convivencia en zonas conflictivas, difícil acceso a los servicios sanitarios, falta de información y educación (el índice de analfabetismo no es nada despreciable) o problemas de comunicación relacionados con el idioma.
La atención sanitaria de los inmigrantes está limitada, entre otras, por diferencias de género culturales y dificultades idiomáticas«A las enfermedades relacionadas con el trabajo», explica José Vázquez, coordinador del Grupo de Atención al Inmigrante de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria, semFYC, «hay que añadir las psicosomáticas y reactivas, que se derivan del proceso migratorio y que abarcan trastornos pseudodepresivos, insomnio y ansiedad, que en muchos casos no pueden superar por simple falta de recursos».
Vázquez anima a los médicos de atención primaria a «aprovechar cualquier contacto con el sistema sanitario para realizar actividades de prevención y promoción de la salud», y recuerda que en 2002 la proporción de pacientes inmigrantes atendidos era sólo del 1,65% respecto al total de las consultas, mientras que en 2006 pasó a un 5,08%.
Necesidad de cambios
En general, suscribe Vázquez, las condiciones de vivienda de estos pacientes suelen ser nefastas, y es muy frecuente que el inmigrante desarrolle empleos temporales y en muy malas condiciones, convirtiéndose en víctima propicia de accidentes laborales. Sin embargo, a pesar del aumento de la presencia de inmigrantes en las consultas, los médicos se quejan de que su atención no puede ser homogénea y que está condicionada por un origen geográfico indeterminado, situación administrativa confusa, diferencias de género culturales y dificultades idiomáticas.
En este sentido, Vázquez ve prioritaria la elaboración de planes de formación que faciliten el conocimiento de todos estos factores. «En la semFYC hemos elaborado un documento sobre atención al inmigrante que incluye un protocolo de atención inicial a estos pacientes en función de la zona de procedencia previsible y del tiempo que lleve en nuestro país». Dicho documento, explica, ofrece soluciones globales y facilita la labor del médico de familia con estas personas.
Los médicos de familia consideran que es muy importante desterrar el falso mito de que el paciente inmigrante importa enfermedades raras, «ya que el perfil que predomina es el de una persona joven y sana». Vázquez admite que la llegada masiva de inmigrantes desde países con elevada prevalencia de enfermedades o sin programas extendidos de control sanitario y vacunación, favorece la creencia de que pueden introducir patologías exóticas a nuestro país.
No obstante, los datos de que disponen los especialistas apuntan en la dirección contraria. «La salud de los inmigrantes que atendemos en España es normalmente superior a la de la población media existente en su país de origen, y si subrayamos que aquí es más frágil es por problemas relacionados con la diferencia de costumbres o de idioma, y con escasos conocimientos sobre el uso del sistema sanitario que aquí rige, lo que lleva tanto a situaciones de infrautilización como de uso excesivo», declara Vázquez.
Imagen: Tanya McConnell
Entre las propuestas de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) para mejorar la atención sanitaria del paciente inmigrante, destacan su plena integración en el sistema nacional de salud, la dotación de recursos humanos y económicos en atención primaria con este fin concreto, la colaboración de mediadores interculturales e intérpretes y la creación de la denominada ‘carpeta del inmigrante’. Esta iniciativa funciona ya en Andalucía.
La Junta dota de ‘carpetas’ a una serie de inmigrantes con gran movilidad geográfica, redactadas en cinco idiomas diferentes y con información sobre estructura y funcionamiento del Sistema Nacional de Salud que opera en toda España, sobre organismos a los que acudir para solucionar otros problemas de índole no estrictamente sanitaria y una historia clínica portátil (cibernética), cuyo objetivo es la transmisión correcta de información entre profesionales sanitarios que atienden en diferentes puntos geográficos, evitando una duplicidad de pruebas diagnósticas y terapéuticas.
«Pero si se quiere proporcionar una atención de calidad a los inmigrantes», reivindica José Vázquez, coordinador del Grupo de Atención al Inmigrante de la semFYC, «se deben conocer las características culturales que los definen». Para ello son imprescindibles estudios epidemiológicos en el ámbito de la atención primaria, centrados en la heterogeneidad existente entre los distintos grupos de inmigrantes, sus riesgos de salud específicos, sus actitudes ante la enfermedad o en qué medida aceptan o rechazan los servicios de salud.