La caspa es un problema de salud que afecta tanto a hombres como a mujeres. Más allá de ser un inconveniente estético puede ser un síntoma de una enfermedad dermatológica subyacente, como la psoriasis o la dermatitis seborreica. En este artículo se describe el microorganismo culpable de la caspa, cuándo acudir al médico por esta afección de la piel y cómo realizar la higiene del cabello.
La antiestética caspa es una afección dermatológica que afecta por igual a ambos sexos y que se produce de forma temporal, sobre todo en los periodos de cambios estacionales, como el otoño y la primavera. No obstante, también puede persistir durante todo el año, situación que indicaría que hay un problema de salud subyacente. La psoriasis, que afecta a alrededor del 2% de la población, o la dermatitis seborreica, que lo padece en torno al 5%, son dos de las posibles causas, según información de diferentes estudios de la literatura médica.
La caspa: células de la capa córnea
En la piel de todos los seres humanos vive un hongo saprofito denominado Pytirosporum ovale. En personas especialmente sensibles puede actuar como un antígeno y producir una respuesta alergénica, que provoca la descamación del cuero cabelludo. Las células que se descaman, a las que se denomina caspa, son los corneocitos, es decir, las células epiteliales sin núcleo, muertas, de la capa córnea de la piel (capa más externa de la epidermis).
En estos casos, es inútil intentar combatir la caspa con champús, remedios caseros y, menos aún, con el popular champú para caballos con biotina (o vitamina H), que se ha difundido en los últimos tiempos por sus pretendidas propiedades anticaspa, entre otras, aunque no sean ciertas.
Cuando la caspa es severa o importante puede ser un síntoma de enfermedad«Cuando es leve, es un problema puramente estético, pero cuando la caspa es severa o importante puede ser un síntoma de enfermedad, como la psoriasis, la dermatitis seborreica u otros procesos patológicos, severos o atípicos», dice Juan Ferrando, profesor titular de Dermatología de la Universidad de Barcelona y médico consultor del Hospital Clínic, de Barcelona, miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) y del Grupo Español de Tricología de esta academia.
«En realidad, la caspa muchas veces se manifiesta como pitiriasis, una descamación filiforme (a modo de hilos), que consiste en pequeñas escamas parecidas a motitas de polvo y de forma un poco alargada. Si se manifiestan sueltas, se denomina pitiriasis seca, pero si están un poco adheridas al cuero cabelludo, es caspa sin más», precisa Ferrando. Si esas escamas son de mayor tamaño, puede ser un síntoma de psoriasis, añade.
Caspa: cuándo acudir al médico
El asesoramiento de un peluquero puede no ser suficiente para combatir la caspa en todos los casos. Entonces, ¿cuándo acudir al médico? «Cuando es exagerada y persistente, en vez de estacional. Si es normal, solo se tienen pequeñas motas. Pero, cuando es moderada o severa, puede ser señal de dermatitis seborreica, que se caracteriza por acompañarse de otras áreas seborreicas en la cara, lados de la nariz, en medio del pecho o detrás de las orejas», según Ferrando.
Asimismo, cuando la caspa es leve o ligera, los champús anticaspa funcionan bien para eliminarla, pero cuando el uso habitual de un champú recomendado por el peluquero, el farmacéutico o el que se compra en el supermercado es insuficiente, hay que plantearse acudir al médico de atención primaria e, idóneamente, al dermatólogo.
Cuando hay una enfermedad dermatológica subyacente, no solo debe tratarse con champú anticaspa, sino con el tratamiento de base que el médico prescriba para cada problema de salud dermatológico (dermatitis seborreica o psoriasis). Entre ellos figuran cremas o productos con corticoides, ácido salicílico, calcitriol o vitamina D.
Hoy en día, hay disponibles champús con cuatro tipos distintos de propiedades: para uso frecuente o pelo normal; antigrasa cuando el cuero cabelludo es graso; con acondicionador para pelo seco, débil o frágil; y anticaspa. En los casos leves de caspa, estos últimos funcionan bien, aunque no hay que esperar resultados inmediatos con el primer lavado, sino que hay que dejar pasar varios días para notar sus efectos.
Los champús anticaspa más novedosos son los que contienen alfahidroxiácidos y que ejercen un efecto peeling: actúan como los ácidos que se aplican en los peelings faciales. Uno de los más populares es el ácido glicólico, aunque hay otros de esta familia, pero que no se usan como champús, como el ácido ascórbico o el ácido mandélico. Los clásicos llevan piritiona de zinc, piroctonolamina o sulfuro de selenio en su composición y también son efectivos.
En cambio, el champú de caballos (con biotina o vitamina H) cuyo uso se ha intentado promocionar para tratar el pelo seco, débil y poco lustroso de las mujeres en los últimos tiempos y, al cual, entre otras, se le han atribuido multitud de propiedades, como ser anticaspa, es un champú que no funciona en el pelo humano, según ya advirtió Juan Ferrando.
“El pelo se puede lavar a diario con champú, de la misma forma que una persona se puede duchar cada día e, incluso dos veces al día, si va a la playa o a la piscina y desea eliminar el salitre y el cloro. Pero con el mínimo jabón imprescindible porque, a la larga, puede resecar la piel y generar eccemas, sobre todo a las personas que tienen psoriasis. De la misma forma, no es cierto que no se pueda lavar el cabello cada día. Lo idóneo, cuando uno se da una ducha, más si esta es rápida, es aplicarse el champú primero en la cabeza, dejárselo mientras se enjabona el cuerpo y aclararse el pelo y quitarse el champú al final”, explica el dermatólogo Juan Ferrando.