Provoca situaciones embarazosas y crea inseguridad a quien la tiene. Aparece tanto en hombres como en mujeres, por lo general en la pubertad. Su causa principal es genética, aunque puede surgir como signo de otras enfermedades. Un error muy extendido es pensar que se debe a la falta de higiene, cuando en realidad su origen se encuentra en una alteración del funcionamiento de las células de la piel del cuero cabelludo. No es contagiosa ni causa la caída del cabello. Y aunque no se puede curar, la buena noticia es que se puede controlar. Hablamos de la caspa, uno de los problemas cutáneos más engorrosos y que más acomplejan a quienes lo padecen.
Un problema genético
“La caspa es una inflamación de la piel del cuero cabelludo, casi inapreciable, y que provoca una descamación posterior”, explica Ramón Grimalt, dermatólogo del Hospital Clínic de Barcelona y profesor de Dermatología de la Universidad de Barcelona. Muchas veces, la caspa se confunde con la dermatitis seborreica, debido a que presentan una sintomatología semejante. “Pero la caspa es una variedad mínima de dermatitis seborreica”, señala Grimalt.
Estas partículas no son más que la exageración de un proceso fisiológico normal en el cuero cabelludo que consiste en la sustitución de las células más externas de la capa córnea, que sufre constantemente una descamación, en principio, imperceptible, por otras células que nacen de la capa germinativa y ascienden a la superficie. Unas pequeñas escamas blanquecinas se producen en la raíz del pelo y, al desprenderse, se depositan en la ropa.
Su causa principal es genética. “Es un tipo de piel y un modo de ser de algunos individuos”, asegura Grimalt. Así, existen factores desencadenantes que hacen que las personas predispuestas a padecer caspa, en ocasiones, tengan brotes. “Algunas personas pueden tener tendencia genética a tener caspa pero sin que se les manifieste, excepto cuando ocurren esos factores desencadenantes, que pueden ser de dos tipos: climáticos, cuando cambia la estación, normalmente en otoño y en primavera, y psicológicos, como por ejemplo el estrés”, añade el experto.
La caspa también puede presentarse como consecuencia de otras enfermedades. “Puede ser producto de sequedad de la piel, de tener dermatitis seborreica, psoriasis e incluso de enfermedades más importantes”, afirma Jordi Peyrí, vicepresidente de la Academia Española de Dermatología y Venereología. Algunos expertos aseguran que puede aparecer asociada a la presencia de enfermedades como Parkinson, apoplejía o sida.
Diferentes teorías
Todavía se discute cuál es el origen de la caspa. Muchos autores discrepan de si el hongo pityrosporum ovale es o no el agente responsable de la descamación. El pityrosporum ovale es un hongo que todos llevamos en la piel y que en condiciones normales resulta inofensivo. Cuando las condiciones del cuero cabelludo cambian, por causas naturales que están fuera de nuestro control, el hongo puede proliferar. Según algunas teorías, cuando esto sucede, el proceso natural de regeneración de la piel se acelera para combatir el hongo, causando que las células muertas caigan con mayor frecuencia. El resultado son los síntomas de la caspa, como resequedad, escamas y comezón.
Algunos estudios sugieren que este hongo encuentra en los estados descamativos un lugar de cultivo idóneo y que esta es la razón por la que prolifera. En cambio, otros autores creen que el pityrosporum ovale es la causa que provoca propiamente la descamación. “No se puede dar una relación de causa y efecto, pero es cierto que este hongo se encuentra en mayor cantidad en las personas que sufren de caspa”, asegura Grimalt.
La caspa es un problema que afecta por igual a hombres y mujeres. Se manifiesta especialmente durante la pubertad, cuando se alteran muchas actividades del organismo, y alcanza su punto máximo entre los 25 y los 40 años, disminuyendo al aumentar la edad. “No se sabe la cantidad de personas que padecen de caspa porque se trata de la manifestación de muchos procesos y enfermedades diferentes”, comenta Peyrí.
Un error muy extendido es pensar que la caspa procede de la falta de higiene. “Eso no es así. Muchas personas que se lavan el pelo a diario y aun así tienen caspa”, afirma el doctor Pablo García Fernández, director de la Clínica Médica Capilar, de León. “Sin embargo, es habitual que la gente, por desconocimiento o por una información poco acertada, se lave la cabeza cada tres o cuatro días. Eso puede contribuir a que aparezca más grasa, más picores y también más caspa”, asegura Alberto Gorrochategui, dermatólogo de la Clínica Capilar Dr. Gorrochategui, de Bilbao. “Por eso es importante lavarse la cabeza de forma frecuente”, añade. Ramón Grimalt opina que “si una persona con mucha tendencia a tener caspa se lava la cabeza muy a menudo, la caspa se notará menos”.
Tipos de caspa
Los expertos diferencian entre dos tipos de caspa:
- Caspa seca: produce una descamación seca y blanca. Son placas ligeras y a veces tan numerosas que pueden dar un aspecto enharinado al cuero cabelludo. Puede incluso generar algún tipo de picor. Está más asociada a quienes tienen el pelo seco. “Este tipo de caspa es más frecuente entre las mujeres, por culpa de los tintes que muchas veces utilizan y que resecan el cuero cabelludo”, explica Laura Agrelo, directora del Centro Dermatológico Laura Agrelo, de Madrid.
- Caspa grasa: se presenta en forma de escamas grasas y amarillentas, adheridas al cabello y al cuero cabelludo. Este tipo de caspa está asociada al cabello graso. En este caso, las escamas suelen ser más grandes, más gruesas y más adherentes, empapadas en una película grasa. El cabello presenta un aspecto aceitoso y brillante.
Además de los tratamientos enfocados a controlar el problema, es recomendable tener en cuenta algunas pautas referentes a la alimentación. “Si se tiene predisposición, conviene evitar los alimentos estimulantes, como el café, la cafeína, la Coca Cola o el chocolate”, asegura Grimalt. Otros expertos indican que una dieta rica en hidratos de carbono, grasas, alcohol y otros excitantes pueden agravar el problema e incluso causarlo. “Es curioso que muchas personas predispuestas a padecer caspa tenga brotes después de un fin de semana en el que ha castigado más su cuerpo con este tipo de alimentos”, señala Pablo García Fernández.
Muchos especialistas recomiendan seguir una dieta rica en vitaminas del grupo B y beta caroteno, ya que aseguran que es de gran utilidad para estabilizar el cuero cabelludo. También diferentes estudios sugieren que la caspa y la pérdida de pelo son condiciones asociadas a una falta de zinc. Otros estudios indican que los ácidos grasos esenciales del tipo Omega 3 son muy útiles para evitar la sequedad del cabello y la caspa.
Uno de los grandes mitos en torno a la caspa es que se contagia por compartir peines o cepillos. “La caspa común no se contagia”, asegura Pablo García Fernández. “Lo que sí se puede contagiar son algunos hongos que, en ocasiones, pueden producir caspa. Por eso hay que procurar no compartir los cepillos o los peines”, agrega. “Tampoco es cierto que la caspa puede causar la caída del cabello”, añade Grimalt.
Tratamientos
La caspa no tiene una cura definitiva, pero se puede controlar. ” No se puede prevenir y los tratamientos para la caspa son sólo momentáneos”, asegura Grimalt. “Es decir que si uno utiliza un champú anticaspa, sólo va a eliminar la caspa que tiene en ese momento. Como la tendencia genética no la vamos a poder cambiar con un champú, la persona volverá a entrar en un brote de caspa cuando actúen los factores desencadenantes.” Laura Agrelo agrega que “no hay ningún champú que cure la caspa; simplemente pueden limpiar mejor o peor, o pueden retrasar el que salga a la superficie esa caspa, pero ninguno es curativo.”
Debido a que la formación de la caspa se produce como consecuencia de varios factores, las formulaciones anticaspa disponibles en el mercado se presentan en multitud de formas cosméticas y contienen varios principios activos desarrollados para corregir individualmente cada uno de estos factores. Los principios activos más utilizados para controlar la caspa son:
Zinc piritiona. Es un agente antifúngico y antibacteriano que reduce la proliferación del hongo piyirosporum ovale. “Es una de las moléculas más usadas”, asegura Grimalt.
Alquitrán. “Al igual que el anterior, actúa como un queratoregulador, es decir, disminuye la velocidad de duplicación de las células del cuero cabelludo”, explica el mismo experto.
Sulfuro de selenio. Previene la sustitución acelerada de las células. Puede desteñir un poco el pelo, por lo que se recomienda seguir cuidadosamente las indicaciones.
Ácido salicílico. “Cuando a los dermatólogos nos llegan caspas más severas, solemos utilizar tratamientos antiinflamatorios tópicos con ácido salicílico o corticoides para combatir la inflamación que existe, previa a la descamación”, señala Grimalt.
El dermatólogo o el farmacéutico debería ser quien decidiera qué champú anticaspa utilizar para cada caso en particular. Estos productos no suelen ser agresivos ni estropean el pelo. La mayoría necesitan utilizarse de forma constante durante un plazo determinado, según las recomendaciones de los dermatólogos, y nunca hay que interrumpir bruscamente un tratamiento anticaspa. “Para que estos champús surtan efecto deben permanecer en contacto con el cabello durante al menos 4 minutos antes del aclarado, para que puedan actuar”, indica Grimalt.
En ningún momento la caspa debe ser considerada como una enfermedad, sino como un trastorno o un fenómeno que puede tener consecuencias negativas desde el punto de vista social. “La caspa puede llegar a generar en ocasiones fobia social, que el paciente tenga pocas ganas de salir o de que lo vean, ya que se asocia erróneamente con falta de higiene”, dice Grimalt. Pablo García Fernández asegura que, en ocasiones, crea ansiedad y una gran inseguridad. “Parece una patología menor, pero muchas personas que la padecen en forma constante lo pasan muy mal y vienen a la consulta muy angustiados”, concluye.