Tener una buena salud sexual es fundamental para alcanzar una buena calidad de vida. No obstante, algunos estudios señalan que casi el 40% de la población masculina española podría sufrir algún tipo de disfunción sexual. La disfunción eréctil es una de las disfunciones sexuales del hombre más comunes. Ocurre cuando se tiene dificultades para lograr o mantener una erección y es más frecuente a medida que se envejece, pese a que no forma parte del proceso de envejecimiento. En este artículo se describe qué es la disfunción eréctil, qué la provoca y cómo se trata.
Problemas sexuales: la disfunción eréctil
Se denomina disfunción sexual cuando existe dificultad durante cualquier etapa del acto sexual -deseo, excitación u orgasmo- que impide que la persona o su pareja disfrute de la actividad. De entre todos los problemas de carácter sexual, uno de los más prevalentes es cuando no es posible conseguir o mantener una erección lo suficiente para permitir una relación sexual satisfactoria, lo que se conoce con el nombre de disfunción eréctil.
Aunque la mayoría de los hombres sufre algún episodio en su vida, debido a momentos de estrés o a tratamientos farmacológicos, se considera disfunción eréctil cuando estos sucesos son repetidos. Pese a no estar considerada una enfermedad grave, supone tal deterioro de la autoestima y la calidad de vida del afectado -y también de su pareja- que puede conducir a cuadros de ansiedad y depresión.
Algunos medicamentos, como los antihipertensivos o algunos diuréticos, pueden provocar disfunción eréctil
En el pasado Congreso Nacional de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), celebrado en Santiago de Compostela (A Coruña), se pusieron de manifiesto las cifras de la disfunción eréctil en España: de los 40 a los 50 años, se estima que afecta a entre el 2% y el 10% de los hombres; de los 60 y 70 años, a entre el 30% y 40%; y en mayores de 70 años, se calcula que la proporción alcanza el 50%. Además, se cree que solo el 20% de los afectados consulta sobre su problema con el médico.
Pese a que es más frecuente que se desarrolle a partir de los 45 años, momento en que coincide con la aparición de enfermedades en la población masculina (sobre todo hipertensión, hipercolesterolemia y diabetes), los especialistas advierten de que no hay que aceptarlo como una característica del proceso normal de envejecimiento.
Causas y consecuencias de la disfunción eréctil
Según el ‘Documento de consenso sobre disfunción eréctil’, elaborado por 12 sociedades científicas españolas además de la SEMERGEN – la Asociación Española de Andrología (ASESA), la Asociación Española de Urología (AEU) o la Sociedad Española de Cardiología (SEC), entre otras- en la función eréctil intervienen diversos factores físicos y psicológicos y cualquier alteración de uno o más de ellos puede originar disfunción.
La disfunción eréctil se puede clasificar en:
- Orgánica: sobre todo por causas vasculares, pero también neurógenas, hormonales o locales.
- Psicógena: provocada por un bloqueo central del mecanismo eréctil sin que medie ninguna lesión física.
- Mixta: debida a una combinación de factores orgánicos y psíquicos. En la mayoría, la disfunción orgánica va acompañada de un componente psicológico.
La disfunción eréctil también puede darse como efecto adverso a la toma de determinados medicamentos (como los antihipertensivos o algunos diuréticos) o sustancias adictivas -entre ellas, la nicotina y el alcohol-. De hecho, se estima que este último grupo constituye el 15% de los casos.
Por otro lado, la disfunción eréctil puede ser un síntoma de algunas enfermedades. Trastornos cardiovasculares (hipertensión arterial o alteraciones vasculares, como la aterosclerosis), metabólicos (diabetes), genitales o urológicos, procesos infecciosos, lesiones neurológicas (cerebrales o medulares) o depresión, entre otras, son algunas de las patologías que pueden provocar disfunción eréctil.
El tratamiento de la disfunción
La ‘Guía clínica sobre la disfunción sexual masculina: disfunción eréctil y eyaculación precoz’, de la European Association of Urology (2010), señala que el objetivo principal en el tratamiento de esta disfunción es determinar la causa de su desarrollo y tratarla siempre que sea posible, y no focalizarse solo en los síntomas. La disfunción eréctil puede estar asociada a factores modificables, como los hábitos de vida o la toma de medicamentos, y es deseable que se regulen antes de empezar el tratamiento o bien de manera simultánea.
De hecho, cambiar las rutinas de vida es muy importante en quienes, además de la disfunción, sufren enfermedades como la diabetes o la hipertensión arterial. Además de que mejora su problema sexual, también lo hacen la salud cardiovascular y metabólica general y, por ende, el estado de salud en general.
Con todo, es de suma importancia obtener el diagnóstico de manera precoz. Acudir al especialista en estas disfunciones ayuda a empezar cuanto antes el tratamiento más adecuado a cada caso.
El dolor asociado al coito, la ausencia de deseo y de orgasmo y los problemas de excitación son algunos de los síntomas que pueden limitar la sexualidad femenina. La disfunción sexual femenina provoca insatisfacción y mala calidad de vida.
Por norma general, estos problemas sexuales son debidos a factores físicos (como desequilibrios hormonales o espasmos musculares, entre otros) y psicológicos. Los problemas físicos se pueden tratar en un corto periodo de tiempo con buen resultado, mientras que los factores psicológicos -que se tratan con terapia- precisan de tiempos más largos para conseguir una mejora. Sin embargo, se hace imprescindible acudir al médico de familia o al ginecólogo para obtener el diagnóstico y el tratamiento adecuado.