Una de las principales afecciones derivadas de los accidentes de tráfico leves son los esguinces cervicales. En una colisión a baja velocidad, los ocupantes del vehículo siniestrado tienden a experimentar sobre sus cuerpos la fuerza de la gravedad. El cuello y la cabeza sufren una secuencia similar al movimiento de un látigo, circunstancia que tiende a provocar un dolor intenso en la zona afectada. La patología no suele ser grave, ya que el 80% de los casos encuentra cura definitiva, aunque la recuperación es larga y en ocasiones muy dolorosa. En cualquier caso, es importante conocer en qué circunstancias se puede producir esta lesión, cómo se puede evitar en gran medida y los consejos prácticos para eludirla.
Ocho de cada 10 afectados consiguen recuperarse por completo
Una de las secuelas físicas más comunes de quienes sufren un accidente de tráfico por alcance -colisión en la parte trasera del vehículo- es el síndrome del latigazo cervical, conocido como SLC. Dicha afección se produce debido a las secuencias propias que sufren los ocupantes del coche siniestrado cuando éste padece un impacto a baja velocidad -están documentados casos en incidentes a poco más de 10 kilómetros por hora-. En concreto, la lesión se produce por un movimiento brusco del cuello y la cabeza hacia delante, que es seguido inmediatamente de otro gesto igual de intenso hacia atrás. Todo ello deriva en la reproducción de un esguince cervical.
En principio, su gravedad es limitada si el vehículo está dotado de las pertinentes medidas de seguridad. De hecho, estudios médicos certifican que alrededor del 80% de los afectados de latigazo vertical encuentra cura, aunque hay casos en que este síndrome se traduce en dolor crónico. En cualquier caso, pese a su carácter generalmente benigno, su profusión la convierte en una patología a tener en cuenta, sobre todo, por el tiempo que requiere para erradicar sus síntomas. Al respecto, se estima que la mitad de los pacientes acaba con las molestias en un periodo que oscila entre uno y tres meses. Aparte, habrá otro 40% de afectados que reducirá el síndrome en un tiempo máximo de un año. Por último, un 10% de los accidentados padecerán dolores en la zona del cuello a lo largo de su vida. En este sentido, voces autorizadas indican que si un mes y medio después de la colisión perduran las molestias es posible que el latigazo vertical haya sido responsable de otro tipo de lesiones de más gravedad en la médula o en el cerebro. Así lo reconoce el doctor José Fontcuberta, de la clínica madrileña Armstrong Internacional.
Pese a las cifras reseñadas, es difícil encontrar estadísticas concretas que destaquen el número de afectados por los efectos de este síndrome. Sin embargo, los mismos podrían alcanzar los 25.000 en España anualmente. Y es que la incidencia de los accidentes de circulación sigue siendo muy importante, con cifras de alrededor de 3.500 siniestros mortales y un número sin cuantificar de accidentes leves, principal causa del SLC. En cualquier caso, los clubes de automovilistas europeos estiman que su incidencia en la UE podría alcanzar los 10.000 millones de euros en tratamientos y recuperaciones.
Perfil del paciente: joven, mujer y de talla alta
El latigazo cervical destaca por su especial incidencia en personas jóvenes -también es el sector poblacional más susceptible a la hora de verse involucrados en accidentes-, en mujeres y en general en personas de talla alta. Todos ellos tienden a padecer afecciones en la mandíbula como consecuencia del mismo. Tal circunstancia se produce por la especial consistencia de ésta, ya que es el único elemento móvil que reside en la cabeza.
Además, los afectados sufren un dolor intenso en el cuello, limitación drástica y dolorosa de la movilidad del mismo y contractura muscular en la zona. Tampoco es extraño que el afectado sienta dolores en la nuca o en los brazos. Otros síntomas significativos podrían ser las jaquecas, los mareos y el vértigo, la sensación de inestabilidad, los problemas de audición -zumbidos o taponamiento de los oídos, entre otros-, y en la vista, fotopsias, que son las populares ‘estrellitas’. Además, el latigazo vertical suele provocar adormecimiento en las extremidades superiores.
Todo ello puede llegar acompañado de otras lesiones musculares, pequeñas hemorragias internas y, en casos extremos, hernias discales e, incluso, roturas de vértebras. De hecho, antiguamente la extensión del cuello motivada por un accidente de circulación podía ser tan brusca que podía derivarse en la rotura de las cervicales y, en ocasiones, de la médula, hecho que podía provocar la muerte del afectado. Sin embargo, hoy en día los automóviles están equipados de las medidas de seguridad adecuadas para limitar al máximo tales efectos.
El mejor remedio: el reposacabezas
Al tratarse de un síndrome provocado por una colisión por alcance, la única manera de evitarlo es disponer en el vehículo del preceptivo reposacabezas y asegurarse de que esté bien colocado. En este sentido, desde ADEADA, Asociación de Empresarios de la Automoción de Álava, se recomienda:
- No retirar nunca el reposacabezas de los asientos del vehículo.
- Consultar al fabricante del coche sobre cómo adecuar este elemento de seguridad.
- Llevar bien ajustado el cinturón de seguridad
- Conviene no reclinar el respaldo del asiento excesivamente hacia atrás. Cuanto más vertical esté el mismo dentro de los límites de la comodidad, más seguridad aportará a los ocupantes del vehículo.
- Tampoco es desdeñable el consejo de hacer coincidir el tope máximo del reposacabezas con la altura máxima de la cabeza del conductor y de los ocupantes del turismo.
- La altura del reposacabezas no debería quedar por debajo de la altura de los ojos del ocupante.
- También es conveniente acercar el reposacabezas a la parte trasera de la cabeza.
Acción-reacción
Con todo ello se logrará que en el momento del accidente de tráfico, al mismo tiempo que el respaldo empuja al cuerpo del ocupante hacia delante, el reposacabezas haga lo propio con la cabeza. De no llevar este elemento de seguridad en los asientos del vehículo siniestrado, las consecuencias pueden ser lamentables. Sin dicho elemento, se puede reproducir la siguiente secuencia:
- El respaldo del asiento empuja hacia delante el cuerpo del ocupante. La cabeza tiende a mantenerse en su posición inicial, aunque acompaña al torso en su avance.
- Al instante, la cabeza hace el movimiento contrario y comienza a girar hacia atrás.
- Una vez que el cuello se ha estirado al máximo, la cabeza regresa hacia delante con un movimiento igual de brusco.
Antiinflamatorios, reposo y fisioterapia
En cualquier caso, una vez sufrido el latigazo vertical la medicina confía en tratamientos sencillos. En primer lugar, desde la Fundación Kovacs, especializada en el estudio de patologías relacionadas con la espalda, explican que es frecuente que el facultativo opte por la inmovilización del cuello del paciente a través de un collarín y por la administración de antiinflamatorios y el consejo del reposo durante dos semanas. De ahí, se tiende a un tratamiento de fisioterapia para fortalecer muscularmente el cuello y los hombros. Sin embargo, pese a todo lo dicho, en ocasiones el diagnóstico del SLC es complejo dado la profusión de tipologías de traumas que están relacionados con la espalda. Precisamente por ello, el tratamiento para paliar los efectos de este síndrome se retrasa, con las consecuencias que ello supone para el paciente.
Como medida extrema y en casos en los que el dolor se cronifica en el paciente tras un latigazo vertical, la Fundación Kovacs explica que existe la posibilidad de la ‘rizolisis’, que es un tratamiento que consiste en quemar los nervios de la articulación afectada para evitar que transmitan el dolor.