La enfermedad de Chagas afecta a una gran parte de las personas que viven en las zonas rurales de América Latina. Los síntomas son silenciosos y a menudo aparecen años después de la infección por lo que muchas de las personas que la padecen no saben que están infectadas. En los últimos años, las migraciones en gran escala de individuos de origen latinoamericano ya infectados a otras partes del mundo ha convertido la enfermedad en un problema de salud pública. En España, las unidades especializadas en medicina tropical ya están diagnosticando y tratando a personas con esta enfermedad.
Actualmente la enfermedad de Chagas afecta entre 10 y 12 millones de personas en el mundo y es uno de los retos de salud pública más importantes de América Latina. Se trata de una enfermedad infecciosa endémica, es decir, que se presenta de manera regular y sin variaciones apreciables en una zona geográfica concreta. Provocada por un parásito, se presenta en dos fases. La fase aguda, sin o con síntomas leves, y la fase crónica, que puede tardar en aparecer hasta diez años, manifestándose como cardiopatía y trastornos digestivos.
Su distribución se extiende desde el sur de EEUU hasta Argentina y Chile. Sin embargo, la incidencia y distribución de la enfermedad están cambiando. Mientras que por una parte, la mejora de la vivienda en zonas rurales ha contribuido a la disminución de la incidencia de la enfermedad en todo el continente, los movimientos migratorios desde estos países han posibilitado que la enfermedad de Chagas sea diagnosticada en zonas donde la infección no era habitual.
En expansión
España se ha convertido en uno de los países europeos que recibe más inmigrantes procedentes de América Latina. El 31 de diciembre de 2005 constaban en el registro de extranjeros con tarjeta de residencia en España cerca de un millón de personas procedentes de estos países. En las unidades especializadas en medicina tropical de España ya se está diagnosticando y tratando a personas con esta enfermedad.
La enfermedad de Chagas, poco conocida hasta ahora en algunos países desarrollados, actualmente afecta a alrededor de once millones de individuos y es la culpable de la muerte de 50.000 personas cada año. La enfermedad, que afecta principalmente las zonas rurales de América Latina, surgió en EEUU, España y varios países europeos tras las enormes migraciones y, actualmente, se está expandiendo debido a controles de sangre inadecuados, según ha informado recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Las donaciones procedentes de bancos de sangre de seguridad deficiente han transmitido la infección a países fuera de América Latina, dado que una persona que no sabe que está infectada puede transmitir el parásito al donar sangre. Aunque la enfermedad de Chagas es relativamente desconocida, su impacto socioeconómico en América Latina ocupa el cuarto lugar después de las infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas y SIDA.
Enemigo silencioso
El impacto socioeconómico en América Latina ocupa el cuarto lugar después de las infecciones respiratorias, enfermedades diarreicas y SIDA
La enfermedad de Chagas o tripanosomiasis americana es una parasitosis originaria del continente americano. En la naturaleza, Trypanosoma cruzi se transmite a través de diversas especies de chinches triatominos, insecto que suele vivir en las grietas de paredes y tejados de viviendas de adobe y paja, frecuentes en zonas rurales y barrios pobres latinoamericanos. La picadura del chinche es la forma más habitual de transmisión del parásito, aunque en zonas donde la infección es endémica, también se ha descrito la transmisión oral por la ingestión de alimentos contaminados con heces de los chinches infectados.
Asimismo, la infestación también puede transmitirse a través de productos sanguíneos o mediante el trasplante de órganos infectados. Después de la fase aguda de la infección, si la enfermedad no se trata entra en una fase crónica sin síntomas. Posteriormente y al cabo de 20 o 30 años, entre el 20 y el 30% de los pacientes desarrolla alteraciones cardiacas, un 10% alteraciones digestivas o ambas y menos del 5%, una forma neurológica. El resto permanecerá en la forma indeterminada, sin ningún tipo de manifestación clínica durante toda su vida. Las manifestaciones de la cardiopatía chagásica pueden ser idénticas a las de otras cardiopatías.
Los síntomas más frecuentes son palpitaciones, dificultad respiratoria, síncope y dolor torácico y, en algunas ocasiones, la muerte súbita. Para descartar que un paciente infectado por el parásito tenga afectación cardiaca, como en cualquiera otra enfermedad, el diagnóstico deberá estar basado en una buena historia clínica y en una exploración física completa, un electrocardiograma, una radiografía de tórax y un ecocardiograma. En las formas digestivas la dificultad en la deglución y el estreñimiento son síntomas frecuentes. El diagnóstico de la enfermedad de Chagas se basa en la coexistencia de dos criterios: el antecedente epidemiológico (personas originarias o hijos de madres de zonas endémicas y viajeros con estancias en área endémica) y los resultados microbiológicos que se basan en el aislamiento del parásito y en pruebas de laboratorio.
En la fase crónica de la enfermedad la tasa de curación en personas adultas oscila entre el 8 y el 25% y no hay un consenso internacional para el tratamiento de esta fase de la enfermedad. Las características diferenciales de la cardiopatía chagásica, el escaso conocimiento que se tiene de ella en nuestro medio y la elevada frecuencia de arritmias y muerte súbita como primeras manifestaciones potenciales de esta enfermedad hacen prioritarias la elaboración y divulgación de protocolos diagnósticos y terapéuticos para la atención de estos pacientes a fin de mejorar el conocimiento de esta patología por los profesionales sanitarios potencialmente implicados en su detección y manejo.
El éxito en el control vectorial en Suramérica redujo el número de personas infectadas de aproximadamente 17 millones a 11 millones en el 1999. Uruguay logró interrumpir la transmisión de la enfermedad en 1991, seguido por Chile en 1999. La transmisión también fue interrumpida en ocho estados de Brasil y cuatro provincias argentinas, en el año 2000. En Centroamérica y México, un total de 2,3 millones personas están infectadas, con una incidencia que alcanza los 70.000 casos anuales.
Durante la Asamblea Mundial de Salud celebrada en 1998, la OMS reconoció los logros de los países suramericanos y declaró la meta de eliminación de transmisión de Chagas para el año 2010. La multinacional Bayer HealthCare participa en este reto y ha proporcionado fondos para ampliar los esfuerzos de eliminación de la enfermedad junto con 2,5 millones de tabletas de Lampit (nifurtimox).
Esto permitirá tratar a alrededor de 30.000 pacientes en los próximos cinco años, ayudando a cubrir los nuevos casos agudos entre adolescentes y asegurando la accesibilidad del fármaco a los que más lo necesiten. Actualmente existen en el mercado dos medicamentos eficaces para el tratamiento de la enfermedad de Chagas: benznidazol y nifurtimox. En los países endémicos, aparte de la utilización de estos fármacos, tienen programas de control para la eliminación de los insectos que transmiten la enfermedad.