La genética, la lactancia materna, los medicamentos, el poco o mucho ejercicio físico que practiquemos y hasta la edad, entre otros factores, modifican nuestra microbiota. Pero también existen enfermedades que están directamente relacionadas con las alteraciones en la microbiota. Estas patologías pueden afectar a varias partes del cuerpo, como el estómago, el intestino, la boca o la faringe. En las siguientes líneas te detallamos cuáles son.
SIBO (Small Intestinal Bacterial Overgrowth)
El trastorno de sobrecrecimiento bacteriano del intestino delgado se produce cuando hay un aumento anormal de las bacterias en el intestino delgado. En este, a diferencia de en el intestino grueso, la cantidad de bacterias es baja, pero existen diferentes causas que pueden alterar este equilibrio. En general, son situaciones en las que se ralentiza el tránsito intestinal (diverticulosis, celiaquía, poscirugías…) y los nutrientes permanecen más tiempo en el intestino delgado sirviendo de caldo de cultivo para las bacterias. Se trata de un desequilibrio en la microbiota que puede ocasionar síntomas digestivos, cutáneos, dolores articulares, trastornos autoinmunes…
El SIBO hay que tratarlo con medicación (antibióticos) y con una dieta específica, baja en FODMAP (frutooligosacáridos y galactooligosacáridos), un tipo de carbohidratos que no se digieren totalmente en el intestino delgado, como la fructosa o la lactosa.
Helicobacter pylori
El descubrimiento de la bacteria helicobacter pylori en los años ochenta sirvió para ayudar a muchas personas con úlceras gástricas y duodenales. La infección se produce cuando esta bacteria coloniza el estómago, ya que es capaz de sobrevivir en ambientes ácidos. A partir de ese momento se desarrollaron combinaciones de antibióticos para eliminarla, pero cada vez hay más evidencias acerca de que hay que valuar individualmente cada caso. Según adelanta la dietista-nutricionista Eva Gosenje: “Parece que acompañar los antibióticos con probióticos da mejores resultados, mejora los efectos secundarios y la eliminación de la bacteria. Se transmite sobre todo de persona a persona por contacto de saliva o materia fecal, pero también a través de alimentos y aguas contaminadas”.
Estrés digestivo
El estrés emocional sostenido puede producir una alteración de la microbiota, una disfunción de la barrera intestinal y una menor recuperación de la mucosa digestiva.
Enfermedades inflamatorias autoinmunes
Crohn, artritis, psoriasis… En su origen se unen la genética, el ambiente y la microbiota en las enfermedades inflamatorias intestinales (EII), y parece que la relación puede ser bidireccional. La disbiosis (el desequilibrio microbiano de la microbiota) puede ser factor de riesgo y al revés, las EII pueden ser factor de riesgo de disbiosis. El tratamiento dependerá de sus causas y de la sintomatología.
Periodontitis y caries
En nuestra boca encontramos más de 700 especies diferentes de bacterias y en cada milímetro de saliva puede haber entre 10 y 100 millones de microorganismos. Por eso, la higiene bucal es fundamental para eliminar la placa dental. Si dejamos que se acumule, el líquido gingival hará que las bacterias se multipliquen, causando aún más inflamación.
Endocarditis y cáncer de colon
Lo peor de una disbiosis bucal no es la caries, ni siquiera la enfermedad periodontal. El mayor riesgo es que estas bacterias patógenas puedan llegar a zonas del organismo, como las válvulas cardiacas, donde pueden causar graves problemas. Es el caso de las endocarditis bacterianas. También se han visto casos de cáncer de colon en los que están implicadas unas cepas, las fusubacterium, procedentes de la boca.