Hay quien cree que, una vez superada la adolescencia, los ojos ya están a salvo de una miopía progresiva. La degeneración macular asociada a la edad (DMAE) supone una de las principales causas de pérdida grave de visión en personas mayores de 50 años. Los oftalmólogos ensayan nuevas técnicas, como la neovascularización coroidea, e investigan con células madre el modo de curar las enfermedades neurodegenerativas de la retina.
Gafas, lentes de contacto e intervenciones quirúrgicas minimizan este problema hasta el punto de asumir unos supuestos de salud visual u ocular imprecisos. Además, existen creencias erróneas alrededor de la miopía, como que aparece como resultado de leer en mala postura y con mala iluminación, ver mucho la tele o trabajar muchas horas frente a una pantalla de ordenador, algo que no es cierto. Es falso, asimismo, que la miopía proteja frente a la vista cansada, o presbicia, y que llevar una graduación hipocorregida (con menos dioptrías de las que en realidad se precisan) «espabile» la visión, o que las lentes de contacto consigan frenar el avance de una miopía. La medicina alternativa tampoco se salva de malentendidos: con evidencias científicas en la mano, no hay dietas especiales capaces de prevenir este problema.
Pese a que una corrección de las dioptrías permita ver con normalidad, los oftalmólogos aconsejan no perder de vista la salud de los ojos debido a que un miope, por el simple hecho de serlo, tiene siempre más posibilidades de padecer glaucoma, cataratas precoces y retinopatía o coroidosis.
Miopía magna
Los especialistas se refieren a una miopía magna cuando la persona miope supera las seis dioptrías, debido a un crecimiento desmesurado del globo ocular que provoca un adelgazamiento progresivo de todas las capas del ojo, de las que la retina es la más afectada. Esta deformidad puede dar lugar a atrofias, hemorragias, degeneración macular, roturas o desprendimiento de retina. A lo largo del tiempo, el miope va perdiendo zonas de visión, agudeza visual y calidad de vida.
Los pacientes con miopía magna presentan una mayor incidencia de patologías retinianas
Actividades tan cotidianas como leer, escribir, trabajar frente a un ordenador o una consola, ver la tele, ir al cine, pasear solo o conducir dejan de hacerse de una forma normal. Asimismo, se produce una pérdida importante de socialización y de autoestima por una incapacidad visual permanente y absoluta, sin que las empresas adapten sus puestos de trabajo a este tipo de problemas.
Por si fuera poco, los pacientes con miopía magna presentan una mayor incidencia de patologías retinianas. «Por una parte, al nivel de la retina periférica, tienen más probabilidades de sufrir un desprendimiento y, por otra, muestran un aumento de frecuencia en cuanto a alteraciones de la mácula o la retina central», explica Juan Reche, oftalmólogo del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Neovascularización coroidea
Se trata de una alteración propia de la miopía magna y que consiste en la aparición de vasos sanguíneos de reciente formación en el área de la mácula, lo que dificulta enormemente la visión central. Esto puede originar una discapacidad visual grave que limita la realización de actividades cotidianas y la autonomía de los afectados, evolucionando hasta una ceguera legal.
Reche subraya que se trata «de una enfermedad con un devastador efecto sobre la visión del paciente y que suele dar lugar a metamorfopsias (percepciones distorsionadas de las imágenes, tanto en forma como en tamaño), limitando de forma extraordinaria la capacidad de los pacientes para leer, trabajar con ordenador o conducir». El experto considera indicados, en estos casos, «agentes antiangiogénicos que actúan inhibiendo el factor de crecimiento vascular endotelial, pudiendo frenar el curso de la enfermedad y eliminar la formación de nuevos vasos».
«No son tratamientos curativos, pero en muchos casos permiten una recuperación importante de la agudeza visual y retrasan la aparición de una deficiencia visual grave», explica el oftalmólogo. Desde hace ocho años, el Hospital Clínico San Carlos se considera un centro de referencia para el tratamiento de las neovascularizaciones coroideas con terapia fotodinámica, que tiene un efecto visual beneficioso consistente en reducir la pérdida visual asociada a este problema. «Sin embargo, presenta algunas limitaciones, como el escaso porcentaje de pacientes que mejoran su visión de una forma permanente en el tiempo», añade Reche.
Imagen: Pontus Edenberg
La Asociación Nacional de Afectados de Miopía Magna (AMIRES) se creó con el objetivo de promover la sensibilización social sobre esta enfermedad, fomentar el apoyo psicosocial e informar de los tratamientos disponibles para otras patologías asociadas a la miopía magna. AMIRES contribuye a mejorar la atención sociosanitaria de los miopes magnos y su calidad de vida. En colaboración con la industria farmacéutica, la asociación organiza también jornadas dedicadas a divulgar las diferentes patologías asociadas a la miopía magna, como la neovascularización coroidea, y a profundizar en las nuevas líneas de investigación con células madre en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas de la retina.
«Nuestra asociación pretende hacer visibles las necesidades sanitarias, sociales o laborales de los afectados, defendiendo los derechos en todos los ámbitos (barreras arquitectónicas y comunicación), la implantación de unidades de baja visión en el Sistema Sanitario Público o la necesidad de adaptar los puestos de trabajo», comenta María Lourdes Martínez, presidenta de AMIRES.
Las principales reivindicaciones que formula la asociación tienen que ver con la creación de un comité de expertos en salud pública que elabore un protocolo de atención y tratamiento de la miopía magna y de sus patologías asociadas en los hospitales del Sistema Nacional de Salud, la incorporación a las carteras de servicios de atención especializada a los pacientes de baja visión, la creación de unidades de baja visión en los hospitales públicos y un incremento de las ayudas públicas para los aparatos ópticos de estos enfermos.