Mojar la cama por la noche es un malestar pasajero que, sin embargo, supone un verdadero problema cuando ocurre al menos tres veces por semana. Este trastorno, conocido como enuresis, se resuelve con la edad y de forma espontánea, pero afecta a un porcentaje elevado de niños. Los expertos insisten en que encontrar la causa que lo provoca es fundamental ya que, en casos extremos, hay un trastorno subyacente. Además, la enuresis causa repercusiones psicológicas y sociales negativas, tanto para el afectado como para la familia.
Entre los 3 y 4 años se consigue el control total de los esfínteres. No obstante, del 15% al 20% de los menores de 5 años moja la cama por la noche, según datos recientes de la Asociación Española de Pediatría (AEP). A pesar de que este trastorno, denominado enuresis, es un problema frecuente, a menudo, está infradiagnosticado. Afecta al doble de niños que de niñas, con toda probabilidad, por una maduración más tardía. Es una condición que se resuelve de forma espontánea, con una tasa de remisión de un 15% anual, y su prevalencia decrece a partir de los 10 años.
Pasada esta edad, sin embargo, aumentan las complicaciones para solucionar con rapidez el problema, que requiere tratamiento. El 8% de los adolescentes moja la cama a los 12 años y el problema persiste en la edad adulta hasta en el 1% de los casos.
Alteraciones emocionales
Los menores que sufren enuresis, con frecuencia, desarrollan ansiedad, así como una reducción de su autoestima y de la estabilidad emocional. Problemas concretos habituales que merman las actividades sociales y afectan incluso a la familia son, entre otros, que el pequeño se niegue a ir de campamentos o pasar la noche fuera de casa. La vergüenza es otra de las manifestaciones. La visita al médico se convierte en un calvario, ya que la demanda de los afectados es que no se hable del tema ni se consulte sobre el mismo. Parece razonable iniciar un tratamiento cuando el niño se siente incómodo con sus síntomas, ya sea por la edad o por la intensidad de la condición.
Datos aportados por Santiago García-Tornel, pediatra del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, señalan que el 68% de los padres afirman que nunca les han preguntado a sus hijos sobre el problema, con independencia de la edad del niño. Un porcentaje mayor, el 80%, cree que su hijo se orina en la cama por pereza, para llamar la atención o para expresar emociones de rabia, estrés o preocupación.
El 80% de los progenitores cree que su hijo se orina en la cama por pereza, para llamar la atención o para expresar emociones de rabia, estrés o preocupación
Según las Recomendaciones del Comité de estandarización de la Sociedad Internacional de la Continencia en Niños (ICCS), para que pueda establecerse un diagnóstico de enuresis es necesario que los afectados tengan más de 5 años, edad en la que ya se considera inapropiado el escape nocturno de orina. En ellos, esta edad puede alargarse hasta los 6 años, porque alcanzan más tarde el control nocturno del esfínter vesical.
Respecto a la frecuencia, no hay un consenso concreto, aunque la idea más aceptada es la de cuatro veces a la semana como mínimo. La enuresis es primaria, si nunca se ha mantenido seco alguna vez, o secundaria, cuando el niño, que antes de los 6 años había controlado el esfínter durante más de seis meses, vuelve a mojar la cama.
Recomendaciones y tratamientos
El primer consejo que lanzan los especialistas es no presionar a los hijos, reñirles o castigarles por mojar la cama mientras duermen, ya que es contraproducente. Hay que restar importancia al problema y asegurar que es algo solucionable y que muchos otros niños lo padecen, para que no se preocupen demasiado. Para algunos son útiles los sistemas de recompensa, como los gráficos de estrellas para las noches secas, levantarles durante la noche o ponerles un despertador a una determinada hora para que acudan al aseo, el entrenamiento para controlar la retención y aumentar la capacidad de la vejiga y, en ocasiones, la restricción de líquidos cuando se acerca la hora de irse a dormir.
Según los expertos de la AEP, uno de los tratamientos más efectivos para solucionar el problema son los dispositivos de alarma, que se colocan en la ropa interior y emiten una señal al detectar las primeras gotas de orina. Aunque es el método con mayores tasas de curación (eficaz entre el 60% y el 70% de los casos, con una tasa de recaída próxima al 50%), es el más lento (tres meses) y, además, requiere la colaboración de toda la familia. Su objetivo es generar un reflejo condicionado.
Otra posibilidad es la terapia con desmopresina, un medicamento que aumenta la reabsorción de líquido de los riñones y, por tanto, disminuye la cantidad de orina. Aunque este tratamiento es a menudo más rápido (entre uno y dos meses), no implica la curación total y las recaídas son muy habituales. Por este motivo, la prescripción individualizada es de vital importancia para solucionar de forma definitiva el problema. Otros tratamientos farmacológicos incluyen antidepresivos tricíclicos y anticolinérgicos.
Buscar el problema subyacente
Muchos progenitores consideran que la enuresis forma parte del proceso de crecimiento y que no requiere tratamiento. Sin embargo, si el problema persiste tras los 10 años, el tratamiento acontece obligatorio, porque ya es una condición que afecta en todos los ámbitos. El National Institute for Health and Clinical Excellence establece en sus directrices que los menores de 7 años también pueden someterse a un tratamiento para la enuresis.
Otros trabajos insisten en que antes de esta edad no es previsible un porcentaje notable de respuesta favorable, pero en cualquier caso, el diagnóstico precoz es decisivo ya que algunos problemas pueden solucionarse con medidas educacionales.
Algunos estudios han relacionado la enuresis con el orden de nacimiento de los hijos o con niveles socioculturales paternos bajos. Otros posibles motivos son una vejiga hiperactiva o un subdesarrollo de la misma y, en el peor de los casos, un trastorno neurológico u otro problema médico subyacente. Los síntomas más llamativos son: dolor al orinar, debilidad en las extremidades inferiores, sangre en la orina, aumento de la sed, fiebre… Cuando esto ocurre, hay que acudir de inmediato al médico.
La lucha actual de muchos especialistas es conseguir que no se estigmatice a los afectados de enuresis, que no se esconda el problema ni que se relacione la condición con un trastorno psiquiátrico. Santiago García-Tornel, pediatra del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), considera que persisten ciertos mitos que deben sustituirse por unas realidades más que evidentes. Entre estos figuran el hecho de relacionar la enuresis solo con un trastorno psicológico y con una condición que “se cura sola”, que es normal a los 7 años de edad y que tiene en la ingesta de bebidas en exceso una de las causas principales.
La realidad es que es un trastorno muy frecuente y que llega a afectar a distintos ámbitos de la vida de una persona (psiquiátrico, nefrológico, urológico, psicológico, neurofisiológico). Puede darse el caso de que la enuresis se solucione espontáneamente, pero precisará mucho más tiempo, ya que está demostrado que con tratamiento mejora más rápido y antes se favorece la autoestima y la vida social del afectado.