Los oídos son un punto vulnerable de las personas que acuden de manera asidua a las piscinas (en especial, los niños). La humedad mantenida en el conducto auditivo puede facilitar la irritación de la piel de la zona, la propagación de microorganismos y la infección. Las otitis externas, también denominadas otitis de la piscina o del nadador, más habituales en verano por el incremento de las actividades acuáticas, provocan un dolor intenso. En este artículo se describe qué medidas ayudan a prevenir la otitis externa y qué síntomas son los más frecuentes. También se apunta cuál es el tratamiento habitual y cómo se puede aliviar el dolor.
Pasar un buen rato tomando un baño, ya sea en la piscina o en el mar, es una de las maneras más agradables de refrescarse en verano. Sin embargo, tener los oídos en constante remojo puede provocar consecuencias en la salud de las personas más vulnerables, como los niños. La infección del canal auditivo externo, conocida como la otitis del nadador o de la piscina, está a la orden del día en la época estival. De hecho, es uno de los motivos más habituales de consulta médica en este periodo.
Los datos de la Guía ABE calculan que un 10% de la población la padece en algún momento de su vida, sobre todo entre los 7 y los 12 años, sin diferencias entre sexos. Y aunque el tratamiento es efectivo y se resuelve en pocos días, causa un dolor muy intenso.
Prevenir la otitis externa en verano
Las personas más vulnerables a sufrir esta molesta infección pueden prevenirla si siguen unos sencillos consejos:
- Después del baño, de nadar o de la ducha, es importante secar meticulosamente las orejas con una toalla, inclinando la cabeza a un lado y otro para facilitar que salga todo el agua de los oídos. Ayuda a liberar el agua retenida, si a la vez se estira el lóbulo de la oreja hacia afuera y hacia atrás, para tensar el canal auditivo.
- Utilizar tapones adecuados cuando se es propenso a las otitis, con el fin de evitar tener los oídos en remojo de forma dilatada si se practican actividades acuáticas. Hay que tener en cuenta que los tapones deben adaptarse bien al conducto auditivo, porque si no, en vez de evitar que entre el agua, lo que hacen es impedir su salida y favorecer la infección.
- Usar productos secantes después del baño, como vinagre diluido (ácido acético al 2%) o el mismo aire del secador de pelo. Nunca emplear estas gotas si hay perforación del tímpano o se llevan colocados drenajes en los oídos.
- No introducir objetos en los oídos, como los bastoncillos de algodón, ni para extraer el cerumen. Tampoco rascarse el oído, ya que la manipulación puede provocar pequeñas lesiones que facilitan la entrada de bacterias como Pseudomonas aeruginosa y Staphylococcus aureus.
Otitis externa: síntomas
Aunque el dolor disminuye a los pocos días de tomar antibiótico, es imprescindible terminar el tratamiento
La otitis externa es la más común entre adolescentes y adultos jóvenes, además de en personas vulnerables (con abundante cerumen o con canales auditivos estrechos). La humedad mantenida en el canal auditivo puede producir irritación y lesión del tejido del oído externo y provocar una infección. Es más frecuente en piscinas con exceso de cloración o en aguas contaminadas.
Esta infección empieza con picor que evoluciona a dolor intenso que aumenta, si se tira del pabellón auricular, al masticar o deglutir alimentos, o cuando se ejerce presión sobre este. Según la Asociación Española de Pediatría, además de dolor agudo, los síntomas más habituales son:
- Enrojecimiento del conducto auditivo o que se hinche.
- Suele ser unilateral. Solo en un 10% de los casos afecta a ambos oídos.
- Inflamación y dolor en la zona de los ganglios que están por delante del oído.
- Sensación de tener el oído tapado, de sordera, debido a la inflamación del conducto.
- Secreción líquida que al inicio es de color claro y va volviéndose espesa y amarillenta.
- A diferencia de la otitis media asociada a procesos catarrales propios del otoño, invierno y primavera, no provoca fiebre ni tampoco es contagiosa.
La manera más rápida y segura de calmar el dolor, además de evitar que la infección progrese, es acudir al médico para que instaure el tratamiento más adecuado. En la mayoría de las ocasiones, recetará unas gotas con antibióticos (durante 7 o 10 días) que, a veces, llevan incorporadas corticoides para disminuir la inflamación del conducto auditivo. Solo en las infecciones más graves será necesario tomar antibióticos por vía oral. Aunque el dolor disminuye a los pocos días de haber empezado el tratamiento, es imprescindible seguir la pauta médica tal y como ha indicado el facultativo a fin de conseguir la resolución completa.
Para aliviar el dolor se pueden utilizar analgésicos de venta libre, como el paracetamol o el ibuprofeno. En algunas ocasiones, colocar una pequeña toalla de algodón tibia o una almohadilla caliente sobre el oído alivia las molestias. Mientras dura el tratamiento, para evitar contaminar el oído infectado, es importante impedir que entre agua en los oídos.