Faringitis, amigdalitis y sinusitis son, según los especialistas, enfermedades muy comunes en primavera. Pero no son las únicas. Los cambios de temperatura propios de esta estación favorecen los procesos víricos y, entre ellos, las patologías infecciosas que manifiestan erupciones cutáneas, como la varicela, la escarlatina o la “enfermedad de la bofetada”, que se describen en este artículo. Además, también aumenta la incidencia de infecciones respiratorias y de enfermedades alérgicas, ambas factores de riesgo para personas con patología cardiaca.
Con la llegada del buen tiempo, aumenta la incidencia de enfermedades alérgicas pero también de patologías infecciosas que cursan con exantemas o erupciones, como la escarlatina o la varicela, que a pesar de que se pueden contraer en cualquier época del año, son frecuentes en primavera. Su prevención es complicada, pues son contagiosas desde el periodo de incubación, antes de que surjan los primeros síntomas y, por tanto, antes de que se puedan tomar medidas de precaución. Por este motivo, los especialistas señalan el lavado de manos como crucial en la prevención y transmisión de patologías, más aun si se está en contacto con una persona enferma.
El megaloeritema o ‘enfermedad de la bofetada’
El megaloeritema es una infección vírica leve que afecta más durante la primavera y que está provocada por el parvovirus B19, un virus humano. También denominada «enfermedad de la bofetada», tal como su nombre deja entrever, es una erupción que se localiza en las mejillas. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), cerca de la mitad de la población adulta ha sufrido la infección, aunque muchos no lo recuerdan.Se acompaña de síntomas similares al catarro, con poca fiebre y malestar general y, cuando ceden, surge la erupción de color rojo intenso. Después, el exantema se extiende hacia abajo en forma de manchas pálidas, excepto en el reverso de manos y pies. Con el tiempo, las manchas aclaran hasta que desaparecen hacia las dos semanas. Otros signos pueden ser dolor articular (sobre todo en adolescentes y adultos) o anemia.
Tiene una incubación que va entre los 4 y los 28 días. Es una enfermedad muy contagiosa, que se transmite mediante las pequeñas gotas expulsadas por la boca al hablar, toser o estornudar (gotas de Flügge), o por compartir la cubertería con un infectado. No obstante, es benigna, no suele requerir tratamiento y la recuperación es rápida. No hay vacuna contra el parvovirus culpable pero, una vez superada, el afectado se vuelve inmune.
La varicela: el picor intenso
Hay que evitar la administración de ácido acetilsalicílico durante un proceso vírico o febril, porque se ha asociado con el síndrome de ReyeLa varicela es otra de las dolencias infecciosas que puede surgir en cualquier época del año, pero que es más común en invierno y primavera. La provoca el virus varicela-zóster. Es una enfermedad muy contagiosa y se transmite por contacto con las lesiones de la piel o por las gotas de Flügge, desde dos días antes de que se manifiesten las primeras ampollas (vesículas llenas de líquido) hasta que todas las lesiones tienen costras. La erupción, que produce un intenso picor, empieza en cara, tronco y cuero cabelludo y, luego, se extiende por todo el cuerpo. Otras señales son fiebre, antes de que surja la erupción, y malestar general.
El tratamiento está enfocado en aliviar los síntomas. Los especialistas insisten en que hay que evitar la administración de ácido acetilsalicílico o salicilatos en niños y adolescentes durante una afección viral, varicela o un proceso febril, porque se ha asociado con el síndrome de Reye, una enfermedad poco frecuente pero grave que cursa con encefalopatía grave y hepatopatía aguda. Sin embargo, por norma general, es una dolencia leve, habitual en menores de 10 años sin vacunar y casi todos los niños la padecen antes de llegar a la adolescencia. Una vez que se pasa, cura por si sola en pocos días y aporta inmunización permanente.
Según el registro de las enfermedades de declaración obligatoria del Instituto de Salud Carlos III, en 2013 en España se notificaron 146.814 casos de varicela, que supone una incidencia de 314,99 por cada 100.000 habitantes (datos definitivos del 09/03/2015). No obstante, los especialistas prevén que, con la llegada de la primavera y la falta de vacunas, la varicela podría aumentar de manera importante, ya que podría superar hasta un 30% respecto a ediciones anteriores. Desde junio del 2014, el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad y la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios decidieron prohibir la venta de la vacuna Varivax® y darle la categoría de medicamento de uso exclusivo hospitalario -al igual que ya se hizo en 2009 con Varilix®- y administrarla solo en niños de 12 años que no hayan sufrido la varicela y a personas de riesgo de todas las edades. No obstante, cabe recordar que el Comité Asesor de Vacunas de la AEP defiende la vacunación universal frente a la varicela en la primera infancia con dos dosis.
La escarlatina por Estreptococo
La escarlatina, causada por el Estreptococo betahemolítico del grupo A, es una faringoamigdalitis aguda (anginas) asociada a una erupción cutánea y fiebre superior a los 38 ºC.
La erupción, el síntoma más evidente, surge a partir de las 12 horas del inicio de la fiebre (brusca) y se caracteriza por unos granos muy pequeños que provoca que la piel se vuelva áspera y rugosa, parecida a la «piel de gallina». Puede dar picor, se inicia en cuello y la cara (excepto alrededor de la boca) y se extiende hacia abajo por todo el cuerpo, sobre todo en los pliegues cutáneos, como axilas y zona inguinal. La lengua adopta un color blanco-amarillento. El exantema dura como máximo una semana y suele acompañarse de dolor de cabeza, malestar general, escalofríos, vómitos y dolor abdominal, entre otros.
Los más afectados son los niños entre 2 y 10 años de edad (incluso hasta 12), pero raramente en adultos. Se contagia través de las gotitas de Flügge de una persona enferma o portadora sana, o por compartir vasos y otros utensilios de cocina. Según afirman desde la AEP, «el tratamiento de elección es un antibiótico (penicilina) durante 10 días«.
Los cambios estacionales influyen en las patologías cardiovasculares, y la primavera es una época en la que aumenta tanto la incidencia de infecciones respiratorias como de enfermedades alérgicas. Para Javier Ortigosa, miembro de la Fundación Española del Corazón, los procesos infecciosos descompensan a los pacientes con cardiopatías, porque actúan como factor que predispone a la insuficiencia cardiaca.
Por ello, se recomienda que, cada año antes de que llegue el invierno, este grupo de población se vacune contra el virus de la gripe y el neumococo, ya que los cambios de temperatura habituales en primavera favorecen los procesos víricos, como bronquitis aguda y la neumonía.
Por otra parte, es habitual que los afectados por alguna alergia tomen antihistamínicos para aliviar los síntomas. Según declara Ortigosa, a pesar de que no suponen ningún peligro para los pacientes cardiópatas, hay que controlar a quienes, sea por la propia enfermedad cardiaca o como efecto secundario de algún otro medicamento, tienen el QT largo (anomalía del sistema de conducción del corazón).
Si la alergia reviste gravedad y la persona precisa corticoides, hay que extremar la vigilancia de la tensión arterial o del desarrollo de síntomas asociados a la insuficiencia cardiaca, puesto que estos medicamentos provocan en el organismo retención de sal y agua.