Tomar drogas en el embarazo afecta gravemente al feto. Sin embargo, muchas futuras madres no son conscientes de los perjuicios que el consumo de sustancias tóxicas puede causar en el feto o, a sabiendas de que lo están dañando, se lo ocultan al médico. Ni siquiera la marihuana es inofensiva como piensan erróneamente muchos jóvenes de hoy en día. Nacer prematuro, con bajo peso, sufrir retraso de crecimiento o el síndrome de abstinencia -el temido ‘mono’- son los graves efectos que la drogadicción de la embarazada puede causar en su recién nacido.
«El maltrato fetal es una situación en la que la mujer gestante, de forma consciente o inconsciente no cuida de su salud física o mental durante la gestación», comenta Maria Àngels López-Vilchez, médico adjunto del Servicio de Neonatología del Hospital del Mar-IMAS, de Barcelona. Este maltrato fetal tiene que ver con el consumo de drogas y otras sustancias tóxicas o con el padecimiento de una enfermedad crónica, como la diabetes, que se descuida durante el embarazo, con el agravante de que las consecuencias las paga el feto, según la especialista.
Las drogas que más se consumen son las que están admitidas legalmente: tabaco y alcohol. Pero, cada vez más, se observa un aumento del consumo de drogas ilegales como la marihuana, a la que las jóvenes perciben peligrosamente como una droga inocua, y la cocaína, respecto a la cual la Organización de Naciones Unidas (ONU) acaba de presentar un informe que sitúa a España a la cabeza del consumo mundial.
Más consumo de drogas
El problema, además, es que el consumo de todas las drogas está creciendo notablemente entre la población joven y, por lo tanto, dentro de ésta, entre las mujeres en edad fértil. «Se ha visto un aumento del consumo de drogas entre la población de entre 12 y 25 años y sabemos que el 40% de los embarazos se producen en esta franja de edad», según López-Vilchez. Estos datos se presentaron en una jornada sobre Niños de riesgo social, celebrada en el Hospital del Mar donde trabaja esta especialista.
Además, las gestantes autóctonas consumen muchas más drogas que las inmigrantes, ha añadido esta experta. Un estudio efectuado por el Hospital del Mar de Barcelona, que atiende unos 1.500 partos al año, y entre ellos en torno al 50% de población inmigrada, ha constatado que el 4% de las gestantes españolas consume drogas frente al 0.4% de las mujeres embarazadas inmigrantes. Estos resultados corresponden al seguimiento de unos 3.000 partos durante dos años.
Por norma general, las consumidoras de sustancias tóxicas pertenecen a grupos sociales de riesgo, no controlan bien su gestación ni siguen una buena nutrición y a menudo tienen problemas para relacionarse con la pareja o con su familia. No obstante, esta experta también admite que la edad y perfil de las consumidoras de drogas es muy variable. «Hay desde embarazadas muy jóvenes, que salen de juerga y no tienen reparo en tomar drogas, hasta madres más mayores que también lo hacen».
El consumo de cualquier sustancia tóxica durante el embarazo tiene consecuencias sobre el feto de las que muchas gestantes no son conscientes
Caso aparte es el de las mujeres embarazadas que se encuentran en un programa de reducción de daños con metadona, subraya López-Vilchez. «Estas mujeres han dejado de consumir heroína, tienen el síndrome de abstinencia controlado y una buena nutrición. Ésta es la situación ideal en estas pacientes», dice. Y otro caso muy diferente es el de las que embarazadas que consumen drogas, muy perjudiciales para el feto, como la cocaína y la marihuana, y que lo ocultan durante las visitas al ginecólogo obstetra.
Efectos en el feto
El consumo de cualquier sustancia tóxica durante el embarazo tiene consecuencias sobre el feto de las que muchas de estas jóvenes no son conscientes. Un ejemplo es el de la marihuana. Según López-Vilchez, la idea de que esta droga no es nociva es errónea, pero está bastante extendida entre la juventud. Los niños pueden nacer con menos peso. Los estudios médicos recogen que el consumo de todas estas drogas está relacionado con prematuridad, bajo peso al nacer y retraso de crecimiento.
En el caso de la cocaína, por ejemplo, se sabe que las gestantes cocainómanas tienen riesgo de presentar trombos en la placenta que generan oclusiones de los vasos sanguíneos, cruciales para la nutrición. La consecuencia es mayor riesgo de alumbrar un niño prematuramente. En cuanto al estrés de la madre, bien vigilado, no tiene por qué constituir un problema para el feto, siempre y cuando no lleve a la gestante a fumar más tabaco o a consumir más café o bebidas excitantes.
Síndrome de abstinencia
Otro efecto preocupante del consumo de heroína o cocaína durante la gestación es que los recién nacidos pueden presentar síndrome de abstinencia. Éste se manifiesta a través de irritabilidad, lloros continuos, febrícula (décimas de fiebre), vómitos y dificultades para alimentarse. Todo ello se cuantifica con un cuestionario conocido como Test de Finnegan, que se aplica al neonato cada tres horas y que aporta el grado de gravedad del síndrome de abstinencia que afecta a los hijos de drogadictas.
El síndrome de abstinencia se trata dependiendo de la gravedad del cuadro. El tratamiento, que se basa en la administración de un relajante llamado fenobarbital, se puede aplicar a partir de las 12 ó 24 horas del alumbramiento y tiene una duración de entre una semana y diez días. La primera dosis de este fármaco se administra por vía intramuscular y la segunda por vía oral, como si fuera un jarabe. Además de este tratamiento, estos neonatos necesitan estar en unas condiciones muy especiales.
En la Unidad de Neonatología, se les coloca en una incubadora, en la que están muy arropados, con todas las medidas de confortabilidad posibles y con poca luz, para que reciban los mínimos estímulos posibles. En esta unidad, bajo un control estricto y constante, se les alimenta de forma adecuada. Estas medidas se deben a que, en la literatura médica, también se han descrito casos de muerte súbita en recién nacidos con síndrome de abstinencia por consumo de drogas por parte de sus madres durante la gestación.
Imagen: Mac Márquez
Fumar mata o fumar puede matar. Así de claros son los mensajes que se han incluido en las cajetillas de tabaco y que se han difundido en los últimos años. Sin embargo, de la misma forma que las autoridades sanitarias han hecho un esfuerzo para difundir los efectos perjudiciales del tabaco sobre la salud del adulto, López-Vilchez piensa que habría que hacer una campaña incidiendo en que estos efectos aún son peores en un organismo que está en vías de desarrollo como es el feto.
«Habría que hacer muchas campañas informativas», en opinión de esta experta. Estas campañas tendrían que ser intensas y dirigidas a las adolescentes y jóvenes para que sean conscientes de que el tabaco, así como otras drogas, también causa perjuicios en el niño que se está formando, añade.