Según el estudio ‘Prevalencia, diagnóstico, tratamiento y control de la hipertensión arterial en España‘, en el que participa el Sistema Nacional de Salud, el 42,6 % de la población española sufre hipertensión. De ellos, un 37,4 % está sin diagnosticar. El hecho de que sea posible vivir durante años con la tensión alta sin sentir síntomas es lo que resulta más peligroso, ya que existe una estrecha relación entre esta patología y los trastornos coronarios y cerebrovasculares y la insuficiencia renal. Estamos ante una enfermedad crónica que no se cura, por lo que saber mantener la hipertensión a raya es el único salvavidas. En este artículo repasamos los principales mitos y verdades de esta patología.
Qué es la tensión arterial
La tensión arterial es la cantidad de presión que ejerce la sangre contra las paredes de las arterias al ser bombeada por el corazón. Cuanto más alta sea, más tensos se volverán los vasos sanguíneos y más esfuerzo tendrá que hacer el corazón para bombear. La tensión normal en adultos está en 120 mmHg (milímetros de mercurio) cuando el corazón late (tensión sistólica) y 80 mmHg, cuando el corazón se relaja entre latido y latido (tensión diastólica). Se considera alta cuando la sistólica es igual o superior a 140 mmHg y/o la diastólica es igual o superior a 90 mmHg. Cuando estos niveles se sufren de forma continua se puede hablar de hipertensión (HTA).
Cómo se mide la tensión, paso a paso
- En consulta, tras 5 minutos de reposo y relajación.
- No tomar café, té ni fumar al menos media hora antes.
- Sentarse con la espalda en el respaldo y con las piernas tocando el suelo, sin cruzarlas.
- Se mide en ambos brazos y se toma como referencia el que tenga la tensión más alta.
- La tensión tendrá que ser elevada en dos o tres mediciones separadas en el tiempo (unos 5 minutos).
- Esta medición se repetirá en otras dos visitas, dejando pasar una semana entre ellas.
Valores de la hipertensión
La hipertensión puede ser de tres tipos:
- De grado 1 (ligera). 140/159 sistólica o 90/99 diastólica.
- De grado 2 (moderada). 160/179 o 100/109.
- De grado 3 (severa o grave). Mayor o igual a 180 o mayor o igual a 110.
❌ La hipertensión solo afecta a los mayores
Falso. La mayor incidencia de casos con hipertensión comienza a partir de los 40-50 años y la cifra aumenta con la edad. El 70 % de las personas de más de 65 años tiene la tensión alta, algo que se justifica porque las paredes arteriales se endurecen con el envejecimiento, se vuelven menos elásticas y ofrecen una mayor resistencia al flujo sanguíneo. Pero también hay hipertensos por debajo de esa edad, incluso adolescentes y niños. En los casos de hipertensión en jóvenes, las causas casi siempre se deben a enfermedades (renales o cardiacas), al uso de ciertos medicamentos, a la obesidad o al consumo en exceso de alcohol o drogas.
Si no hay antecedentes en la familia, antes de los 40 es conveniente tomarse la tensión cada 2-3 años y, a partir de esa edad, cada año. Una persona diagnosticada con hipertensión deberá realizar consultas de revisión más frecuentes. Cada caso es distinto, pero se recomienda revisarse cada 1-2 meses hasta que se controlen los niveles. Una vez alcanzados, las visitas pueden producirse cada 3-6 meses.
❌ Lo peligroso es tener la tensión descompensada
Falso. Popularmente se habla de tensión descompensada cuando los valores de la máxima (presión sistólica) y la mínima (presión diastólica) están próximos. Detrás no existe ninguna afirmación científica: el término “tensión descompensada” no existe en medicina. Lo importante no es lo próximos que estén ambos valores, sino que ambos se encuentren dentro de los límites. Tener cualquiera de ambas medidas elevada (igual o mayor a 140/90 mmHg) supone un aumento del riesgo vascular.
✅ El ejercicio ayuda a controlar la hipertensión
Verdadero. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar ejercicio físico para disminuir la tensión arterial. Para la Fundación Española del Corazón, lo ideal es realizar actividades como caminar, bailar, correr, nadar o montar en bici entre 3 y 5 días a la semana durante 30-60 minutos al día. Una pequeña reducción de la tensión arterial puede ser suficiente para rebajar significativamente la incidencia de accidentes cerebrovasculares e infartos.
Pero, cuidado: una persona hipertensa, antes de comenzar con un programa de ejercicio físico, siempre debe consultarlo con su médico, ya que durante el ejercicio puede subir la tensión arterial. El especialista, dependiendo de la situación del paciente, le puede recomendar bajar los valores antes de empezar a practicar deporte o evitar ejercicios isométricos (de tensión muscular), ya que con ellos puede elevarse la tensión hasta límites que serían peligrosos para un hipertenso. Por ejemplo, no se recomienda levantar pesas si la persona tiene una presión superior a 180/110 mmHg, ya que la intensidad de este ejercicio puede provocar en todas las personas un aumento súbito de la tensión, y si la persona está en los límites de riesgo cardiovascular resulta peligroso.
✅ Una dieta sana reduce la hipertensión
Verdadero. Cuantos más kilos pesamos, más sangre se necesita para suministrar oxígeno y nutrientes a los tejidos. A medida que aumenta el volumen de sangre, también lo hace la presión sobre las paredes arteriales. Según la OMS, por cada 5 kg de exceso de peso que se pierdan se puede llegar a reducir la tensión sistólica entre 2 y 10 puntos. Con una alimentación saludable es posible mantener la tensión bajo control, es decir, comer de todo (lo saludable) un poco (verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, lácteos desnatados, pescado, huevos o carnes magras) y eliminar las grasas menos recomendables (mantequilla, margarina, el aceite de coco o palma…).
🟰 La culpa de todo la tiene la sal
En parte. El sodio es un mineral que el organismo necesita en pequeñas dosis (2 g al día) y que está presente tanto en la sal como en otros alimentos de forma natural. El sodio atrae el agua y una dieta rica en este mineral lo que hace es añadir agua al flujo sanguíneo. Ello provoca un aumento del volumen de la sangre y, como consecuencia, de la presión sanguínea. Pero esto no quiere decir que consumir sal cause hipertensión. Una investigación publicada en The Lancet concluyó que al tomar mucha sal aumentaba el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en personas que ya tenían hipertensión, pero en las personas con tensión normal el riesgo no se incrementaba.
Además, la sal no es el único factor que aumenta la presión arterial. Fumar, por ejemplo, acelera la frecuencia cardiaca, contrae las arterias y ocasiona alteraciones en el latido del corazón. Otros factores son la obesidad, que genera un mayor gasto cardiaco; el sedentarismo (un estilo de vida activo puede llegar a reducir hasta en un 70 % las posibilidades de hipertensión); el estrés (las hormonas que se desprenden ante un estado de ansiedad elevan la tensión, el corazón late más rápido y los vasos sanguíneos se estrechan); o el abuso de alcohol, que hace que el hígado realice un sobreesfuerzo para metabolizarlo, lo que provoca un aumento de la presión.
✅ El potasio es un gran aliado contra la hipertensión
Verdadero. El sodio actúa en conexión con el potasio, y el incremento de la presión arterial puede llegar a potenciarse si tenemos déficit de este mineral. El potasio se consigue con la ingesta de cereales de grano, frutas, verduras y lácteos desnatados. Cuanto más potasio tomemos, más sodio eliminamos a través de la orina; y también ayuda a disminuir la tensión de los vasos sanguíneos. Si las recomendaciones de ingesta de potasio para un adulto sano están en 3.500 mg al día, para las personas con hipertensión se recomienda 4.700 mg, siempre que no tengan ningún otro problema de salud, ya que el potasio puede ser perjudicial en quienes sufran una enfermedad renal y también puede interferir en algunos medicamentos.
Alcanzar esas cantidades con la dieta es un reto, ya que hay que hacer esfuerzos para cubrir las necesidades de este mineral. Algunos alimentos con mayor cantidad son: un plato de alubias (1.332 mg por 100 g), una taza de soja texturizada (1.800 mg por 100 g), un aguacate (824 mg), un plato de acelgas (740 mg), un plátano mediano (358 mg), un filete de salmón (340 mg), una patata mediana asada (925 mg), una papaya (700 mg) o un puñado de pistachos (1.025 mg por 100 g).
❌ El azúcar no es un problema para la tensión
Falso. En concreto la fructosa. Este hidrato de carbono simple se encuentra en la fruta y en la miel, pero también en gran parte de los alimentos procesados: refrescos, zumos, dulces, golosinas, batidos… Si se consume por las frutas, la fructosa no resulta dañina, pero cuando la ingerimos en grandes cantidades en nuestra dieta diaria corremos el riesgo de sufrir hipertensión. Normalmente una persona que basa su dieta en un consumo excesivo de azúcar desarrollará obesidad y, con ello, el riesgo de hipertensión que va asociado a ella, pero también porque comer en exceso productos cargados de azúcares añadidos inhibe las concentraciones de óxido nítrico en sangre (un vasodilatador que permite a la sangre circular a mayor velocidad), lo que contrae las arterias, incrementando así el riesgo de hipertensión.
🟰 Los hombres son más hipertensos que las mujeres
Depende. Los hombres (en un 49,9 %) sufren más hipertensión que las mujeres (37,1 %), pero la presión arterial de ellas aumenta con los años, especialmente tras la menopausia por la falta de estrógenos. Es decir que, mientras que el sexo masculino tiene cifras de tensión más altas en todos los rangos de edad, desde los 60 años la tensión de las mujeres se dispara y llega a presentar niveles iguales o superiores.