Las bronquiectasias son una enfermedad respiratoria crónica causada por una dilatación anormal e irreversible de partes del árbol bronquial. Ocupa el tercer puesto dentro de las enfermedades respiratorias crónicas (cuando no la origina la fibrosis quística) y puede tener diferentes causas e incluso producirse sin conocerse el porqué. Quienes la sufren tienen más riesgo de padecer infecciones respiratorias que desencadenan una rápida progresión de la enfermedad. Por esto es muy importante conocer qué estrategias terapéuticas nos permiten manejarla de manera efectiva e implementarlas con la mayor brevedad posible.
Síntomas de las bronquiectasias
Por lo general, aparecen de forma gradual, pero la tos crónica con expulsión de moco fétido (maloliente) es el síntoma principal. Existen otros signos menos comunes como tos con sangre, fatiga, dificultad para respirar y pérdida de peso.
¿Son graves?
El pronóstico de las bronquiectasias depende de distintas variables, como las siguientes:
- La enfermedad de base o su causa.
- Lo extendido que está el daño en el árbol bronquial.
- El impacto que tiene en la función respiratoria.
- La gravedad de las agudizaciones (síntomas que se agravan).
Por ello, se recomienda realizar controles cada 1-6 meses, dependiendo de la gravedad y la progresión de la enfermedad. Para evaluar el grado de severidad se tienen en cuenta diferentes indicadores:
- El número y gravedad de agudizaciones.
- El color y la cantidad del moco expulsado.
- Cómo es la sensación de falta de aire (disnea).
- Los síntomas y signos de hiperreactividad bronquial (esta es una respuesta exagerada de la mucosa bronquial que, por lo general, produce el cierre de los bronquios).
- La frecuencia e intensidad de hemoptisis (tos con sangre).
- La afectación sistémica (que haya afectación de otros órganos) y de la función cardiorrespiratoria.
Cómo tratar las bronquiectasias
El objetivo al plantearse el tratamiento médico es conseguir la estabilidad de los síntomas o su mejoría y sobre todo prevenir su progresión (teniendo el menor número de agudizaciones posibles). Es decir, estabilizar la enfermedad lo máximo posible.
Cuando hay una infección por bacterias, el médico prescribirá los antibióticos específicos. En cambio, si estamos ante una inflamación bronquial, será tratada con corticoides orales o inhalados, indicados en los pacientes que generan mucha secreción.
Uno de los aspectos más importantes es el tratamiento de la hiperreactividad bronquial, donde, además de utilizar medicación, resulta fundamental la fisioterapia respiratoria. Este tratamiento basado en evidencia científica permite, entre otras cosas:
- Mejorar la tolerancia al ejercicio.
- Mejorar la calidad de vida.
- Disminuir el número de agudizaciones.
Es importante las personas que desarrollen este tipo de terapia sean personal especializado en el campo de la fisioterapia respiratoria y que estén en contacto con el equipo médico del paciente para poder tratarlo desde un punto multidisciplinar.
Las técnicas de fisioterapia respiratoria más usadas son las denominadas de drenaje bronquial, que sirven para “limpiar” las vías respiratorias de los pacientes con cantidades de moco muy elevadas o que tienen dificultad para eliminarlo. Por lo general, se llevan a cabo después de haber realizado el tratamiento broncodilatador y mucolítico pautado por el médico y antes de tomar antibióticos inhalados (si estuvieran indicados). Para ello se pueden usar diferentes dispositivos, como Flutter, Acapella o Aerobika, entre otros, que provocan una vibración en el interior de los pulmones que retrasa el cierre de los bronquios y la liberación de las secreciones.
Cuando el paciente esté más débil, se emplearán dispositivos que simulan el esfuerzo de la tos sin que la persona haga apenas esfuerzo. En ocasiones, también será necesario implementar otro tipo de técnicas que ayuden a hacer un mayor llenado del pulmón, así como técnicas de relajación para momentos en los que la sensación de falta de aire sea muy intensa.
La opinión de la persona afectada es clave en cualquier área de tratamiento, si se encuentra cómoda con él será más fácil que lo cumpla y, por lo tanto, que mejore su salud.
Ejercicio físico
Una parte importante del tratamiento es realizar ejercicio físico que también podrá ser guiado por el fisioterapeuta, enfocado a mejorar la disnea y eliminación de las secreciones. Según las guías, está indicado practicar ejercicio aeróbico de moderado a intenso durante 30 minutos al día, de tres a cuatro veces por semana, o actividad física moderada a diario. Esta recomendación tiene que ser individualizada en función de la evaluación que se haga de cada paciente.
Para conocer más sobre la práctica de ejercicio físico cuando se tienen problemas respiratorios, puedes consultar nuestro artículo del mes pasado.