Hay personas que, con independencia de la temperatura ambiental que se registre, sienten frío a todas horas, ya sea solo en las extremidades o de manera generalizada en todo el cuerpo. En otoño e invierno, una de las razones puede ser que el individuo empiece a desarrollar un proceso infeccioso, pero hay otros muchos motivos que pueden hacer que una persona esté destemplada. En este artículo se describe qué puede causar la sensación de frío constante y qué medidas pueden tomarse para ponerle remedio.
Aunque lo normal es notar frío en invierno, muchas personas tienen esta sensación todo el año en las manos y los pies e, incluso, en todo el cuerpo, a pesar de que haga sol y una temperatura agradable. En otoño e invierno, esta impresión se asocia, a menudo, con los primeros síntomas de desarrollo de procesos infecciosos agudos (como catarro o neumonía, entre otros), ya que pueden producir frío y temblor por la elevación de la temperatura corporal (fiebre); pero estos procesos suelen durar pocos días. Sin embargo, en quienes sufren esta sensación de manera constante, es posible que la razón no sea una enfermedad en concreto. Entonces, ¿cuál o cuáles son las causas que provocan vivir destemplado?
Sensación de frío todo el año
La percepción de frío puede ser señal de distintas y muy variadas causas, como seguir una dieta inadecuada o tener un estilo de vida poco activo. «La intolerancia puede ser un síntoma de un problema del metabolismo. Algunas persones, a menudo mujeres muy delgadas, no toleran los ambientes fríos, porque tienen poca grasa corporal y son incapaces de mantener su temperatura», explica Enric Zamorano Bayarri, de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN).
De hecho, ser mujer ya condiciona a ser más sensible a las temperaturas bajas, por la menor cantidad de masa muscular que tiene su organismo, si se compara con el de sus homólogos. También la cantidad de estrógenos, en concreto su desequilibrio, determina fluctuaciones en esta sensación, como sucede en determinadas etapas vitales, como el embarazo o la menopausia.
La dieta habitual y el peso corporal también influyen en percibir más o menos frío. Si se sigue una dieta poco saludable y pobre en determinados nutrientes o una dieta hipocalórica sin control -como algunas de las denominadas «dietas milagro«-, no es raro sentir destemplanza, a la par que cansancio. De la misma manera, si se han perdido muchos kilos de manera rápida, como sucede con la anorexia nerviosa, es fácil que se tenga esta impresión de frío.
La presión arterial también es un factor que media en la sensación de tener más frío. Así, contar con los niveles demasiado bajos o demasiado altos provoca que llegue poca cantidad de sangre a las partes más distales del organismo, lo que facilita que se tengan los pies y manos fríos, lo que puede repercutir en una impresión de frío generalizado.
Una dieta inadecuada, un estilo de vida poco activo o algunas alteraciones de la glándula tiroides pueden provocar sensación de frío constante
Pero más allá de estas cuestiones hay otras que también contribuyen a que se note un frío contante, como los trastornos en la glándula tiroides. Uno de los síntomas que acompañan al hipotiroidismo es -además de tristeza, cansancio, tendencia a aumentar de peso, dolores musculares, somnolencia, caída del cabello, pérdida de memoria y estreñimiento- la intolerancia al frío. Esto se debe a que cuando la tiroides disminuye su actividad, se ralentiza el metabolismo, se produce menos calor corporal y se reduce la temperatura corporal.
También determinados fármacos pueden provocar sensación de frío, sobre todo en manos y pies, como los betabloqueantes, que se administran para relajar el músculo cardiaco y disminuir la tensión arterial. También las benzodiacepinas, que son medicamentos utilizados para tratar la ansiedad, contracturas musculares y el insomnio, entre otros, que producen un enlentecimiento de las funciones nerviosas.
Para el doctor Zamorano Bayarri, otras de las causas que pueden generar frío pueden ser: anemia, en especial, la ferropénica; alteraciones en el hipotálamo, la parte del cerebro que, entre otras funciones, controla la temperatura; enfermedades graves y crónicas que conlleven pérdida de peso y caquexia; patologías infecciosas, como la gripe y el resfriado; y, por supuesto, una mala salud general.
Frío en pies y manos
Entre muchas razones que provocan frialdad distal está el síndrome de Raynaud. Esta enfermedad cursa con constricción de los vasos arteriales más distales, que origina una tonalidad blanquecina de los tejidos, frialdad y sensación de hormigueo, denominada fase blanca; después, se tornan azulados por la falta de oxígeno (fase azul); y, más tarde, la zona experimenta la llegada masiva de sangre y adopta un color rojizo (fase roja), junto con una percepción de dolor intenso.
Detrás de la impresión de tener los pies siempre fríos, e incluso las piernas, puede esconderse algo más que se conoce como «mala circulación». Y es que la acumulación de placas de ateroma provoca tal restricción de circulación en las extremidades inferiores, que la sangre arterial -rica en oxígeno- no puede llegar a su destino y, por ello, produce, además de frialdad, calambres o sensación de entumecimiento. Esta entidad clínica es la enfermedad vascular periférica, y no es un problema trivial: puede ser la señal de una enfermedad vascular importante que puede afectar al cerebro y al corazón, con el riesgo de evento vascular, como ictus o infarto de miocardio.
El frío como síntoma de consulta
Para determinar qué hay detrás de esta sensación, el médico empezará con la anamnesis. «En primer lugar, hay que averiguar si el paciente ha sido siempre intolerante al frío o se ha desarrollado recientemente, si hace poco que ha empeorado y si a menudo lo siente cuando otras personas no se quejan de lo mismo. Después, hay que preguntar por su dieta, cómo es su estado de salud general y si tiene otros síntomas», describe el doctor Zamorano.
A continuación, hay que hacer una exploración física, donde no puede faltar el Índice de Masa Corporal (IMC), que se obtiene mediante la altura y el peso. «También será necesario realizar una analítica de sangre, para conocer el hemograma completo (recuento de las células de la sangre), la cantidad de la hormona estimulante de la tiroides (TSH) y niveles de hormonas tiroideas, sobre todo de la T4 (tiroxina), que es la principal producida por la glándula tiroides», añade este médico de familia.
Para mantener a raya la sensación de frío, pueden sevir de gran ayuda estas recomendaciones:
- Seguir una dieta sana y equilibrada, asegurándose la inclusión de los nutrientes necesarios (grasa, hidratos de carbono, proteínas, vitaminas y minerales en su justa proporción), y no saltarse ninguna comida.
- Llevar un régimen de actividad física moderada adecuada a la edad y condición de salud. La práctica de ejercicio físico mejora la circulación sanguínea general, así como los marcadores cardiovasculares, y ayuda a mantener una temperatura corporal apropiada.
- Si se sufre frío en pies y manos, abrigarse con unas buenas zapatillas en casa y zapatos de suela aislante en la calle, calcetines y guantes de lana. Evitar ir descalzo, sobre todo si el suelo es de baldosas.
- Si se está sentado, sea leyendo o mirando la tele, tener a mano una pequeña manta, aunque lo mejor es no permanecer quieto demasiado.
- Ante las primeras señales de enfriamiento de pies y manos, un masaje en la zona ayuda a entrar en calor.