La infección tuberculosa, lejos de mermar, causa miles de contagios nuevos anuales en España y millones en el mundo. Los expertos están preocupados, sobre todo, por la forma de tuberculosis multirresistente a los tratamientos actuales. Se estima que cada año se registran unos 440.000 casos y que 150.000 fallecimientos están provocados por esta enfermedad. La nueva apuesta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para intentar frenar su transmisión consiste en promover el uso de un test de diagnóstico rápido.
Imagen: Wikimedia
Se calcula que en todo el mundo hay cerca de 9,4 millones de personas enfermas de tuberculosis, mientras que 1,8 millones de muertes anuales tienen su origen en esta patología. El número de casos de esta infección respiratoria asociados al virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es de 1,4 millones al año (el 15% del total) y el de muertes de personas coinfectadas de tuberculosis y sida asciende a 520.000.
Cada año también, se diagnostican 440.000 nuevos casos y 150.000 muertes, debidas a la forma multirresistente, es decir, cuando el enfermo no responde a varios de los tratamientos antituberculosos disponibles porque el patógeno causante es resistente a ellos. Estos son datos de Mario Raviglione, director del Departamento STOP TB, de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra (Suiza), expuestos en el último congreso de la Sociedad Europea de Respiratorio (ERS), celebrado en Barcelona.
Estas cifras demuestran que la tuberculosis, lejos de estar erradicada, contagia a muchas personas cada año. Sólo en España, la cifra de afectados es de 10.000 nuevos casos anuales, una situación que denunció en el mismo congreso el presidente de la Sociedad Española de Cirugía Torácica y Respiratoria (SEPAR), Juan Ruiz Manzano.
Tuberculosis multirresistente
Esta forma de infección resistente es una amenaza para frenar su expansión y conseguir la erradicación
Una de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es la disminución al 50% para 2015 del número de muertes causadas por tuberculosis y su eliminación (que se considera cuando se diagnostica un caso por cada millón de habitantes) en torno al año 2050. Desde 2004, cuando se alcanzó un pico máximo de nuevos casos, se había registrado un declive de las infecciones, aunque a un ritmo más lento de lo esperado por los expertos. Debido a esta situación epidemiológica y al aumento de casos de tuberculosis multirresistente, el cumplimiento del Objetivo previsto parece inviable.
Algunas personas contraen de manera directa la forma multirresistente, mientras que otras, por no seguir el tratamiento en las dosis adecuadas y durante el tiempo recomendado, provocan nuevas infecciones. Ésta es una de las razones por las cuales, desde hace años, la OMS propugna que un profesional sanitario supervise de forma directa que las personas afectadas se tomen los medicamentos. Se conoce como «tratamiento directamente observado» (TOD) y se aplica en el caso de grupos marginales y desfavorecidos, quienes se cree que no lo tomarán, como las personas sin techo.
Si bien en la tuberculosis no resistente las personas afectadas deben seguir un tratamiento de seis meses para curarse, en la infección multirresistente, los infectados deben continuar la terapia durante 24 meses. Esta misma duración del tratamiento es una de las dificultades que conlleva el desarrollo de casos multirresistentes.
Tomarse toda la medicación no sólo resulta más complicado para las personas infectadas, sino mucho más gravoso para las arcas públicas. Un tratamiento antituberculoso de seis meses cuesta un promedio de 1.000 euros, por lo que, si la duración se amplía a 24 meses, los costes se disparan.
Fármacos antituberculosos
Aunque hay al menos diez nuevos fármacos antituberculosos en preparación, esta circunstancia no tendrá demasiados efectos desde el punto de vista del control de la tuberculosis. «Esta enfermedad es, todavía hoy, un reto en Europa. El progreso de las resistencias es una amenaza para su eliminación», a juicio de Davide Manissero, coordinador del Programa de la Tuberculosis del Centro Europeo para la Prevención de Enfermedades y Control, en Estocolmo (Suecia).
Para Giovanni Batista Migliori, del Centro para el Control de la Tuberculosis y las Enfermedades Pulmonares de la Fondazione S. Maugeri, del centro IRCCS, de Tradate (Italia), que colabora con la OMS, la ciencia no es suficiente para frenar esta epidemia. Se necesitan nuevos test de diagnóstico y nuevas vacunas, si bien esta medicación no será útil en países donde no se puede seguir a los pacientes resistentes. «Debemos reforzar las políticas de los sistemas sanitarios de salud. De lo contrario, va a ser muy difícil que las personas afectadas se tomen las píldoras durante 6 ó 24 meses».
La promoción del TOD es un ejemplo de que la medicación por sí sola no basta para curar y frenar la expansión de la tuberculosis. Ahora, además, la OMS quiere ir más allá. El panorama actual de la transmisión de la infección tuberculosa ha propiciado que esta autoridad sanitaria mundial se plantee promover el uso de test de diagnóstico rápido para detectar las personas que podrían estar infectadas y ser bacilíferas, es decir, portadoras del bacilo de Koch causante de la enfermedad y que, sin ser conscientes de sus síntomas, pueden contagiar a otros a través del estornudo y de la tos.
Otra de las razones de la importancia de estos test rápidos es el hecho de que los actuales métodos diagnósticos tardan entre dos o tres meses en confirmar si un paciente padece tuberculosis multirresistente. Durante ese período, puede haber personas que tomen un tratamiento inadecuado y que se pierda tiempo para tratar la multirresistencia con la terapia efectiva desde el principio.
Los test de diagnóstico rápido determinan el resultado en una hora. Hace dos años ya se aprobó uno de ellos, el LPA (acrónimo de los términos ingleses Line Probe Assay), que permitía detectar la tuberculosis en personas con la infección, aunque la presencia del bacilo en el esputo se debía confirmar con un cultivo. Este primer test rápido tenía ciertas limitaciones y era complejo de realizar.
Este año se ha desarrollado un nuevo test, denominado Xpert(R), según ha publicado la revista “The New England Journal of Medicine”. Éste es más fácil de aplicar, aunque la comunidad científica aún lo examina. De prosperar los estudios con este test, la OMS propugnaría su uso para utilizarlo de forma universal. Lo más interesante es que, desde el principio, se podría detectar si la tuberculosis que padece una persona es multirresistente o no. De esta forma, se ganaría tiempo y se podría aplicar, desde el mismo momento del diagnóstico, el tratamiento adecuado.
Este test se realiza de forma directa con el esputo, que se coloca en un aparato semejante “a una máquina de café”, sin necesidad de esperar a los resultados sobre resistencias de un antibiograma (prueba que se realiza para conocer la sensibilidad de las bacterias a un determinado tratamiento antibiótico o a varios), según Mario Raviglione. Por ahora, sólo podría utilizarse en los países desarrollados, puesto que se realiza con tecnología que requiere electricidad y no sería operativo en muchas zonas de países en desarrollo, como África, donde se carece de las instalaciones apropiadas.
A diferencia de otras enfermedades, para detectar la tuberculosis, aún no se ha descubierto un test más sencillo que se pueda aplicar a pie de calle y en el nivel clínico. “Todavía no estamos en este punto”, afirma Raviglione.