Úlceras por presión

Las heridas crónicas provocan un deterioro de la calidad de vida de los pacientes y de su entorno
Por Montse Arboix 18 de septiembre de 2006

Definidas como ruptura de la piel con pérdida de sustancia de cualquier superficie del organismo, las heridas crónicas se caracterizan por su nula o escasa tendencia a la curación espontánea. Frecuentemente, el mismo origen de la lesión implica la destrucción de tejidos que pueden llegar desde la capa más superficial (epidermis) hasta estructuras nobles como el hueso, cápsula articular o tendones, con el riesgo añadido de infección que puede, incluso, ocasionar la muerte. A este escenario hay que añadir el coste de más de1.687 millones de euros anuales que le supone al Sistema Nacional de Salud.

Las heridas crónicas, entre ellas las úlceras por presión, siempre han sido un problema de salud no prioritario, pero para quien las padece y su entorno más inmediato supone un grave infortunio con afectación a su estado de salud y calidad de vida. Hasta hace muy poco tiempo no estaban reconocidas como efecto adverso derivado de la atención sanitaria. Hoy las cosas son distintas.

Desde el pasado mes de marzo, después de un largo periodo de intensas reclamaciones desde sectores profesionales, mayormente de enfermería, para evidenciar la importancia de las úlceras por presión (UPP), los esfuerzos se han visto recompensados. El Ministerio de Sanidad y Consumo presentó el Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud, subrayando la importancia de un área estratégica destinada a aumentar la seguridad de los pacientes atendidos en los centros sanitarios. El documento señala como área especifica la prevención de las úlceras de presión en pacientes de riesgo.

Cómo se forman las úlceras

Una úlcera por presión (UPP) es una lesión de los tejidos que hay entre la epidermis y una prominencia ósea, debida principalmente a una fuerza de presión externa. Esta presión puede estar producida por el propio peso del paciente sobre la superficie en que esta apoyado (habitualmente sillón o cama) o por otros dispositivos terapéuticos, como sondas, mascarillas de oxígeno o férulas, entre otras. La presión capilar media tiene valores aproximados de 17 mmHg. Una presión superior mantenida sobre una zona concreta provoca aplastamiento del tejido y la consecuente oclusión capilar, con lo que el tejido se ve privado de oxígeno y de los nutrientes adecuados. Por ejemplo, una persona sentada puede soportar, dependiendo de la superficie donde se apoya, presiones de hasta 300 mmHg.

La reducción sanguínea y los mecanismos de reperfusión natural que pone en marcha el organismo cuando se libera la presión (hiperemia reactiva), llevan a una acumulación de catabolitos tóxicos en el tejido, con el consiguiente aumento de la permeabilidad capilar, dilatación vascular, formación de edema e infiltración celular. Este tipo de reacciones inflamatorias desencadena una hiperemia, acompañada de un aumento de la presión capilar, por lo cual hasta este instante aún pueden evacuarse los catabolitos tóxicos y regenerarse las células de la piel, con la condición que se retire completamente la presión de la zona. Si esto no ocurre, la progresiva hipoxia (privación del suministro de oxígeno) produce una muerte irreversible de las células con la aparición de necrosis (muerte del tejido).

Son heridas de larga evolución que requieren largo tiempo para curar por su complejo proceso de cicatrización

Los factores que contribuyen a la aparición de úlceras por presión son diversos y varían en cada individuo. Desde la intensidad y duración de la presión ejercida, pasando por las actividades inadecuadas de higiene, el estado nutricional, la humedad (por incontinencia, sudor o exudado de heridas), hasta la edad, hábitos tóxicos, patologías concomitantes y tratamientos farmacológicos. Las zonas de mayor riesgo de desarrollo de UPP son la región sacra, los talones, las tuberosidades isquiáticas y las caderas; todas ellas con tejido subcutáneo insuficiente para amortiguar la presión.

Impacto socioeconómico

Del primer estudio realizado en España (2001) sobre las dimensiones de las heridas crónicas en el sistema sanitario surgieron datos estremecedores. El 8,2% de pacientes ingresados en hospitales de agudos presentaba úlceras por presión. Por otro lado, el estudio evidenciaba que el 6,4% de pacientes ingresados en instituciones sociosanitarias y los 8,3% tratados en atención primaria, se ven afectados por esta problemática. Los pacientes que reciben tratamiento ambulatorio son los que presentaban heridas de mayor severidad, antigüedad y superficie.

Las UPP son un importante problema de salud por multitud de motivos. Algunas heridas pueden implicar importantes consecuencias como las infecciones generalizadas o amputaciones en el caso de úlceras de pie diabético. Son heridas de larga evolución, que requieren largos periodos de tiempo para curar (meses), por su complejo proceso de cicatrización que elimina y reemplaza el tejido dañado.

El coste que suponen deriva sobretodo de los recursos humanos para atender a estos pacientes, el material de curas (aproximadamente del uno al tres por ciento del coste total), el incremento de gasto por complicaciones asociadas y del aumento de las estancias hospitalarias. A esto hay que añadir la creciente importancia de las demandas judiciales relacionadas.

Un caso particular

En 1994 se fundó un grupo con el ánimo de dimensionar el problema de las UPP y así poder concienciar a la sociedad de esta grave complicación de salud. El Grupo Nacional para el Estudio y Asesoramiento en Úlceras por Presión y Heridas Crónicas (GNEAUPP) colabora en la creación y difusión del conocimiento científico. Según el director del grupo, Javier Soldevilla, sus objetivos son claros: «promover y divulgar las investigaciones sobre heridas crónicas para facilitar a los profesionales de la salud implicados desarrollar una práctica asistencial basada en las últimas evidencias científicas y contribuir al mejor conocimiento de estos procesos, ‘banalizados e invisibilizados’ durante demasiado tiempo en el contexto sanitario».

El GNEAUPP integra profesionales de diferentes disciplinas. Es una institución independiente, que además, invita a colaborar a todas las compañías farmacéuticas o de material asistencial. Próximamente, en noviembre de este año, se celebra su Simposio Bianual en Zaragoza, con el lema La innovación, un compromiso en la era del conocimiento.

LA MAYORIA SON EVITABLES

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Para Soldevilla, la prevención es «una exigencia a instituciones y profesionales; una meta alcanzable en altísimos porcentajes cuando se implementan materiales y procedimientos adecuados; la única intervención que debiera estar vigente en relación con estos procesos». Algunos investigadores como JC Waterlow, de la London School of Hygiene & Tropical Medicine en la Universidad de Londres, apuntan que el 95% de la UPP son evitables usando las estrategias adecuadas. Este es un elemento muy importante que explica que el mejor tratamiento para las UPP y el resto de heridas crónicas, y más económico, es su prevención.

Dentro de los cuidados adecuados y haciendo una valoración previa del riesgo de desarrollar úlceras por presión de cada individuo, hay que considerar aspectos como el cuidado de la piel, el exceso de humedad, el manejo de la presión mediante movilizaciones autónomas o dependientes, la utilización de superficies para el manejo de la presión (SEMP) y la utilización de dispositivos de protección local ante la presión. Dentro de los cuidados generales para la prevención de UPP, la dimensión nutricional juega un papel muy importante. Es preciso identificar y corregir los diferentes defectos nutricionales relacionados con el aporte de calorías, proteínas, vitaminas y minerales.

Hay una serie de situaciones especiales en que el riesgo de sufrir una UPP se ve aumentado, personas que requieren de breves periodos de tiempo para desarrollar una lesión, «como son los pacientes sometidos a intervenciones quirúrgicas de media o larga duración o con técnicas especiales, pacientes tratados con medicamentos vasopresores, personas ancianas frágiles, pacientes en situación terminal de su enfermedad o con fracaso multiorgánico y pacientes vulnerables en servicios de urgencias», añade el experto.

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