La aspirina o ácido acetilsalicílico (AAS) es uno de los medicamentos más conocidos y más antiguos. Sin embargo, en la actualidad, para los dolores de cabeza se tienden a elegir otros medicamentos como primera opción, como el paracetamol o el ibuprofeno. ¿Qué pasó con la aspirina? ¿Se sigue usando? En este artículo se enumeran los casos para los que se prescribe y se detallan las precauciones que hay que tomar antes de ingerirla, además de sus efectos secundarios.
Usos de la aspirina
La aspirina es uno de los medicamentos más antiguos. Estuvo muy de moda hace unos años para tratar todo tipo de afecciones, desde dolor muscular y fiebre, hasta cefaleas, resfriados o malestar menstrual. Pero, ahora, se ha visto relegada por el paracetamol y el ibuprofeno en cualquiera de sus presentaciones. Y es que, aunque algunos estudios la señalan como beneficiosa -con evidencia limitada- para prevenir el cáncer, eventos cardiovasculares e, incluso, la demencia vascular, sus efectos secundarios provocan que haya que ser muy cautos con su uso indiscriminado.
En niños y adolescentes se ha establecido una conexión entre el uso de medicamentos con salicilatos, como la aspirina, para tratar infecciones virales y el síndrome de Reye
La aspirina se prescribe para tratar los síntomas de la artritis reumatoide, la osteoartritis, el lupus eritematoso sistémico y otros trastornos reumatológicos asociados a una alteración del sistema inmunológico. También se utiliza en los casos de fiebre reumática (enfermedad inflamatoria que se puede presentar después de una infección por un tipo de estreptococos, que puede tener repercusiones en el corazón, articulaciones, piel y cerebro) y enfermedad de Kawasaki (patología que puede provocar problemas cardíacos en los niños).
En algunas ocasiones, también se emplea para disminuir el riesgo de coágulos sanguíneos en pacientes portadores de válvulas cardíacas artificiales u otros trastornos cardíacos y para prevenir ciertas complicaciones del embarazo.
En las farmacias es fácil encontrar aspirina en combinación con otro tipo de fármacos (analgésicos, antitusivos, antiácidos) desarrollados para tratar el dolor (de leve a moderado) o los procesos catarrales, entre otros. Estos preparados son medicamentos que no precisan prescripción médica, aunque esto no significa que no puedan provocar efectos secundarios y que no tengan contraindicaciones.
Precauciones con la aspirina
Antes de tomar aspirina hay que considerar ciertas cuestiones:
- No ser alérgico o no estar tomando algunos de los medicamentos, con o sin prescripción médica, vitaminas, suplementos nutricionales o productos a base de plantas que podrían provocar interacciones importantes.
- No tener antecedentes de asma, congestión nasal o pólipos.
- No haber sufrido cirugía dental o extirpación de amígdalas en la última semana.
- No padecer de manera habitual acidez, malestar o dolor de estómago o tener antecedentes de úlceras, anemia o problemas hemorrágicos como hemofilia o enfermedades renales o hepáticas.
- No estar embarazada o en periodo de lactancia lactando.
Asimismo, hay que tener en cuenta que en los niños y adolescentes, entre los 4 y los 14 años, se ha establecido una conexión entre el uso de medicamentos con salicilatos (como la aspirina) para tratar infecciones virales y el síndrome de Reye. Este síndrome es una enfermedad rara aunque de extrema gravedad que produce una acumulación de grasa en el cerebro, hígado y otros órganos y que afecta a quienes se están recuperando de una infección viral, como la varicela y la gripe.
Otros aspectos importantes antes de tomar aspirina son: si se someterá a una intervención quirúrgica en breve, aunque sea una extracción dental; si se toma ibuprofeno; o si, de forma habitual, si se toman tres o más bebidas alcohólicas todos los días.
Los posibles efectos secundarios del ácido acetilsalicílico
Entre los efectos secundarios leves que puede provocar la utilización de aspirina están las náuseas, los vómitos y el dolor o la acidez de estómago. Si persisten, se recomienda consultar con el profesional de salud de referencia.
No obstante, también pueden surgir algunos síntomas que pueden revertir mayor gravedad, como urticaria o erupción cutánea, inflamación de ojos, cara, labios y lengua, dificultad respiratoria, taquicardia, pitido en los oídos, vómitos con sangre o con restos parecidos a los posos de café o heces con sangre franca o negruzcas. Ante la aparición de alguno de estos signos, se aconseja acudir de inmediato al servicio de urgencias más próximo o llamar al número de emergencias 112.
Aunque el ibuprofeno se ha vuelto muy popular, si se consume de manera regular puede provocar efectos adversos gástricos (hemorragias gástricas y úlceras) y cardiovasculares. Como sucede con otros antiinflamatorios no esteroideos, si se toman dosis altas (más de 1.600 mg/día) y de manera habitual, puede producir un incremento del riesgo de sufrir infarto cardiaco, sobre todo entre personas que lo ingieren de forma crónica en dosis altas. Algunas investigaciones lo relacionan con las agudizaciones de asma y la pérdida de audición.
Tampoco el uso indiscriminado de paracetamol está exento de riesgos. El máximo que un adulto puede consumir en un día (cuatro gramos) es la cantidad cercana a la sobredosis y puede ocasionar daño hepático.