Una niña de 12 años se ha convertido en la primera persona en España -y quinta en todo el mundo- que recibe un trasplante celular hepático. La pequeña sufría un grave déficit metabólico en el ciclo de la urea debido a la falta de una enzima que provocaba que no tolerara bien las proteínas. Su propio cuerpo generaba unas toxinas que causaban descompensaciones que obligaban a continuas hospitalizaciones.
El agravamiento de su estado hizo que los médicos del Hospital La Fe de Valencia, donde se realizó la intervención, decidieran someterla a un trasplante celular hepático, una nueva técnica que supone una alternativa al trasplante de órgano o sirve de puente para pacientes terminales que esperan un donante compatible. La operación duró 90 minutos, durante los cuales se le inyectaron a la paciente mil millones de hepatocitos a través de la vena porta.
En primer lugar extrajeron y congelaron las células hepáticas procedentes de un segmento de hígado y posteriormente se procedió a la introducción de esos hepatocitos en la pequeña. Los médicos, comandados por el jefe de la Unidad de Cirugía y Trasplante Hepático del centro valenciano, José Mir, se han mostrado esperanzados en la evolución de la paciente y esperan que en un par de semanas se pueda detectar una mejoría en su bioquímica y en un mes se constate una mejora clínica. Entonces, podría someterse a un segundo trasplante.
Cirugía mínimamente invasiva
El trasplante celular hepático busca recuperar la función del hígado a través del trasplante de células adultas diferenciadas, concretamente hepatocitos, del hígado de un donante. Es decir, en lugar de trasplantar el hígado completo o una parte de él, se recurre a las células sanas que permiten producir la enzima que le falta al paciente y conseguir así su recuperación paulatina, evitando las descompensaciones de la enfermedad.
Entre las ventajas de este tipo de trasplante frente al de órgano destaca que no requiere cirugía, por lo que la intervención es mínimamente invasiva, lo que se traduce en una menor mortalidad y morbilidad del paciente, además de reducir costes. Otra ventaja es que un mismo donante puede servir a varios receptores. Los candidatos a este tipo de trasplante son casos en los que esté contraindicada una cirugía, como en el caso de la niña, y aquellos pacientes con patologías hepáticas graves con mayor riesgo de muerte.