Realizar ejercicios en casa podría tener efectos positivos a largo plazo sobre el equilibrio y la forma de caminar, según recoge una investigación del Instituto Diaconesa de Oulu (Filandia) que se publica en la revista «Archives of Internal Medicine». Estos entrenamientos podrían ayudar a proteger a las mujeres mayores con un alto riesgo de fractura de cadera.
Las caídas son las responsables de, al menos, el 90% de todas las fracturas de cadera, que causan altas tasas de mortalidad y de trastornos asociados. Los investigadores realizaron un seguimiento de 160 mujeres. Todas ellas participaron en un ensayo para reducir los factores de riesgo de las fracturas en mujeres mayores con osteopenia, una reducción en la masa ósea o bajos niveles de calcio óseo.
Del total de mujeres, 84 estaban asignadas a un grupo de ejercicio, mientras que las restantes se encontraban en un grupo control. Las mujeres del grupo de ejercicio acudían a sesiones supervisadas sobre equilibrio, fortaleza de piernas y entrenamiento durante una vez a la semana en un periodo de seis meses. El tiempo medio de observación para ambos grupos fue de 7,1 años. A lo largo del seguimiento, a 17 mujeres del grupo de ejercicio se les trató de fracturas, mientras que en el grupo control se registraron 23 fracturas. Además, la incidencia total de la tasa de fracturas en el grupo de ejercicio fue del 0,05 por 1.000 mujeres por año frente 0,08 en el grupo control. Los autores descubrieron que las fracturas fueron del 52,2% en el grupo control y del 17,6% en el grupo de ejercicio.
La actividad física moderada a lo largo de la vida disminuyó el riesgo global de fracturas durante el periodo total de seguimiento. Además, no se registraron fracturas de cadera en el grupo durante el periodo de seguimiento, mientras que se anotaron cinco fracturas de cadera en el grupo control. El grupo de ejercicio también demostró una ganancia significativa en comparación con el grupo control en la media de fuerza en las piernas durante el ensayo. A finales de 2005, una mujer del grupo de ejercicio había muerto, en comparación con ocho mujeres del grupo control, lo que arroja una tasa de mortalidad del 0,003 por 1.000 mujeres por año en el grupo de ejercicio y del 0,03 en el grupo control. La realización de ejercicios supervisados en casa durante 30 meses seguidos por un entrenamiento voluntario en el domicilio tenían un efecto a largo plazo positivo sobre el equilibrio y la forma de andar en mujeres mayores con alto riesgo, según los investigadores. Además, la actividad física durante la vida se asoció con un menor riesgo de fracturas. La mortalidad también era bastante menor en el grupo de ejercicios en comparación con el grupo control durante el periodo de seguimiento. Los autores concluyeron que la actividad física diaria regular debería recomendarse a personas mayores con osteopenia.