Obesidad, hábito tabáquico, sedentarismo, hipertensión y niveles altos de colesterol. Todos son factores conocidos y modificables de riesgo cardiovascular. Cuando se ha sufrido un infarto de miocardio, su control es básico para prevenir un segundo ataque cardíaco. Sin embargo, menos del 5% de las personas con riesgo elevado se someten a rehabilitación.
Los programas de rehabilitación cardíaca después de sufrir un infarto se plantean para aumentar la capacidad física del paciente, a quien se propone una terapia de ejercicio y se educa sobre los diferentes factores de riesgo que puede modificar con un cambio en su estilo de vida. La rehabilitación no sustituye ninguna opción terapéutica, al contrario, debe formar parte de un programa global con tratamiento farmacológico o cirugía cardiaca (como una angioplastia), entre otros.
Los especialistas insisten en que el paciente debe ser parte activa en el cuidado de su salud para tener mayor calidad de vida y evitar, en lo posible, otro evento cardiovascular. Mantener los factores de riesgo controlados y seguir un programa de ejercicio físico son las claves.
La importancia de la prevención
Los factores más importantes en la prevención secundaria del infarto de miocardio son tres: la hipertensión arterial, las dislipemias y el tabaquismo. En los pacientes que han sufrido un infarto o padecen angina inestable, el riesgo de volver a sufrir un ataque cardíaco o morir por cardiopatía aumenta un 5%. Por este motivo, es primordial evitar los factores de riesgo que incrementarían este porcentaje. Según rezan las guías de práctica clínica, la reducción de la hipertensión en prevención secundaria debe alcanzar cifras por debajo de 140/90, y si el individuo, además, es diabético, no debería sobrepasar los 130/80.
Mantener los factores de riesgo controlados y seguir un programa de ejercicio físico son las claves para evitar un segundo ataque cardíaco
En cuanto a las dislipemias, diversos ensayos clínicos han demostrado de forma fehaciente que la disminución de los niveles de colesterol en individuos con antecedentes de infarto reduce las cifras de morbilidad cardiovascular de forma significativa, con independencia del tratamiento utilizado. Otro de los pilares de la prevención secundaria se basa en el abandono del hábito tabáquico. Diversos estudios aseguran que, tras dejar de fumar, se reduce en un 36% la mortalidad en los pacientes con patología coronaria.
El ejercicio físico, según los especialistas, es un pilar fundamental en rehabilitación cardíaca. Además de ayudar en la recuperación del deterioro después del infarto, protege de nuevos ataques cardíacos, como se desprende de una revisión bibliográfica realizada por la Fundación Cochrane. Por este motivo, es fundamental para todas las personas que han sufrido uno.
Datos en España
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en España y el principal motivo de ingreso en los centros hospitalarios. En nuestro país, se registran cada año cerca de 69.000 infartos, a los que se suman las cifras de afectados por isquémica crónica (déficit de aporte sanguíneo, de forma progresiva y gradual, a determinados territorios del organismo), que representan entre el 1% y el 2% de la población mayor de 40 años y un 10% de los mayores de 60. Esta patología vascular provoca al año cerca de 74.000 ingresos.
El informe preliminar del estudio que lleva a cabo la Sociedad Española de Rehabilitación Cardiorrespiratoria (SORECAR) desvela que sólo 27 centros en toda España realizan programas de rehabilitación cardíaca, la mayoría de los cuales (más del 66%) se concentran en tres comunidades autónomas: Cataluña, Madrid y Andalucía. No obstante, los expertos insisten en que, de llevarse a término programas adecuados para los pacientes candidatos, se reduciría su tasa de mortalidad hasta en un 26%. Las cifras son preocupantes: a pesar de que sólo asiste a programas de rehabilitación cardíaca el 5% de las personas que han sufrido un infarto, apenas se sigue de forma adecuada en un 1% de los casos.
El presidente de SORECAR, Eulogio Pleguezuelos, señala que la recuperación cardíaca es un tratamiento eficaz y seguro, tal como sostiene la evidencia científica, y destaca que es imprescindible la creación de nuevos servicios de rehabilitación cardíaca con mayor colaboración entre las distintas especialidades.
Un estudio reciente del Institut d’Investigació Mèdica (IMIM), de Barcelona, proclama que los europeos tienen un 15% más de posibilidades de sufrir un infarto agudo de miocardio debido a un número mayor de plaquetas, células involucradas en los mecanismos de hemostasia, en la sangre circulante. Si la cantidad de plaquetas, también llamadas trombocitos, es demasiado elevada, pueden formarse coágulos que obstruyan los vasos sanguíneos y provoquen accidentes cardiovasculares (infartos), cerebrovasculares (AVC o ictus) u obstruyan los vasos en otras partes del organismo. Los investigadores, según publica ‘Nature Genetics’, lo atribuyen a cuestiones genéticas de evolución o de selección natural.
Imagen: Andrew Mason
Hace tiempo que la evidencia científica apuntaba que la depresión es un factor que multiplica por cuatro la mortalidad en los pacientes que han sufrido con anterioridad un infarto de miocardio. También se relacionaba el hecho de sufrir esta enfermedad mental con un riesgo mayor de eventos cardiovasculares. Sin embargo, la razón no estaba demasiado clara. Ahora, investigadores del departamento de Hemoterapia y Hemostasia del Hospital Clínico de Barcelona y del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) han descrito la razón de este vínculo.
Parece que la serotonina, uno de los neurotransmisores cerebrales indispensable para el buen funcionamiento de este órgano, favorece la coagulación y la generación de coágulos, ambos mecanismos están relacionados con el riesgo de padecer accidentes cardiovasculares. El trabajo, publicado en la revista ‘Journal of Thrombosis and Haemostasis’, apunta a que el tratamiento de la depresión podría ayudar a prevenir la formación de trombos.