La toxina botulínica, asociada tradicionalmente a infecciones alimentarias graves, suele emplearse también en forma de terapia para paliar los efectos de patologías de origen neuromuscular. Esta característica, en dosis adecuadas, la ha convertido en «instrumento» de interés en cirugía estética. Pero la aparición de 12 pacientes con efectos secundarios graves ha puesto en alerta a las autoridades sanitarias. Tanto la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) como el grupo de trabajo de Farmacovigilancia de la Agencia Europea de Medicamentos han informado recientemente a los profesionales sanitarios sobre nuevos datos de seguridad de medicamentos que contienen la toxina en cuestión.
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Los efectos adversos se han dado en ocho pacientes, que han presentado debilidad muscular (seis), dificultad para la deglución (cinco) y neumonía por aspiración (dos). Seis de los pacientes son menores de 13 años y en uno de ellos el desenlace fue mortal. Las personas con mayor riesgo de sufrir estos problemas son los que presentan dificultades para la deglución o trastornos neurológicos subyacentes. Por este motivo, los expertos recomiendan en estos casos que la indicación sea precisa y extrema vigilancia después de la administración.
La Agencia Española del Medicamento pide a los profesionales de la salud que los medicamentos que contengan toxina botulínica sólo sean administrados por médicos experimentados y con el equipo necesario. Asimismo, recalca la necesidad de informar a pacientes o a cuidadores sobre los posibles riesgos, con especial atención a los relacionados con problemas respiratorios, del habla o de la deglución. Advierte, también, que las unidades de toxina botulínica no son intercambiables entre los distintos medicamentos y que deben respetarse las recomendaciones específicas en cuanto a posología y técnicas de administración. Finalmente recuerda la importancia de notificar todas las sospechas de reacciones adversas a la sustancia.
Bacteria beneficiosa
La utilización de toxina botulínica en España no fue autorizada por la Agencia Española del Medicamento hasta febrero de 2004, y se encuentran disponibles en cuatro medicamentos: Botox, Dysport, NeuroBloc y Vistabel. Cada uno tiene una indicación específica según la patología a tratar y por motivos de seguridad se exhorta a seguir escrupulosamente estas recomendaciones.
NeuroBloc se utiliza en el tratamiento de tortícolis, Vistabel sólo está indicado para uso en estética (para el tratamiento de arrugas de la zona del entrecejo), Botox y Dysport, con un uso más amplio, están indicados para el tratamiento de espasmos faciales, tortícolis y espasticidad en pacientes adultos que han sufrido un accidente vascular cerebral o en niños con parálisis cerebral. Botox® también se utiliza en el tratamiento de la hiperhidrosis primaria severa y persistente de la axila.
Uso en distonías
La toxina botulínica se utiliza como tratamiento en contracciones musculares involuntarias que causan movimientos espasmódicos
La toxina botulínica ha saltado a la popularidad gracias a su amplia utilización en tratamientos estéticos pero su utilidad va más allá, ayudando a resolver muchos problemas de salud. Una de sus primeras aplicaciones terapéuticas tuvo lugar en los años 70 en el campo de la oftalmología, en la corrección del estrabismo. Posteriormente, en los años 80, empezó a utilizarse en el tratamiento de temblores y tics faciales. Fue a finales de esa década, al descubrir que cuando se inyectaba toxina para corregir espasmos faciales disminuían las arrugas, que empezó a usarse con fines estéticos.
Una de las aplicaciones de la toxina es el tratamiento de las distonías, contracciones musculares involuntarias que causan movimientos espasmódicos o posturas anormales. La tortícolis espasmódica, la distonía mandibular y los llamados calambres del escritor o del músico (afectaciones musculares por uso excesivo en tareas repetitivas), son algunas de las patologías beneficiadas por la relajación que consigue la inyección local en los músculos afectados. El blefarospasmo, movimiento involuntario de cierre de los párpados de etiología poco conocida, es un tipo de distonía que mejor responde al tratamiento con toxina botulínica.
En estos casos, la dosis administrada es pequeña y localizada, por lo que el riesgo de diseminación se minimiza de forma importante. Las distonías ocupacionales también se benefician del tratamiento aunque, debido a que los movimientos son más complejos y engloban un grupo de músculos, los resultados son peores. Asimismo, existe un mayor riesgo de efectos indeseables por la posibilidad de alterar la función de otros músculos no implicados en el problema.
Tratamientos varios
También la toxina ha supuesto una verdadera revolución en el tratamiento de la hiperhidrosis. Mediante la administración intradérmica profunda en la zona afectada, sea axilas, plantas de pies o manos, se logra una disminución importante de la cantidad de sudor, aproximadamente de un 70% en axilas y de un 40% en palmas y plantas. De la misma manera, el uso de la toxina es una opción de tratamiento alternativo a la cirugía para pacientes con fisura anal.
Así concluye un estudio, publicado en la revista ‘New England Journal of Medicine’, realizado con 30 pacientes con fisura crónica a los que les fue inyectada la toxina en el esfínter interno. A los dos meses de tratamiento, el 87% de los pacientes presento mejora de los síntomas y al 73% se le resolvió el problema. De la misma manera, algunos estudios sugieren que la toxina botulínica puede ser útil también para resolver algunos tipos de cefalea, aunque los expertos precisan que son necesarias más investigaciones que lo certifiquen.
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El caso de la toxina botulínica ilustra una de las paradojas de la medicina, ya que siendo una de las toxinas más potentes conocidas, resulta útil en el tratamiento de muchas patologías. Es una neurotoxina producida por ‘Clostridium botulinum’, una bacteria anaeróbica que puede encontrarse en cualquier lugar, tanto en la tierra como en el agua.
Sus esporas pueden permanecer en estado latente durante años y, en determinadas situaciones, germinar y producir esta potente toxina, pudiendo ser mortal en pequeñas cantidades. La bacteria clásicamente se desarrolla en conservas caseras en mal estado, siendo muy raros los casos en las de origen comercial. Esta toxina actúa impidiendo la liberación del neurotransmisor acetilcolina en las sinapsis neuromusculares, y los síntomas empiezan a aparecer al cabo de unas horas en forma de vómitos y diarrea al que le siguen síntomas neurológicos con dificultad para la visión y deglución, debilidad muscular con parálisis progresiva.
Sin tratamiento, la mortalidad del botulismo, que es como se le llama a la enfermedad que produce, que sobreviene por parálisis de la musculatura respiratoria, es muy alta. Actualmente esta enfermedad es muy poco habitual aunque hace unos meses fue noticia el caso de dos bebes que habían contraído la toxina por consumo de determinado preparado infantil.