Húmeda o seca. Tomar un baño de calor en una sauna tiene efectos positivos para el corazón, ya que lo fortalece y aleja el peligro de sufrir una enfermedad cardiovascular. Además, nos ayuda a liberar endorfinas, y eso nos hace más felices. Pero la sauna también tiene sus riesgos, por lo que hay que tomar ciertas precauciones, como exponemos a continuación.
La sauna es un baño de calor en el interior de una cabina que suele ser de madera o de cerámica y azulejos. Las hay húmedas (también llamadas baños turcos), que funcionan con vapor de agua; y secas, cuyo origen se atribuye a los finlandeses y que trabajan con calor y muy poca humedad. Unas y otras tienen cada vez más adeptos en España (hay más de 35.000), y están presentes en muchos gimnasios, balnearios y centros de spa o bienestar.
En el baño turco se suda menos que en la sauna seca, pues el cuerpo suele empezar a sudar a los cinco o seis minutos
Una sauna regular, bien tomada, ayuda a liberar endorfinas (hormonas asociadas al bienestar), limpiar la piel, respirar mejor (sobre todo, la húmeda) y apaciguar el estrés, entre otros beneficios. Pero, digan lo que digan, no adelgaza. El motivo es que, con el sudor, se pierde fundamentalmente líquido, y no grasa. «La temperatura tiene efectos beneficiosos para la salud, ya que echas toxinas para fuera y liberas proteínas de choque de calor que tienen efectos positivos para la salud», asegura Ricardo Mora, doctor y catedrático en termorregulación y miembro de la Asociación Española de Ciencias del Deporte.
El baño de calor protege el corazón
La sauna, además, ayuda a mantener el corazón sano. Según un estudio de las universidades del Este de Finlandia y Jyväskylä, su uso regular (al menos una vez por semana) está asociado a un menor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular en personas mayores de 50 años. Esto se debe a que baja la presión arterial mientras se activa una frecuencia cardiaca similar a la que tenemos durante el ejercicio físico de intensidad baja o moderada: unos 120 latidos por minuto.
También ayuda, dicen los expertos, a eliminar patógenos y prevenir resfriados, además de reducir dolores articulares y favorecer la recuperación muscular.
Un ritual seguro
Para tomar una sauna con seguridad, hay que seguir con cuidado los pasos de un ritual que incluye hidratarse, controlar la digestión y no sobrepasar el tiempo recomendado. Los expertos aconsejan su uso habitual, por lo que, si nos sienta bien y nuestra condición física y salud nos lo permiten, podemos aumentar la frecuencia semanal y utilizarla incluso a diario.
¿Sauna seca o húmeda?
Dependiendo de la humedad dentro de la cabina, la sauna puede ser seca (también llamada finlandesa) o húmeda (baño turco o hammam). Y aunque estas dos instalaciones se basan en el calor, cada una lo aprovecha de manera distinta. Si el baño turco emplea vapor de agua, la sauna finlandesa usa calor seco. No obstante, el efecto en nuestro cuerpo es similar: las altas temperaturas de la estancia provocan que el cuerpo sude y pierda toxinas.Imagen: Unsplash
En seco
En la sauna finlandesa, con paredes revestidas de madera, la temperatura ronda los 80 y 85 ºC -límite máximo- y la humedad relativa no llega al 20 %. Esto propicia una abundante sudoración como mecanismo de refrigeración y hace que el cuerpo rompa a sudar en dos o tres minutos, lo que permite eliminar mucho líquido. El calor se obtiene al calentar rocas con resistencias eléctricas (aunque en las saunas tradicionales se usa leña) que hacen que estas se pongan al rojo vivo y desprendan calor.
En húmedo
La temperatura del baño húmedo es inferior, entre 25 y 45 ºC. Pero su humedad relativa es muy alta, por encima del 85 %, ya que el ambiente está saturado de vapor, lo que la hace muy beneficiosa para tratar las vías respiratorias. En este caso, el calor se genera al calentar agua y evaporarse, lo que crea una neblina de humedad que al posarse sobre el cuerpo se condensa y forma gotas. Este proceso ayuda a refrigerar el cuerpo y eliminar parte de su calor, un proceso que reduce la sudoración. Por ello, en el baño turco se suda menos -el cuerpo suele empezar a sudar a los cinco o seis minutos- que en la sauna seca. Debido a la alta concentración de humedad, las cabinas están recubiertas de cerámica o azulejos y la sala es hermética para mantener estas condiciones.
Además del vapor, algunas saunas húmedas favorecen la relajación recurriendo a la aromaterapia, incorporando aceites esenciales como esencia eucalipto, que ayuda a dilatar alveolos y aliviar la expectoración.
Mejor abstenerse
Antes de meterse en la sauna, conviene consultar con el médico posibles incompatibilidades. Su uso está desaconsejado para niños, porque su sistema respiratorio aún es inmaduro, algunas embarazadas -siempre se debe consultar con el médico con anterioridad-, personas de avanzada edad, sobre todo con problemas de salud, y personas con problemas cardiocirculatorios, presión alta o baja, problemas renales o de corazón o problemas de bronquios.