A pesar de que parece relativamente nuevo, el Síndrome de Diógenes es un viejo conocido de los psiquiatras. La observación de casos sucesivos en personas mayores con comportamientos huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba un extraño patrón de conducta. Un perfil caracterizado por personas mayores de 65 años que acumulan gran cantidad de objetos inservibles y basura en sus casas y que se transforman en seres huraños y aislados de la sociedad. Este trastorno, que esconde importantes alteraciones psiquiátricas, afecta a 1,7 pacientes por cada 1.000 ingresos hospitalarios. No obstante, los especialistas creen que su aumento es previsible no sólo por el envejecimiento de la población, sino por sus condiciones socio-sanitarias.
Baja incidencia
En julio de 2005 una mujer de más de 60 años y su hijo, de 40, fallecieron tras el incendio de la casa en la que vivían en Málaga. Allí acumulaban una gran cantidad de objetos inservibles y de basura. En septiembre del mismo año una anciana apareció muerta en su domicilio de Madrid entre kilos y kilos de desperdicios. Llevaba años recogiendo residuos. También en Madrid el pasado enero un hombre de 73 años prendió fuego a su vivienda y estuvo a punto de acabar con la vida de sus vecinos. Los bomberos descubrieron en el interior de su piso una gran cantidad de objetos inútiles. Estos son ejemplos de lo que se conoce como Síndrome de Diógenes, un término que se aplica a las personas mayores que además de tener una actitud huraña, acumulan basura y objetos inservibles en sus viviendas, según explica Jerónimo Sáiz, Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal.
La base del Síndrome de Diógenes se halla en un desorden psiquiátrico. “En estos pacientes subyacen una serie de enfermedades como demencia, cuadros psicóticos, trastornos obsesivos o personalidad con rasgos paranoides que les lleva a vivir en esas condiciones”, señala Javier Gómez Pavón, Secretario General de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología.
A pesar de que parece relativamente nuevo, el Síndrome de Diógenes es un viejo conocido de los psiquiatras. “Estamos acostumbrados”, asegura Jerónimo Sáiz. Lo que ocurre es que las características de esta patología psicogeriátrica han llamado la atención de los medios de comunicación, que se han hecho eco de algunos casos ocurridos en España en los últimos años. Pero la incidencia del síndrome es baja. No se trata de un desorden frecuente, pues las estadísticas indican que sólo se da en 1,7 de cada mil ingresos hospitalarios. “De cada 1.000 personas ingresadas en psiquiatría y geriatría lo padecen como mucho dos personas”, afirma Javier Gómez Pavón.
De momento, y según el Informe 2004 Las personas Mayores en España, del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, las enfermedades más frecuentes de los mayores de 65 años son los problemas circulatorios (que además son la primera causa de muerte), los digestivos, los respiratorios y el cáncer (la segunda causa de fallecimientos).
La observación de casos sucesivos de mayores con comportamientos huraños que vivían recluidos en sus propios hogares y rehuían cualquier contacto con otras personas fue lo que motivó, en la década de los 60, la aparición de artículos e investigaciones en las que se detallaba este extraño patrón de conducta, según explica Javier Gómez Pavón. Fue en 1975 cuando oficialmente se bautizó como Síndrome de Diógenes. Su nombre hace referencia a Diógenes de Sínope, un filósofo de la época de Aristóteles que preconizaba la vida austera y la renuncia a todo tipo de comodidades.
Cada vez más ancianos solos
Las condiciones demográficas (el envejecimiento de la población) y la situación socio-sanitaria de los mayores en España hacen pensar en un previsible aumento de este síndrome. “
Las condiciones demográficas y la situación socio-sanitaria de los mayores en España hacen pensar en un previsible aumento de este síndrome
En España, dice el informe 2004 del Ministerio de Trabajo, “las personas de edad ya representan el 17% de toda la población, y ese porcentaje y sus cifras absolutas no van a dejar de crecer en las próximas décadas”. Asistimos a un “envejecimiento del envejecimiento”, una apreciación que justifican los datos: los octogenarios son el colectivo que más crece en la última década, mientras que los jóvenes de hasta 20 años son el grupo que más población pierde. Entre 1991 y 2003 se ha incrementado hasta en un 50% el número de personas de 80 y más años, cuando el total de la población sólo ha subido un 9,9%, incluida la población inmigrante. Pero lo más llamativo es que la proporción de personas mayores que viven en soledad es del 19,5%, una de cada cuatro, con datos del censo de población de 2001. De esa cantidad el 25,9% son mujeres y el 10,8%, varones.
A esas circunstancias se suman las dificultades de estos pacientes por la falta de atención geriátrica, según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Un estudio de esta organización señala que sólo el 32% de los hospitales españoles presentan cobertura geriátrica y el resto, el 68%, no tiene ninguna unidad especializada. “Para una correcta atención a esta patología es necesario no sólo aumentar y mejorar las coberturas sociales, sino asegurar una correcta atención geriátrica. En Andalucía, donde están aumentando los casos de Síndrome de Diógenes, apenas existen uno o dos hospitales con geriatría”, señala Gómez Pavón.
Alerta de los vecinos
El tratamiento del Síndrome de Diógenes incluye varios aspectos. Por lo general, las alarmas saltan cuando el anciano, que en muchas ocasiones vive solo, comienza a dejar de lado su aspecto personal y se preocupa más por recolectar desechos y basura que acumula de una forma casi enfermiza en su vivienda. En situaciones así son los vecinos los que primero alertan a los servicios sociales de los ayuntamientos. Pero los afectados se pueden negar a ser atendidos. El siguiente paso es que los Servicios Sociales se personen en la casa. Tras una investigación del caso y un intento de persuasión para que el mayor sea asistido por un psiquiatra, se procede a la intervención policial si éste se niega a ceder.
Una de las características que presenta el Síndrome de Diógenes es que cuando son dos las personas de edad avanzada, uno de ellos puede arrastrar al otro a esta situación. “Se puede inducir a una persona”, afirma el doctor García Bernardo. “Por lo general el otro no se puede resistir. A veces hay que separarlos después de que se ha hecho la intervención sanitaria”, añade.
El perfil del afectado se corresponde con una persona de más de 65 años, pero contrario a lo que se pudiera pensar, no necesariamente se trata de personas de baja condición social o económica. “No tiene nada que ver con lo que antes se tuviera ni con lo brillante que la persona fuera. Existe más bien cierta asociación con la soledad”, explica Jerónimo Sáiz. En ello coincide Javier Gómez Pavón: “la posición socioeconómica no protege de su aparición, ya que también se da en casos de personas con títulos universitarios, con un alto nivel económico y carreras profesionales brillantes”.
El tratamiento del Síndrome de Diógenes requiere un “abordaje en dos sentidos”. Por un lado, indica el especialista Gómez Pavón, es indispensable un diagnóstico para saber cuál es la patología de base que genera este comportamiento.
Es indispensable un diagnóstico para saber cuál es la patología de base que genera este comportamiento
Entre los consejos que dan los especialistas está el que familiares, vecinos y amigos vigilen a sus mayores si viven solos, especialmente si observan algún elemento de riesgo, como los comportamientos huraños o el aislamiento voluntario.
Desde la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología se exige la correcta atención sanitaria de los mayores. “Hoy en día los ancianos, especialmente los más vulnerables, de más edad, son atendidos por una red sanitaria que no es especializada para la atención de esos pacientes, lo que motiva una atención inadecuada y un aumento del gasto sanitario y social”.