Aislados en su habitación, sin salir, con una única ventana al mundo que es la pantalla del ordenador. Estos son, a grandes rasgos, características de los afectados por el síndrome hikikomori. Hasta hace poco se creía que era un trastorno asociado a la cultura japonesa, pero una investigación reciente ha puesto de relieve que en Europa -incluida España- también se dan casos de este tipo de aislamiento social, que puede acarrear graves consecuencias. Este artículo describe qué es el síndrome hikikomori y qué hallazgos se han descubierto recientemente.
Encerrados de manera voluntaria entre las paredes de su habitación, refugiados en su mundo virtual que promueve Internet, abandonan la higiene personal y la conexión con el exterior e, incluso, el diálogo con sus familiares, conectados de forma continua al ordenador, los videojuegos, la televisión… Esta forma de aislamiento social puede darse en jóvenes tímidos, sensibles, con un círculo pobre de amistades y con malas relaciones familiares. Según los expertos, perciben un mundo exterior que les es agresivo y evitan asumir cualquier compromiso, sea en los estudios, el trabajo o con sus amigos.
A los afectados les invaden sentimientos de tristeza, ansiedad y depresión e, incluso, algunos pueden volverse agresivos y atemorizar a sus progenitores. Poco a poco, la infelicidad y la desesperanza hacen mella en el individuo. Puede perder toda conexión con el mundo real y tener ideas suicidas. Quién lo describió como síndrome fue el Dr. Tamaki Saito, en el año 2000, y pasó a ser común entre la población nipona. Por este motivo, en un principio se creía que era un trastorno exclusivo de la cultura japonesa, que imponía unas expectativas de éxito muy exigentes a los jóvenes. Se estima que en Japón más de 700.000 personas viven totalmente aisladas en estas condiciones.
Síndrome hikikomori también en España
Los afectados viven encerrados, no piden ayuda ni atención médica y son difíciles de detectar
Recientemente, médicos del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar han descrito por primera vez este síndrome en Europa, un trastorno subestimado hasta ahora fuera de las fronteras de Japón y que empieza a ser un importante problema de salud. En España, hasta ahora, solo se habían reportado algunos pocos casos. En el artículo ‘Hikikomori in Spain: A descriptive study’, publicado en International Journal of Social Psychiatry, queda confirmado que no solo atañe a la cultura nipona y reportan que en cinco años, solo en Cataluña, han salido a la luz 200 casos -gracias a equipos de atención psiquiátrica a domicilio-, 164 de los cuales han accedido a ponerse en tratamiento. Son personas que viven encerradas, que no piden ayuda ni atención médica. Son casos difíciles de detectar. Los autores opinan que es, en parte, por la falta de programas de atención domiciliaria especializados en psicoterapia aunque, cuando el tiempo de aislamiento es mayor de dos años, es preferible el ingreso hospitalario.
Los autores explican en el artículo que la familia tiene un papel destacado, tanto en la detección como en la gestión del hikikomori. En muchos casos, se han encontrado con familias con un funcionamiento alterado, con incapacidad de relacionarse con el afectado de manera apropiada, sea por desconocimiento o por miedo, hecho que contribuye a empeorar la situación. También señalan que, en ocasiones, el hikikomori se asocia a ansiedad y trastornos afectivos en las madres y los trastornos psicóticos y el consumo de drogas, en los padres. Apuntan que se hacen necesarios estudios más extensos para determinar la asociación entre este trastorno y otras patologías psiquiátricas y desarrollar equipos multidisciplinares para la prevención, la detección precoz y el tratamiento de los pacientes. El soporte a las familias es, asimismo, clave.
Una persona tímida es reservada, callada, no se arriesga para evitar equivocarse o para no sentirse rechazada y prefiere no exponerse a según qué actividad social para no sentirse incómoda. Ello no significa que carezca de habilidades para interactuar con los demás, sino que los grupos reducidos y los ambientes más íntimos le confieren mayor comodidad y seguridad.
Según la Asociación Americana de Psicología, la timidez no supone un problema, a menos que se acompañe de estas situaciones:
- La persona cancela compromisos sociales en el último momento.
- El círculo de amistades es muy limitado o nulo.
- Se evitan actividades que son placenteras.
- Se acompaña de pasividad, pesimismo y una baja autoestima.
- Cuando la actitud preocupa a docentes, familiares y amigos.
- Cuando el contacto con los demás se hace solo por medio del ordenador.